Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: HISTORIA DEL MALECON DE LA HABANA
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 15/10/2020 14:27
HISTORIA
El Malecón de La Habana fue concebido originalmente por autoridades de los EE.UU. a principios del siglo XX. La construcción de la pasarela se inició a principios de 1900 no mucho después de la Guerra Española-Estadounidense.

MALECÓN DE LA HABANA
¿EXISTIRÁ ALGÚN HABANERO QUE NO DISFRUTE DE SENTARSE
EN EL MURO DEL MALECÓN PARA DISFRUTAR LA BRISA MARINA EN DÍAS CALUROSOS?
                          POR CARLOSBUA
“Una costa rocosa, llena de inmundicias, con un sin número de zanjas abiertas en las rocas que partiendo de los fondos destartalados de las casas de la calle San Lázaro vertían sus excretas al mar, y cloacas abiertas que desembocaban por el centro de las calles transversales; añádanse depósitos de materiales, barracones de madera pomposamente llamados baños”, etc. Así describe el ingeniero y arquitecto Eduardo Tella en la “Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros”, la zona del litoral habanero antes de construirse el Malecón. Y ese era realmente su aspecto en los tiempos de la colonia de lo después que será la “Avenida de Antonio Maceo”, originalmente “Avenida del Golfo” y conocida, por todos, como el Malecón de La Habana.
 
La historia del Malecón o “Avenida de Antonio Maceo”, nombre casi desconocido para muchos cubanos, comenzó en 1819 cuando se puso en práctica el llamado “ensanche de extramuros”, pues la ciudad estaba creciendo y el espacio costero que iba desde la entrada de la bahía hasta el Torreón de San Lázaro, era solo un espacio abierto de roca y mar, hermoso pero sin otra señal que lo inhóspito del lugar, a donde iban algunas familias a tomar baños de mar en esos “barracones de madera pomposamente llamados baños…” a los que Tella hace referencia.
 
Comenzó la obra el 6 de mayo de 1901
El Malecón de La Habana fue concebido originalmente por autoridades de los EE.UU. a principios del siglo XX. La construcción de la pasarela se inició a principios de 1900,  en esta primera etapa debía llegar desde la entrada de la Bahía hasta los baños de los Campos Elíseos cerca de la actual calle 8 en el Vedado. Al obtener Cuba su independencia el 20 de mayo de 1902, la obra había avanzado hasta la Calle Crespo, unos 500 metros de longitud. no mucho después de la Guerra Española-Estadounidense.
 
En la zona del litoral habanero donde hoy está el Parque Maceo y hasta el Río Almendares, lo que existía entonces era una costa de agudos arrecifes y un monte firme e impenetrable, que las autoridades españolas consideraban como una muralla natural ante los ataques y lo llamaban “Monte Vedado”. De aquí el nombre de lo que sería posteriormente lo que conocemos como el municipio Vedado.
 
Desde finales del siglo XIX, esta franja de territorio habanero vio vestir con recatados trajes de baño a nuestros abuelos en los días calurosos de nuestro verano, cuando aprovechando los viejos senderos de pescadores descendían por la parte posterior de sus casas para bajar a las pocetas y refrescarse en el mar. Todavía hoy se pueden ver algunas labradas en las rocas y que en aquella época se cubrían de toldos y de sombrillas en la época del verano.
 
Hasta 1895 hubo un desarrollo notable en el caserío de El Vedado. La cercanía del mar hizo que el barrio cobrara relevancia. En la línea de la costa, desde G hasta 6, se establecieron, a partir de 1864, varios balnearios y constituyeron una opción más asequible para las familias de menos recursos, sobretodo en su modalidad de baños públicos. La gente se bañaba entonces en lo que se llamaban pocetas de ahogado, que se aprovechaban de la disposición de las rocas o se cavaban artificialmente en estas. Las había pequeñas, con locales reservados para la familia, y otras muy amplias, en las que se bañaban, por separado, hombres y mujeres.
 
