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General: Una de década sin Olga Guillot, la reina del bolero
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De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 12/07/2020 13:54
LA REINA DEL BOLERO
Alternó con Edith Piaf y dio conciertos célebres en el Carnegie Hall. Deja una hija, Olga María, fruto de su relación con el compositor cubano René Touzet, y estuvo casada con el actor Alberto Insúa.

Una de década sin Olga Guillot, la reina del bolero
Por María Viedma
          Olga Guillot (Santiago de Cuba, 9 de octubre de 1922 - Miami, 12 de julio de 2010) gozó del raro privilegio de haber sido profeta en su tierra. El triunfo le llegó muy joven, de suerte que en 1961, cuando por razones políticas tuvo que exiliarse de su país, ya era dentro y fuera de él, una artista celebérrima. Considerada entonces la mejor voz de Cuba, obtuvo -entre otras distinciones- un disco de oro por Miénteme, el bolero que definió su estilo peculiar y creador de escuela.
 
En los años cincuenta del siglo pasado, las intérpretes latinas eran muy modosas, pero Olguita Guillot, se descolgó de esa compostura frígida y prendió fuego al micrófono con su voz y sus maneras apasionadas. Interpretaba dramáticamente los boleros, lo que unido a su timbre especial, algo ronco, y a su igual ductilidad en registros bajos que agudos, la convirtió en la favorita del público, que literalmente enloquecía de fervor durante sus actuaciones. En aquellos días existían tan grandes artistas en la ciudad de Habana, que la llamaban la París de América. Olga era un ídolo en Cuba. “Cuba hizo a Olga Guillot”, declaró en numerosas entrevistas.
 
Sepa que “La Guillot” fue la primera cantante latina en actuar en el Carnegie Hall (1964) y luego la pionera de la canción erótica. En 1976 grabó temas tórridos como Me muero, me muero y soy lo prohibido (hit parade, dicho sea de paso, en las discotecas “del ambiente”). Auténticos desgarros de la víscera cordial son sus interpretaciones de Soy tuya, Adoro, Contigo en la distancia, Sabor a mí, Piel canela, La noche de anoche, Tú me acostumbraste e infinidad de canciones maravillosas que construyeron una carrera de casi siete décadas, orlada de diez discos de oro, dos de platino, uno de diamante, dieciséis películas, telenovelas, su propio magazine televisivo “El Show de Olga Guillot” y un Grammy Latino a su trayectoria (2007). Actuó en los teatros y platós más importantes del mundo y cantó con leyendas como Sinatra y Edith Piaf. También con Lola Flores y con Celia Cruz, su amiga del alma. Aunque la prensa amarilla se empeñaba en presentárnoslas como adversarias, la realidad es que eran dos soberanas amigas. Olga, del Bolero y Celia, de la salsa.
 
Olga Guillot fue una personalidad arrolladora, divertida, disfrutona y buena compañera de sus colegas. Aun en su exuberante ancianidad (casi sin arrugas, vestida coloridamentes, alta, alegre y locuaz), continuaba apoyando con su presencia las actuaciones de compañeros del mundo del espectáculo. Dicen que su generosidad provenía de estar plenamente segura de su valía como artista y también del hecho de ser una mujer muy fuerte. “Tengo mis cobardías como todo el mundo, pero esas cobardías fueron cuando me enamoraba y tenía desilusiones de amor, pero para otros asuntos, sí, soy fuerte”. Fíjese lo que son las cosas…aunque sus canciones emparejaron a millones de personas, no fue afortunada en amores, a pesar de que vivió bastantes romances y se casó cinco veces. De una de las que no lo hizo, vino al mundo Olga María, su única hija. “Hay muchas frustraciones y problemas en la vida de una mujer artista. No encontré el amor de mi vida. A mí no me tocó esa suerte. A otras sí, las envidio. Mi amor fueron mi hija y mi carrera (…) Ser madre soltera me hizo ser mujer y ser grande como ser humano”.
 
