Con la llegada del COVID-19 las cosas cambiaron. El turismo se esfumó y cerraron bares, clubes y centros nocturnos, pero aunque haya pandemia "el deber llama". Sitios en internet dedicados el turismo gay son usados por los cubanos para anunciar servicios de prostitución masculina.
Cuba: En plena pandemia, el hampa habanera se reinventa
AL mediodía, Sheyla recibió un mensaje por WhatsApp de un cliente VIP. Luego de maquillarse, ceñirse un vaquero azul claro con parches en las rodillas, ponerse una blusa blanca escotada y unos Nike Air Force, se despidió de su madre que dormitaba en la sala y llamó a un chofer particular que por diez cuc la llevaría hasta el Vedado.
"Negocios son negocios", dice Sheyla. "Incluso en tiempos de pandemia y cuarentena, a la hora de hacer caja, el deber me llama", comenta con una sonrisa franca. Desde hace cinco años es jinetera. “De clase media alta", proclama con orgullo. Y subraya: "Tocando a la puerta de las prostitutas exclusivas”.
En Cuba, la prostitución es ilegal. Pero a veces hay tanta impunidad, que pareciera que las autoridades miran hacia otro lado. Existen varias categorías. Las más baratas son denominadas 'matadoras de jugadas'. Suelen ser muchachas de barrios humildes en las afueras de La Habana que se prostituyen por cinco cuc (120 pesos en moneda nacional) la media hora. Por lo general, sus clientes son de lo peor de la fauna marginal. Hombres que beben alcohol a pulso, se alimentan poco y mal, viven en condiciones precarias y escapa del tedio, la pobreza y la falta de futuro comprando sexo barato.
En otro grupo se clasifican las chicas que cobran diez cuc la noche. Más aseadas y atractivas, pero igualmente pobres, con historias de padres que no conocieron y parientes que abusaron de ellas. Le siguen las jineteras de más nivel. Jóvenes entre 18 y 30 años con una instrucción aceptable, suelen hablar inglés o italiano. Cobran de 50 a 100 dólares la noche. Dólares, léase bien, pues solo van a la cama con extranjeros o cubanos residentes en el exterior.
Las más instruídas pudieran ser médicas, ingenieras u otra profesión. Pero los salarios deprimidos y el deseo intenso de emigrar las lleva a prostituirse. Dentro del mundo del sexo tarifado, las jineteras cubanas se distinguen de sus homólogas occidentales porque no cobran por horas y porque el cliente es un objetivo a cazar sentimentalmente.
Las jineteras de clase media alta, como Sheyla, no tienen chulos que las exploten y suelen tener varios ‘novios’ extranjeros o cubanos radicados en otros países que mensualmente les giran dinero. De ese grupo selecto, explica Sheyla, “uno escoge al que más te cuadre para intentar casarse o vivir con él en un futuro. Hay que ser cuidadosa, muchos tipos te caen a mentiras. Tengo planes de emigrar a Estados Unidos y casarme con un cubano que está muy enamorado de mí. Si me sale bien, me retiro del bisne. Si no, me pongo a bailar gogo en Miami Beach”.
Con la llegada del COVID-19 las cosas cambiaron para muchas. El turismo se esfumó y cerraron bares, clubes y centros nocturnos. Las que tienen ‘novios’ fuera de Cuba y les envían giros internacionales están 'escapando' (resolviendo). También las que pueden vivir de sus ahorros o concertar citas con clientes privilegiados. Sheyla confiesa que “llevaba 32 días sin estar con nadie ni salir pa’l fuego. Pero el dinero se va como agua. Entonces decidí contactar a un cliente de hace tiempo. Me paga 100 dólares la noche y me trata como si fuera una princesa”.
Yordanka, adicta al gimnasio, tuvo más suerte. Estaba de 'faena' con un enamorado canadiense en un hotel en Cayo Coco, en la costa norte de la isla, cuando el gobierno cubano cerró las fronteras. Lo que parecía una semana de juerga terminó convirtiéndose en una relación formal. “Ha gastado cantidad de dinero. Lo traje para mi casa. Llevamos casi 40 días sin salir a la calle. Le pagamos a un vecino para que nos traiga la comida”, cuenta Yordanka.