Entonces la calle E fue conocida popularmente con el nombre de “Baños”, porque llevaba a las pocetas del balneario “El Progreso”, el primero que se construye, en 1864. A fines de siglo se construyeron además, los baños de mar “Las Playas” frente a la calle D y posteriormente “El Encanto”, “El Carneado”, en Paseo, y otros como “El Encanto” y “El Océano”. Eran a la mar abierta, pero tenían unas divisiones para que no pudiera pasar los temidos tiburones.
 
El dueño de “El Progreso” lo convirtió en un gran negocio. Sobre la gran nave que cubría sus pocetas construyó 14 apartamentos dotados de sala-comedor, dos habitaciones y servicios, que alquilaba por cien pesos mensuales, y en Tercera, entre B y C, edificó varias casas de madera, pequeñas, destinadas también al alquiler durante la temporada veraniega. Sin contar que por el derecho al baño de mar cobraba 50 centavos.
 
Los baños de Carneado, en Malecón y Paseo, llegaron a ser la mejor diversión habanera para el domingo. Eran propiedad del llamado “Hombre-Grito”, por la promoción que hacía de su peletería en la Manzana de Gómez. Carneado presumía de riqueza, fortaleza física y varonía. Su riqueza la hacía evidente con tres brillantes gigantescos que formaban parte invariable de su atuendo. Para exhibir su fuerza, colocó una estatua suya, completamente desnudo y con los músculos en tensión, en las afueras de su residencia, situada también en las cercanías del litoral, y de su cualidades como varón, exhibía con orgullo sus más de 20 hijos, de todos los colores, que daban fe de su calidad de Don Juan.
 
La gente se bañaba entonces en lo que se llamaban pocetas de ahogado, que se aprovechaban de la disposición de las rocas o se cavaban artificialmente en estas. Las había pequeñas, con locales reservados para la familia, y otras muy amplias, en las que se bañaban, por separado, hombres y mujeres. Todos estos baños de mar, desaparecieron con la urbanización de la ciudad y la construcción del Malecón.
 
Su diseño y proyecto le fue encargado a Francisco de Albear, el más destacado ingeniero cubano en esos tiempos, que durante su vida intervino en más de 200 obras, destacándose la de la conducción a La Habana de las aguas de los manantiales de Vento, llevando a la capital aguas de calidad, acueducto que todavía tiene vida útil, sin desechar la gran cantidad de puentes, carreteras y otras obras de repercusión social que van hasta la proyección de una carretera Central estratégica para la Isla. Su proyecto de la vía costera tuvo evaluaciones no solo como solución para el tránsito, sino contemplaba otras complejidades para su urbanización.
 
Proyectó una vía amplia, elevada a cuatro metros sobre el nivel del mar, con bóvedas que pudieran tener otras utilidades, tanto logísticas como defensivas. Pero el gobierno español tenía otras prioridades y este proyecto se quedó durmiendo en una gaveta.
 
Esta zona, particularmente complicada por la irregularidad de los arrecifes y su gran profundidad, fue acometida por estar cerca del núcleo central de La Habana, fue adornado con árboles y grandes candelabros sobre el muro, los que ante el primer frente frío tuvieron que ser retirados.
 
En 1909 ya la obra había llegado hasta la actual Belascoaín, y en 1916 hasta el llamado torreón de San Lázaro, previo el rellenado de la caleta del mismo nombre que tenía 93 metros de ancho en su boca y 5.5 metros de profundidad, (frente al actual Hospital Ameijeiras y al parque Maceo) que era una de las zonas preferidas por los piratas para sus desembarcos.
 
Pero un ciclón en septiembre de 1919, levantó completamente ese tramo, con grandes daños e inundaciones nunca antes vistas y que la gente achacó a la construcción del malecón. Esa zona tuvo que ser reconstruida y reforzada, pero en 2017 el huracán Irma nuevamente deterioró esa zona considerablemente y provocó inundaciones mucho mayores. El mar reclama lo suyo.
 
