Los votantes latinos de la Florida jugarán un papel extraordinario en las elecciones presidenciales de 2020.
Ningún presidente republicano desde 1924 ha asegurado la elección sin ganar en la Florida, y los latinos son uno de los bloques de votantes más poderosos en un estado donde se ganan las elecciones por los más escasos de márgenes.
La trampilla para atraparnos la ha puesto el Partido Republicano: el socialismo.
Donald Trump está buscando una repetición del 2016, y la única forma como un presidente que ha manejado tan mal y caóticamente una pandemia que ha costado casi 200,000 vidas estadounidenses, y ha hundido la economía a profundidades inusitadas, pueda volver a ganar, es apelando a los peores temores de la gente.
Los republicanos, y más estridentemente entre los hispanos, los cubanoamericanos, están presentando al presidente Trump como el salvador del tipo de socialismo que dejamos atrás mientras pintan al demócrata Joe Biden, un centrista durante toda su carrera política, como un izquierdista.
“Algo aprendí de los comunistas: La clave para lograr que los seguidores te perdonen cualquier exceso o inmoralidad es convencerlos de que la alternativa es inaceptable”, dice Guennady Rodríguez, editor cubano de 39 años del blog político y podcast “23 y Flagler”, en Miami. “Todo... es inmediatamente perdonado a Trump... tan pronto como el conduzca su oración diara al ‘comunismo’ que nos amenaza”.
Pero los latinos deberían sopesar los hechos: ¿Quién es el verdadero dictador?
En la Florida, un bloque sustancial de votantes como yo está marcado por la experiencia de huir de regímenes totalitarios. Y es precisamente por eso que temo, no a Biden, sino a otros cuatro años del autoritario Trump, cuya retórica antisocialista es una farsa.
Durante los últimos cuatro años, he visto a Trump recurrir a tácticas dictatoriales que me son demasiado familiares: mentir constantemente, ignorar los mandatos constitucionales y hacer que los estadounidenses se enfrenten entre sí para su propio beneficio.
Mi familia y yo vivimos todo eso y más, durante 10 años bajo el régimen de Fidel Castro.
Trump y sus partidarios venden este pronunciamiento con vehemencia: Si no votas por los republicanos, eres socialista.
¿Dónde he oído eso antes?
En Cuba, donde si no eras “fidelista” te decían que ya no eras cubano, que no eras persona, y así te trataban. Por eso, cuando salíamos del país, sellaban “Nulo” tu pasaporte para anular tu existencia.
Exigir que las personas muestren lealtad a un partido —o se les tilda de antiamericanos— es antidemocrático, sin mencionar que es una preferencia completamente falsa.
Como estadounidenses tenemos derecho a cuestionar el poder. Buscando esa libertad fue que vinimos aquí.
APOYO LATINO A TRUMP
Sin embargo, algunas de las investigaciones políticas indican que el apoyo hispano a Trump es real y más fuerte que en 2016, a pesar del comportamiento ofensivo y las políticas de Trump que se enfocan en los inmigrantes latinoamericanos y los afectan de manera desproporcionada.
Según las últimas encuestas, Biden lidera a Trump con 48% contra 45% en la Florida.
Pero dos de cada tres venezolanos, un grupo que Trump ha cortejado profusamente en Miami, dijeron a los encuestadores de la Universidad del Norte de la Florida que votarían para reelegirlo.
Bajo Biden, los venezolanos obtendrían el codiciado TPS, Estatus de Protección Temporal, que les permitiría trabajar legalmente y evitaría que fueran deportados mientras sea peligroso volver a Venezuela.
La Cámara Baja de mayoría demócrata aprobó una legislación que otorgaba el TPS a los venezolanos, pero los republicanos en el Senado la bloquearon. Y Trump se ha negado a protegerlos mediante una orden ejecutiva.
Este es otro rasgo que identifica a un dictador: decir una cosa para ganarse la aprobación y disfrazar la agenda real, y luego hacer otra.
Trump dice una cosa en Miami para movilizar a los exiliados cubanos y venezolanos y otra en Washington.
El presidente no tuvo reparos en decirle a Axios que se reuniría con el dictador Nicolás Maduro. Al enfrentar una reacción violenta por la contradicción con su propia política y el apoyo a la oposición, su equipo dio marcha atrás y dijo que Trump solo tenía la intención de que Maduro abandonara el país.