Pero la pena mayor que marcó su existencia fue la añoranza de Cuba. Siempre decía que ella salió de su isla pero que su isla nunca salió de ella. El exilio fue un mal trance que vio acercarse poco a poco. “Empezaron primero a hostigar a los deportistas, después caímos los artistas” (…) “Me dijeron que estaba acusada de contrarrevolucionaria -mi hija tenía ocho meses de nacida- y que si no me marchaba, no iba a ver a mi hija. Y ese es mi exilio”. Palabra esta última, que en el caso de “La Guillot” bien podría escribirse con mayúscula porque fue en el exilio -y del exilio- una de las figuras constitutivas del núcleo duro no reconciliado y enfrentado radicalmente a “la dinastía de los Castro”. Desde los inicios de la Revolución, Guillot se posicionó contra ella y no se cortó en criticarla públicamente. Después de tres detenciones, tuvo que marcharse con el bolsillo vacío, dejando allá familia, propiedades y una fortuna ganada con su garganta. En el aeropuerto intentaron retenerle a la hija, pero la aparición providencial de una mujer venezolana, que pagó los cincuenta dólares (moneda prohibida) exigidos en el último momento para autorizar la salida de la criatura, supuso el golpe de gracia que le permitió huir a Venezuela y luego a México, donde la adoraban. Treinta y cuatro años más tarde, en 1995, Los Sabandeños grabaron un disco de Boleros que pretendía ser una Historia del género. Incluía canciones de artistas como Benny Moré, La Lupe, Olga Guillot y…Silvio Rodríguez. Olga se agarró entonces un disgusto monumental y pidió a los Sabandeños que escogiesen entre ella y “ese comunista”. Al final hubo un “arreglo”, geográfica y comercialmente asimétrico. Se hicieron dos ediciones: una para China y Cuba que incluía a Silvio Rodríguez, y otra para el orbe entero, en la que Silvio estaba tan ausente como un unicornio azul.
 
Un infarto rotundo se llevó a Guillot el 12 de julio de hace 10 años. La enterraron en Miami en olor de multitudes y envuelta en la bandera cubana. Le reprocho que los boleros que cantó me sepan en cualquier otra voz desaladamente ñoños. Por eso, no tengo más remedio que homenajearla usando el título de uno de sus mejores temas: La gloria eres tú.
 
10 años sin Olga, una nota de Raúl de Cárdenas
Es la noche, casi siempre, la que me toma de la mano y hace que en tu voz me transporte a un mundo ilusionado que se esconde de alguna forma en el lino de mi almohada. Son las notas de boleros las que escucho, canciones que no han perdido su elegancia, y que como las ramas del árbol que golpea mi ventana tal parece que me cantan. En un instante apareces y ya no tengo que llamarte porque te tengo para siempre, contigo en la distancia, atrapada en viejas grabaciones que tejen el romance nunca ido, melodioso de tus palabras calladas. Éramos libres cuando por primera vez te oí cantar en aquel radio que en mi casa tenían en la sala, fue entonces que hice entrada a ese cosmos de boleros, canciones que ha sido imposible y difícil de olvidar. En tu voz supe cómo fue posible conocer la aurora en el bello amanecer, al comienzo de mi vida, cuando todo era tierno, ilusión jamás imaginada, sin preocuparnos en la noche que llegara la mañana. Tus canciones fueron flores que brotaron de esa noche, como hacen las estrellas que le cantan a la luna, y que fuimos cultivando en los jardines de tu voz que tenía mil matices, y cantaban de amores, de mentiras y pasiones y despechos que quemaban muy profundo en el alma, como casi siempre pasa inadvertido y sin pensarlo, prisioneros de un amor. Hoy todo lo recuerdo, hasta cuando miénteme dijiste, me acostumbraste a todas esas cosas del amar y así me he resisitido a creer que ya te fuiste y dejaste incompleto un bolero sin grabar.
 
 
 


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De: CUBA ETERNA Enviado: 12/07/2020 14:00
 





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De: CUBA ETERNA Enviado: 12/07/2020 14:34
 






 
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