Ya en 1921 se había avanzado hasta la actual calle 23 o la Rampa como se le nombra ahora, y para ello hubo que demoler varios balnearios muy concurridos por los habaneros, como Las Delicias, San Rafael y Romaguera, lo que permitió llegar hasta el frente al Hotel Nacional.
 
Ya en este tramo, desde la calle 23 al pasar frente al promontorio de la Batería de Santa Clara donde actualmente está el Hotel Nacional se hacía necesario separar el muro unos 30 metros del litoral y rellenar una gran área de más de cien mil metros cuadrados y a su vez construir el Monumento al Maine, crucero norteamericano hundido por una explosión en el puerto de La Habana y que sirvió de justificación para comenzar la Guerra Hispano-Americana. Este tramo, con el relleno, el parque y el monumento, se completó en 1923.
 
La continuación de las obras del Malecón fue acometida por el el gobierno del general Machado, tan brillante en ejecución de obras públicas como represivo en su gestión y su ministro de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, conocido con el sobrenombre de ”el Dinámico” quien en 1930 dirigió sus obras hasta llegar a la calle G, uno de los lugares donde el mar penetra con más fuerza históricamente. G y Malecón en el corazón del Vedado, es precisamente el punto más profundo del malecón habanero, unos cien metros cerca del muro, y es el lugar por donde las corrientes son más fuertes, por lo cual es uno de los puntos que más se inunda, llegando el agua hasta la calle Línea, varias cuadras tierra adentro.
 
Fue en 1955 que el gobierno de Batista lo continuó hasta la calle Paseo, donde se interpuso el Palacio de los Deportes, que estaba situado donde hoy está la Fuente de la Juventud frente al Hotel Habana Riviera. Ello implicó construir la actual Ciudad Deportiva en Vía Blanca y Avenida de Boyeros, lugar lleno de matorrales y hasta con un pequeño lago donde mataperreaba cuando niño, ya que en ese lugar nos sentíamos una especie de tarzanes.
 
Hubo diferentes proyectos, entre ellos el llevar el Malecón hasta el nivel de la calle 12 del Vedado y con un puente colgante enlazar con la avenida Primera del Reparto Miramar, hasta cerca de donde posteriormente se construyó el Hotel Rosita de Hornedo, actual Sierra Maestra.
 
Muchas de las más importantes arterias de La Habana mueren en el Malecón: el Paseo del Prado, Belascoaín, la calle 23, Línea, la Avenida de los Presidentes o calle G y Paseo.
 
A lo largo del paseo existen complejos arquitectónicos dedicados a los patriotas de las guerras independentistas cubanos como Antonio Maceo y Calixto García, e imponentes esculturas, como la dedicada a las víctimas de la voladura del acorazado Maine. Un Obelisco que existía en Malecón y calle 23, el inicio de la Rampa, fue retirado.
 
Entre los planes estaba el convertir a La Habana, en particular el Malecón, en una franja hotelera llena de casinos, de clubes, de cabarets, de exquisitos burdeles, que iban a fascinar al mundo entero. Una Habana a la que se podría arribar en grandes aviones de reacción; pero a la que también se podría viajar en hidroaviones, en barcos, en yates y cruceros; en helicópteros…El ambicioso proyecto comprendía una cadena de hoteles con sus correspondientes casinos a lo largo de la costa norte, ampliándose entre La Habana y Varadero, con la construcción de varios repartos residenciales y una planta eléctrica. Con esos fines se construyeron las majestuosas obras del túnel de La Habana y la Vía Blanca.
 
Su particular diseño hizo que sirviera para acoger los más diversos acontecimientos que van desde carreras de autos, rodaje de escenas fílmicas, desfiles, conciertos y carnavales.
 
Esta obra, que comenzó en el Castillo de la Punta, y terminó con el Castillo de la Chorrera, dos fortalezas españolas, una en la entrada de la bahía y otra en la desembocadura del río Almendares, demoró medio siglo en ver terminada su construcción y cambió por completo la fisonomía de la capital cubana.  Sin duda junto al Capitolio, al Castillo del Morro y a otros símbolos de la ciudad, está en un lugar importante el Malecón habanero.
 