Abdiel, listero de la lotería ilegal conocida en Cuba como la bolita, señala que al principio de la cuarentana el negocio se vio afectado. “Imagínate, la mayoría de los centros de trabajo cerraron y en la calle había poca gente. Teníamos que visitar una por una las casas de los principales apostadores y decidimos dejar de recogerle a los que juegan menos dinero. Desde que creamos un grupo de WhatsApp, las recogidas han subido, aunque no al nivel de tiempos normales, cuando recogía 4.000 pesos diarios en cada una de las dos tandas. Ahora tengo días de recoger 3.000 y pico”.
Abdiel aclara que no tienen problemas con los que tienen tarjeta Transfermóvil de Etecsa. "Ellos ponen el dinero jugado en el número de mi cuenta. Los que no lo tienen, hacen sus apuestas, le tomo una captura de pantalla y después paso a recoger el dinero en efectivo o a pagarle el premio si ganaron algo. Claro, son gente de confianza”.
Según personas consultadas los vendedores clandestinos de ron, sicotrópicos y drogas las cosas les están yendo mejor de lo previsto. “El alcohol no cree en coronavirus ni situación coyuntural. Donde quiera venden ron, pero los precios son muy caros. Yo tengo ron del bueno, sacado de la fábrica, a 50 pesos la botella. Y me vuela. Supongo que la gente encerrada entre cuatro paredes y sin comida, opta por darse unos tragos para olvidar los problemas. El pitcheo está durísimo y el alcohol relaja”, precisa una fuente.
Un vendedor de marihuana y melca asegura que al detenerse la vida nocturna, "los precios del polvo y la yerba bajaron. Un gramo de coca estaba entre 100 y 130 cuc, en estos momentos se vende a 90 cuc. Y el cigarro de marihuana yuma (foráneo) costaba a cinco cañas, ahora cuesta cuatro. El cambolo sigue al mismo precio, dos cuc cada piedra. Y las pastillas entre 20 pesos y un cuc. El negocio no está pa’hacer una fiesta, pero no me quejo”.
Sheyla, la jinetera de clase media alta, confiesa que está harta de la cuarentena. Extraña los tragos de caipirinha y el reguetón a toda mecha en las discotecas habaneras. “La pincha de nosotras es de contacto directo. Sin nasobuco ni nada. Ahora hay con andar con cautela, no vaya que ser que un cliente tenga el coronavirus. Estoy a punto de volverme loca encerrada en mi casa. Y eso que, gracias a Dios, tengo comida y ciertas comodidades”.
La que se sacó la lotería fue Yordanka. “Quien lo iba a decir. Que conocería a mi futuro esposo en plena pandemia del COVID-19”. Dentro de unos meses, Yordanka se ve vestida de blanco y del brazo de su pareja. No le importa si la boda la celebran La Habana, Cayo Coco o Varadero. Pero la idea de seguir viviendo en Cuba se le antoja difícil.
Clasificados de guías de turismo en Cuba, tapaderas del negocio sexual
Sitios en internet dedicados el turismo gay son usados por los cubanos para anunciar servicios de prostitución masculina.
Infinidad de guías de turismo para conocer Cuba se anuncian en sitios de internet, y en sus correspondientes perfiles de Facebook. En muchos casos, esas páginas terminan siendo clasificados de la prostitución gay.
Un simple clic en páginas de Facebook de sitios como MiCayito, LaHabana.com y Planet Romeo conecta de inmediato a los turistas empeñados en visitar Cuba con los jóvenes que brindan servicio de guías turísticos en la isla.
Víctor Dueñas, de 22 años de edad y residente en Santo Domingo, Villa Clara, es activista de la comunidad LGTBI (lesbianas, gais, transgéneros bisexuales e intersexuales) y señala que el servicio de guía se realiza con personas del mismo sexo que visitan la isla.
"La mayoría de los varones que se tarifan son egresados de la Universidad y es increíble el nivel de prostitución masculina que existe en Cuba", aseguró Dueñas, quien cursó dos años de Ingeniería en la Universidad Marta Abreu de La Villas donde entabló amistad con egresados del centro docente que se dedican al sexo por dinero.
"Mis conocidos le llaman el servicio TNT que significa (Trabajo Nocturno al Turista). Ellos cuentan que las tarifas varían según la región donde realices el servicio y los horarios. Los más favorecidos son los que pueden conseguir a un extranjero porque se ofertan como guías", asegura el activista de la Fundación por los Derechos LGTBI.
