Enmanuel Reyes Pla, durante un entrenamiento. (Adrián Rubio)
Reyes, el campeón cubano que pasó 4 meses encerrado en Moscú para pelear por España
El boxeo es para Cuba lo que el fútbol es para Brasil. Ha reinado desde hace años en el boxeo olímpico con figuras destacadas como Teófilo Stevenson, al que intentaron enfrentar con Muhammad Ali. No fue posible, y una de las razones es que la isla abolió el boxeo de pago en 1962. Muchos púgiles que han triunfado en el boxeo aficionado han tenido que huir de Cuba para poder seguir los mismos pasos en el boxeo profesional.
La historia de Enmanuel Reyes Pla es distinta. Nacido en La Habana en 1992 y perteneciente al equipo cubano de boxeo, no le dieron la posibilidad de llegar a lo más alto en el boxeo 'amateur'. Animado por su padre, tíos y abuela, decidió emprender un viaje arriesgado para llegar a España y perseguir su sueño: “¡Quiero ser medallista olímpico, es lo más grande a lo que puede optar un deportista!”.
El ‘Profeta’, pues así se le conoce, aprendió a boxear con seis años para poder defenderse en la escuela. “La escuela en Cuba es dura. Muchos van buscando problemas”, afirma el boxeador a este periódico. Con ocho o nueve años, ya empezó a destacar en el deporte, y con 10 realizó su primer combate y se proclamó campeón nacional cubano. Con 16 años subió al equipo juvenil y empezó a asistir a torneos internacionales. Todo apuntaba a que Reyes iba a destacar en una selección con una calidad indiscutible como es la cubana. Pero no fue así.
“¡No me daban la oportunidad para asistir a torneos internacionales!”, afirma Reyes. Esa fue la tónica de los siguientes años para el joven boxeador desde que militó en el absoluto. Decidió entonces subir de categoría, pasó de 81 kilos a 91 (peso pesado), categoría en la que se proclamó subcampeón nacional absoluto. Su verdugo fue Eryslandy Savón, bronce en Río de Janeiro. En ese peso tampoco le iban a dar la oportunidad de intentar lograr su sueño y fue entonces cuando decidió emprender un largo camino para llegar a España en busca de una nueva oportunidad.
Motivado por sus familiares, que ya residían en A Coruña, decidió probar suerte. Voló a Moscú y después a Bielorrusia, donde estuvo durante un mes intentando averiguar cómo entrar en la Unión Europea junto a su tío, que se había desplazado hasta Rusia para buscarle. De Bielorrusia viajó de nuevo a Moscú y pasó cuatro meses encerrado en un piso: “En ese tiempo, no pude salir del piso. Si me paraba la policía me iban a pedir dinero y si no se lo daba me subirían al coche y me dejarían en una carretera a 20 grados bajo cero, para que volviese andando. Ya les había sucedido a otros anteriormente”, dice el púgil.
Enmanuel estuvo todo ese tiempo sin entrenar y sin bajar ni siquiera al supermercado. “Mi tío estuvo conmigo todo el tiempo y se encargaba de hacer las compras necesarias, porque ni eso podía hacer”, afirma el boxeador. Imagínense una cuarentena como la que hemos vivido recientemente, pero de cuatro meses y sin salir nunca a la calle. Esa fue la experiencia de Reyes en Rusia. Y luego sufrió la cuarentena del coronavirus, claro.
Del encierro al centro de refugiados
De Rusia viajó hasta Austria, donde pidió asilo político y permaneció dos meses en un centro de refugiados. “Teníamos una pista para correr y también podía hacer sombra. Era mi entretenimiento durante los dos meses ahí”, un lujo respecto a Rusia. Su siguiente destino fue Alemania, desde donde intentó cruzar a Francia en autobús, pero fue detenido en la frontera, de manera que tuvo que volver a un centro de refugiados, esta vez en Alemania.
“Era más bien una cárcel. Me ponían las esposas, estaba en una celda… Pero teníamos un campo de futbol donde podía hacer sombra y correr un poco”, afirma el boxeador. Ocho semanas después, le volvieron a mandar a Austria. Estaba muy cansado y decidió jugársela: voló de Austria a Barcelona sin ningún problema y después a A Coruña, donde le esperaba su familia. Un final poco trepidante tras varios meses de incertidumbre.
Ya instalado en España, volvió a ponerse los guantes y contactó con la Federación Española de Boxeo. Le recibieron con los brazos abiertos e incluso le ayudaron a conseguir la nacionalidad. El real decreto con su nacionalización exprés se publicó en el BOE el 19 de enero de este año: “Al llegar a España, no podía asistir a los torneos internacionales, porque no tenía los papeles. Quiero agradecer a la Federación por ayudarme en todo momento”.
Enmanuel Reyes fue al preolímipco que se disputó en Londres en marzo de este año. Ganó su primer combate, pero el torneo se suspendió debido al virus: “Estaba mentalizado y preparado para ganar el torneo y poder representar a España en los Juegos Olímpicos”, confirma el hispano cubano. El torneo debería reanudarse otra vez en febrero o marzo del año que viene y nuestro Profeta tiene claro que quiere acompañar a los ya clasificados, Gabriel Escobar y José Quiles, en Tokio 2021. Los expertos confían no solo en que esté en los Juegos, sino en que consiga una medalla para España.
Tokio y el profesionalismo
Reyes Pla lleva unos 200 o 300 combates 'amateur' a sus espaldas. Son tantos que ya ni se acuerda del número exacto. Su meta está clara, pero no tanto su futuro si consigue la ansiada medalla. “Me gustaría dar el salto a profesional, siempre y cuando consiga un buen contrato. En España, el boxeo profesional está muy mal pagado para el riesgo que tiene”, afirma el Profeta. En caso de no conseguir un contrato que le convenza, le gustaría completar un ciclo más e ir a las siguientes Olimpiadas, para después retirarse; a ser posible, con dos medallas que colgar en su salón.
Su caso es otro entre los tantos deportistas cubanos que con bajos salarios, malas condiciones y pésimos tratos por parte de las instituciones de la Isla deciden probar suerte en otros países, donde en muchas ocasiones son recibidos con los brazos abiertos.