Los Carnavales.
Los carnavales que conocí son muy diferentes a los que existen después de la Revolución. Los carnavales eran una actividad recreativa y participativa, donde la gente iba a comer, a tomar no en exceso, a pasear en carros o carretones preparados para la ocasión, disfrazados o simplemente alegres. La gente presenciaba las carrozas y las comparsas que iban desde el inicio del Paseo del Prado en la calle Monte hasta la explanada de la Punta en el Malecón, donde hacía el regreso y repetían el paseo.
 
Los carnavales y el Malecón actual no tienen nada que ver con el de la década de los años cincuenta, iluminadas sus noches por las luces de colores de los grandes anuncios lumínicos y, en época de carnaval, por los paseos y desfiles que llegaban por el Paseo del Prado hasta el Capitolio, dando la vuelta en la Fuente de la India, regresando por el mismo itinerario hasta su punto de partida, repartiendo música, bailes, serpentinas y confetis a los miles de espectadores, que ocupaban asientos a su paso en portales y aceras.
 
De los carnavales socialistas ya he hablado. Son lo más vulgar que existe, predominando la borrachera, las broncas y el ruido, el mal gusto y las manifestaciones antisociales.  El Malecón en carnaval es un verdadero infierno.
 
Pero no puedo olvidar los carnavales de 1970, cuando después del capricho terminado en desastre de la Zafra de los 10 Millones y años sin festejos populares, se hicieron unos carnavales desenfrenados que mi padre, tras más de 8 años de presidio en Isla de Pinos, disfrutó tomando cerveza, que la gente compraba en cubos. Pero hasta ahí.


Primer  Anterior  2 a 3 de 3  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 15/10/2020 14:28
“El Maleconazo”
A principios de los años 90, al desaparecer el campo socialista y Cuba dejó repentinamente de contar con el gigantesco subsidio de la Unión Soviética, todos esperamos que en Cuba iba a ocurrir lo mismo que con el muro de Berlín. Pero en vez de ello, Fidel Castro optó por sumir a los cubanos en una supervivencia miserable, que constituyó el caldo de cultivo perfecto para que se produjera lo que no había ocurrido en los 40 años de permanencia del socialismo en el poder: una revuelta popular.
 
“El Maleconazo” fue el resultado de la mayor crisis económica en toda la historia de Cuba y constituyó una protesta popular completamente espontánea y sin liderazgo que respondía exclusivamente al hartazgo de su sumisión a un sistema represivo en extremo y que rompía décadas de pasividad e hipocresía.
 
El llamado “período especial en tiempo de paz”, para lograr que el régimen se perpetuara en el poder, fue resultado no solo de la caída de la URSS, sino también del desastre en la dirección del sistema económico cubano, que había erradicado los elementos de mercado y suprimido la iniciativa empresarial, en favor de la centralización, situación que empeoró cuando a Fidel Castro le dió un nuevo arrebato e inventó el “Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas” desde 1986 hasta 1990. Por supuesto también le echaron la culpa al bloqueo norteamericano y a la Ley Torricelli, pero la verdadera causa de las desgracias de los cubanos eran y son las políticas internas y la costumbre del gobierno cubano de vivir a costa de los subsidios. Y tuvo suerte, de la URSS pasó a la teta de Venezuela.
 
No voy a rememorar esta etapa tan crítica de la vida del cubano, y que yo particularmente considero no ha terminado por completo. Se redujeron los servicios de transporte y la generación de electricidad, con los consiguientes apagones y cierres de fábricas. La producción nacional de alimentos a causa de cesar las importaciones de fertilizantes, energéticos y piezas de repuesto, se hicieron emisiones de moneda sin respaldo y el cáncer que sembró el Ché Guevara en su aventura en el Banco Nacional, cuando logró que el peso cubano dejara de tener valor internacional, se sumó a una descontrolada espiral inflacionaria.
 