Los clientes reservan el servicio desde páginas de clasificados en internet donde constantemente aparecen anuncios convocando a jóvenes cubanos a solicitar empleo como guías turísticos.
Para ello deben tener entre 18 y 28 años, dominar idiomas, conocer la cultura y los lugares de interés turísticos de la isla, entre otros requisitos. Además de enviar un curriculum vitae y una fotografía.
En la práctica, lo que necesita el turista es un chico que "le preste el servicio por una cantidad de dólares determinado que ellos convenian según el tipo de trabajo sexual que haga", explica Dueñas.
El auge de ese tipo de alquiler aumentó a partir de que se abrió mucho más la posibilidad de conectarse desde cualquier ciudad de Cuba a las páginas de Facebook donde se promocionan los servicios de "guías" y a las que acude el interesado en visitar la isla, dijo Dueñas.
"Basta escribir en Google palabras como sexo, chicos, cubanos, tarifas... y afloran en el buscador páginas destinadas única y exclusivamente a estos fines", escribió en Cubanet Ernesto Pérez Chang en un artículo dedicado al tema.
"Ernesto, un joven graduado universitario que
no encontraba trabajo en Holguín, su provincia natal, llegó y se instaló a vivir en La Habana hace dos años no gracias a su currículum académico sino a un par de imágenes de su cuerpo desnudo: 'Me las vi negras y sin pensarlo mucho mandé las fotos', cuenta Ernesto. 'Enseguida me llamaron y aquí estoy. (…) Decía [el anuncio] que era para guías de turismo pero cuando te piden fotos ya uno sabe lo que están buscando", relata en su crónica.
Un artículo publicado en el periódico oficial Vanguardia, de Villa Clara, recoge testimonios de jóvenes de la ciudad de Santa Clara y aborda las diferencias de categorías en el ejercicio de la prostitución masculina.
Los periodistas Luis Orlando León Carpio y Leslie Díaz Monserrat en su artículo titulado "Hacer la calle" explican que en Santa Clara hay lo que denominan "tres clases sociales: baja, media y alta".
"En la primera están los que practican en exteriores (le llaman hacer la calle) y cobran 80 pesos en moneda nacional y casi siempre se da entre cubanos. La clase media incluye a quienes piden 5 o 10 CUC, quizás una muda de ropa, un par de zapatos, etc, y son más exigentes. Y por último, los de la clase alta que son los que consiguen a los extranjeros mediante internet y hacen citas online", detalla la nota publicada en el periódico provincial.
El cobro depende del país de origen: a un mexicano le piden unos 20 CUC y a un norteamericano entre 50 Cuc y 60 Cuc, dato que aporta la investigación y que corrobora a Martí Noticias Víctor Dueñas.
En Cuba las leyes establecen el delito de proxenetismo y la trata de personas, y sanciona a quien vive del comercio carnal. Las sanciones dependen de las personas que utilice el proxeneta en el ejercicio de la prostitución, y van de 4 a 30 años de privación de libertad, advierte el artículo de Vanguardia.
El doctor Julio César González Pagés, investigador de temas relacionados con la masculinidad, dijo a los periodistas que los casos de sanción por prostitución masculina no llegan a los tribunales con mucha frecuencia, pues resulta más difícil comprobar que se dedican a esta actividad.
El joven activista Dueñas lamentó que sitios de internet se presten para esos servicios y advirtió que hay muchas páginas a las que sus amigos de la comunidad gay entran porque ven un título o la bandera que los identifica y luego descubren lo que hay detrás.
"Allí están los que buscamos una identidad y relación como comunidad mundial y los que se prostituyen para ganar un 'dinero fácil'", dijo.
"Los activistas que somos figuras públicas en la comunidad LGTBI tenemos que estar muy alertas con esos sitios pero no podemos excluirnos de luchar por nuestros objetivos e interactuar con otros gais en diferentes partes del mundo", dijo el joven.
"Soy de los que piensa que debemos ver muy bien lo que uno escribe y dónde le damos clic a un Me Gusta", concluyó Dueñas, quien lamenta que la defensa de los derechos LGBTI termine sirviendo a la prostitución.
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