Los venezolanos padecen la misma dolencia que ha empañado el juicio de demasiados cubanoamericanos: creer que la derecha estadounidense va a llevar la democracia a su patria, cuando se ha distanciado fuertemente de ella en Estados Unidos.
TRUMP ADORA A PUTIN
Los hispanos que apoyan a Trump ignoran el hecho de que el candidato que ha profesado afinidad y admiración por dictadores como Kim Jong Un y Vladimir Putin no es Biden, sino Trump.
Fue Trump quien recibió al presidente de la China comunista, Xi Jinping y a su esposa en Mar-a-Lago en el 2017, prodigando elogios y atención al dictador, a pesar de la represión violenta de su gobierno en ese país y los riesgos de seguridad a los que Trump expuso a nuestra nación.
Rusia jugó un papel clave en la destrucción de la democracia cubana. Nunca te fíes de Rusia, te lo habría dicho cualquier cubano antes de Trump. Lo mejor para Rusia es mantener la isla como un satélite a 90 millas de Estados Unidos.
Hasta el día de hoy, Putin sostiene a los regímenes cubano y venezolano. Trump se ha negado a sancionar a Rusia por interferir en nuestras elecciones o por atacar a nuestros soldados en Afganistán.
La broma del momento entre los demócratas hispanos en Miami es que se quedaron esperando que Putin se presentara en la Convención Nacional Republicana.
“No nos confundamos. Si en Cuba gobernara Fidel Castro en su plenitud, [Trump] lo admiraría de igual forma que a Vladimir Putin y a Kim Jong Un,” escribió en su blog “Habanara soy yo” Uva de Aragón, profesora jubilada que dirigía el Centro de Investigación de Estudios cubanos en la Universidad Internacional de la Florida. “Tiene pasión por los hombres fuertes, porque él ansía poderes ilimitados. Es un Hitler frustrado.”
Sin duda, Trump negociaría con Castro si eso lo beneficiara.
Ya lo ha hecho.
Se reveló recientemente que su ex jefe de campaña que tiene vinculos con Rusia, Paul Manafort, viajó a Cuba para reunirse con uno de los hijos de los Castros, y Trump intentó construir un campo de golf en Varadero y una Trump Tower en La Habana, en violación del embargo de Estados Unidos.
Esto ha sido documentado y reportado y yo también lo confirmé durante una entrevista extraoficial en 2016 con uno de los cubanoamericanos involucrados en el proyecto de la torre.
NO ES SALVADOR PARA HISPANOS
No, hispanos de la Florida, Trump no es nuestro salvador del socialismo.
Es el caudillo del que huimos.
Es un populista, un hombre fuerte que busca silenciar a los medios independientes de comunicación que han sido la columna vertebral de la democracia desde la fundación de la nación.
¿Dónde escuché por primera vez llamar a los periodistas “el enemigo del pueblo”?
En entrevistas y conversaciones con exiliados cubanos, especialmente periodistas cubanos que habían huido del comunismo tipo Fidel Castro. Trabajaban tanto en medios de comunicación cubanos como en medios estadounidenses, como los servicios de noticias por cable, que Castro cerró o confiscó y refaccionó para sus propósitos.
El debilitamiento de los medios de comunicación fue un paso clave para consolidar el poder absoluto en Cuba.
Aplastar y expulsar a los medios de comunicación que mantienen a raya a los funcionarios electos haciendo preguntas difíciles es también lo que han hecho Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela. No he escuchado a Biden decir que la licencia de Fox News debería retirarse como castigo por su inclinación a la derecha.
Entonces, ¿por qué los latinos apoyan a Trump?
Por lealtad partidista.
Es tan fuerte en Miami como en La Habana o en Caracas. Tan fuerte en Orlando como en San Juan.
La idolatría del caudillo es un mal cultural —está bien, siempre y cuando sea nuestro caudillo y pretenda servirnos.
Por eso Fidel Castro conquistó tan fácilmente el poder en Cuba. Él era popular. Era fogoso. Fue una estrella de “reality shows” mucho antes que Trump.
Y ahora, los hispanos también apoyan a Trump por miedo.
Los republicanos cómplices los han convencido —contra toda evidencia, dado el rechazo de los votantes a candidatos de izquierda como Bernie Sanders y Elizabeth Warren— de que el Partido Demócrata está adoptando el socialismo.
Pero, ¿quién es el que dice que quiere servir más allá de los límites constitucionales?
No es Joe Biden. Es Trump.
Lo del socialismo es una mentira, y mentir es la marca registrada del aspirante a dictador estadounidense.