El poder adquisitivo real del peso se precipitó, creándose un proceso de dolarización de la economía. Y todo ello repercutió en los presupuestos de educación, salud pública y el sector público en general. Y el valor real de los ingresos medios se convirtió en despreciable. Una cebolla podía costar veinte pesos, el salario equivalente a dos días de trabajo, una caja de cigarros cien pesos, un dólar 120 pesos y así sucesivamente.
 
Proliferaron los inventos para no irse a la cama sin comer algo, apareció el picadillo de cáscaras de plátano verde y el bistec de toronja, o de frazada de piso y se hizo cotidiano esperar varias horas para subirse a una guagua, si es que podías montar en ella o si paraba.
 
La respuesta principal fue que la gente se dedicó a cualquier cosa para subsistir, sobre todo a cuestiones ilegales, pues en Cuba lo que no era prohibido era obligatorio y no existía ni existe el estado de derecho. Si el gobierno no quiere que comas carne, pues vas preso por traficar con carne de res o fuertes multas por comprarla. Si tenías un dólar en tu bolsillo, podías ir preso por tráfico de divisas.
 
Así y todo, prosperó el trueque, el mercado negro y todo lo que fuera vital para la supervivencia aunque fuera ilegal. Y mientras tanto, eran más y más la gente que buscaba desesperadamente una vía para abandonar el país.
 
Una buena parte de la población, sin embargo, se dedicaba en 1994, el año crucial de la crisis, a buscar la manera de “montarse en algo” para abandonar el país.
 
Hubo varios hechos que sembraron la alarma: entre mayo y agosto personas entraron a la fuerza en las embajadas de Bélgica y de Alemania, secuestraron embarcaciones como el Remolcador 13 de marzo, hundido con más de 60 pasajeros por una nave gubernamental, y dos veces fue secuestrada la lanchita de Regla, aunque era una embarcación sin condiciones algunas para navegar en alta mar.
 
Todos estos hechos concluyeron en que el 5 de agosto cientos de cubanos se reunieron en las cercanías de la entrada de la bahía habanera porque se había corrido la “bola: (más creíble que el noticiero televisivo o radial) de que varias lanchas llegarían a recoger a sus familiares para llevarlos a Estados Unidos, como había ocurrido en 1980 cuando Fidel Castro jugó sucio con James Carter y permitió el éxodo del Mariel, por el que se fueron más de 125 mil cubanos.
 
Esa fue la chispa que provocó El Maleconazo. Cientos de personas se congregaron en el Malecón de La Habana, enfrentándose con palos y piedras a la policía, saqueando comercios y rompiendo escaparates de tiendas y hoteles, a la vez que lanzaban consignas contra Fidel Castro y el socialismo. Destruyeron carros patrulleros
 
Los disturbios duraron varias horas y se extendieron hacia los barrios céntricos de la capital, en particular Centro Habana. La acción de la policía y la Brigada Constructora Blas Roca, en realidad paramilitares agentes del Ministerio del Interior con tubos de metal y palos, provocaron múltiples heridos y cientos de detenidos.
 
El epicentro del motín popular fueron las barriadas pobres y mayoritariamente negras de San Leopoldo, Colón y Cayo Hueso. Zonas donde la gente reside en solares ruinosos y con un futuro entre signos de interrogación. Ahora están mucho peor y nadie protesta porque esos barrios son el centro del jineterismo, el tráfico de drogas y de objetos robados y el juego prohibido y tienen ciertas tolerancia con estos hechos.
 
Todavía en la mañana del 5 de agosto, ser balsero era un delito. Si te pillaban, podías cumplir una sanción de hasta 4 años tras las rejas. A pesar de los chivatos, al amparo de los apagones se construían balsas de todos tipos y tamaños. La Habana parecía una ciudad de fragatas.
 
Después del maleconazo y de la mayor protesta contra Fidel Castro, se realizaron negociaciones secretas entre Cuba y los Estados Unidos. Pero el 5 de agosto, ser balsero era un delito por el que podías cumplir una sanción de hasta 5 años. Al no definirse nada en las conversaciones, y tras el intento de secuestro de un buque tanque, el gobierno ordenó que permitieran libremente la salida de balseros.
 
El malecón, y todo el litoral habanero, hacia el este u el oeste, se convirtió en un gigantesco lugar donde la gente se abrazaba y se deseaba buena suerte en la travesía y en la nueva vida. Recuerdo en particular la gente yendo hacia el malecón, varios cargando una embarcación rústica, inventada con palos, tanques de petróleo o plásticos, lonas, cuanta cosa pudiera flotar, y decenas de vecinos, familiares y amigos detrás alentándolos y despidiéndolos. Lo que pasa es que si algo caracteriza al comunismo, aparte de su falta de humanidad, es la carencia de escrúpulos y de vergüenza, si hubieran tenido una pizca de este valor, se darían cuenta de a dónde llega un hombre por alcanzar la libertad, a poner en juego su propia vida.
 
Miles de cubanos se lanzaron al mar en los días siguientes. Se ignora cuántos murieron al tratar de alcanzar Florida, a 150 km de Cuba y se estima en 35 mil los que llegaron a Estados Unidos por esta vía.
 
24 años después el éxodo solamente lo detuvo la cancelación de la llamada Pies Secos, Pies mojados. Y todavía mucha gente, que ya no tiene esperanzas por diversas razones, de poder irse del país, siguen sentándose en el muro del malecón para rememorar las esperanzas perdidas.
 
El malecón actual.
Como a todo en Cuba, al malecón le ha pasado por encima el huracán desastroso de la revolución. Y encima de eso el cambio climático ha hecho de las suyas, lo que unido a la desidia y el abandono gubernamental han provocado que cada día son mayores y más mortíferos los huracanes, tormentas extratropicales, frentes fríos y otros fenómenos naturales, y todos ellos han ido destruyendo el poderoso muro de contención, afectado además porque las penetraciones del mar cada vez son más poderosas y extensas.
 
Cuando Cuba sufrió los embates de la Tormenta del Siglo en marzo de 1993, las zonas aledañas al balcón de La Habana nunca habían vivido algo igual , después fue el huracán Wilma en el 2005. Pero lo peor estaba por venir, este frecuentado espacio capitalino quedó bajo el agua en una gran parte y fue bastante deteriorado tras los embates del huracán Irma que azotó la isla en 2017. El poderoso huracán Irma, provocó olas de más de 10 metros y la entrada del agua dos kilómetros tierra adentro,
 
El sobrepaso del oleaje por encima del muro del Malecón y la entrada de agua de mar por los drenes pluviales que descargan en el litoral fue mayor que nunca. La urbanización ha ocupado espacios de las cuencas hidrográficas donde se producía el drenaje natural hasta el mar lo que se une a la falta de mantenimiento.
 
Se ha hablado de modificar el muro existente elevando la altura máxima a 1,25 metros sobre el nivel de la acera, con reforzamiento y curvatura en la fachada al mar, crear módulos de contención con elementos de hormigón para minimizar la entrada de agua y añadir elementos rompeolas a una distancia prudencial de la costa para contener el primer impacto. Pero esto son solo otros planes más de los cientos de miles que han ofrecido al pueblo cubano como solución a cada una de sus necesidades.
 
Ya pocos recuerdan “el maleconazo”. Hoy el malecón es transitado mayoritariamente por vehículos y turistas en busca de la brisa marina y del sol tropical, y los muchachos compitiendo end “cazar olas” cuando rompen contra el muro en temporada de huracanes o en nuestro intermitente y corto invierno.
 
Muchos se sientan en el malecón para dar rienda suelta a sus añoranzas, desesperación y melancolía. El cubano sabe olvidarse de su realidad, sobre todo porque son alegres y les gustan las fiestas, la comida, la bebida y el cigarro y sin olvidar la música. Todo ello a pesar de que no es fácil la existencia. Pero en el malecón, todos tienen un sueño: ser algún día dueños de su propio destino.
 
 
Sin duda alguna, si pudieran hacerlo, todos los habaneros irían a sentarse al malecón cuando el sol está cayendo, aunque el Malecón  se ha convertido en La Zona Rosa Gay de La Habana.
 
FUENTE: MEMORIAS DE UN CUBANO 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 15/10/2020 14:32
Malecón, Construcciones, La Habana
Luego de 1959, la calidad tradicional de la ingeniería y la arquitectura cubana desaparece bajo las metas; la corrupción inducida que roba hasta un alambre, las microbrigadas y los contingentes.

El malecón habanero y la república
No es una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana. Es en esencia un gran muro de ocho Km de longitud entre la costa y una ancha avenida sin altas complejidades ingenieriles, no obstante, tiene dos características que lo hacen un símbolo republicano y demócrata:
 
*Su construcción comenzó en 1901 bajo el gobierno interventor estadounidense del cual todos los secretarios —ministros— así como alcaldes y gobernadores eran cubanos, en su inmensa mayoría independentistas destacados incluyendo generales y altos oficiales del Ejército Libertador y en cada período presidencial de la república se le añadió tramos a su construcción, con Carlos Prío Socarrás, último presidente electo, se llegó a su ubicación actual en la desembocadura del Almendares.
*Quien viva en La Habana y sus condiciones físicas le permitan llegar a pie al Malecón en caso de no vivir en sus alrededores o contar con transporte, puede disfrutar de la brisa, respirar el aire salino y yodado del océano, conversar, romancear, tocar guitarra u oír a quien lo haga, darse unos tragos, en fin, recibir un tratamiento anti estrés de lujo completamente gratuito.
Desde el golpe de Estado de Batista en 1952 hasta 1959, es decir, siete años se ejecutaron en al país múltiples obras: escolares sobre todo rurales; de la salud, entre ellas las del programa llamado Organización Nacional de Dispensarios Infantiles, ONDI, se reconstruyeron hospitales como el antiguo Reina Mercedes hoy el Fajardo, se construyó el hoy Ortopédico Frank País. Se ejecutaron cuatro de las Siete Maravillas de la Ingeniería Civil Cubana: el Edificio FOCSA y el túnel de la bahía totalmente, el puente de Bacunayagua, terminado en 1959 y el Viaducto La Farola, comenzado antes de 1952 y terminado en 1965, pero los trabajos fundamentales y de mayor complejidad que le ganan el calificativo de Maravilla se hicieron durante el período.
 
Otras inversiones privadas fueron cuantiosas: en urbanización y viviendas; radio, televisión y telefónicas; diversificación de la agroindustria azucarera; industria ligera incluyendo textil, alimentaria, y para apoyar todo eso en la generación de electricidad se invertía sistemáticamente, en esos tiempos se construyó la primera planta cubana de generación eléctrica con recursos renovables, la hidroeléctrica del Hanabanilla, y en 1959 en vistas de la nueva situación creada la General Electric Board canceló un financiamiento de 15 millones de USD de la época, unos 150 millones actualmente. Mención especial para la Ciudad Deportiva de La Habana, con merecimientos de maravilla.
 
Pero no se añadió un metro al Malecón haciendo muchísima falta.
 
Luego de 1959 no se realiza ninguna maravilla, la calidad tradicional de la ingeniería y la arquitectura cubana desaparece bajo las metas; la corrupción inducida que roba hasta un alambre (para sobrevivir hay que hacerlo); las microbrigadas y los contingentes
 
Del malecón nada, ni un metro más y además no se han mejorado las condiciones del existente para hacer más efectiva su función de protección de la furia marina a la ciudad. Ahora se habla de esto último, veremos cuando se materializa si es que eso sucede. Lo más probable es que haya que esperar por la restauración de la república.
 


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados