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General: José Lezama Lima, del ostracismo a la inmortalidad
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 19/12/2020 13:46
 CULTURA E INTOLERANCIA
El castrismo se apropió del nombre y del legado literario de Lezama y los explotó para su beneficio, como mismo ha hecho con la obra de otros grandes artistas y escritores de la Isla.
 
José Lezama Lima, del ostracismo a la inmortalidad
ROBERTO JESÚS QUIÑONES HACES
  Entre el grupo de insoslayables de nuestra historia literaria está un cubano cuya gloria literaria -y quizás también su desdicha política- quedó determinada por la publicación de una novela diez años antes de su muerte.
 
Desde 1937, cuando apareció la revista Verbum -que dirigió junto con René Villarnovo- y hasta su muerte, ejerció una notoria influencia cultural en nuestra patria, la cual continúa más de cuarenta años después de su muerte.
 
No soy un ferviente admirador de su poesía, pero sí de sus ensayos y, sobre todo, de su novela Paradiso.
 
Ese cubano es José Lezama Lima y nació el 19 de diciembre de 1910.
 
Humor y chispeante agilidad mental
 
El libro Cercanía de Lezama Lima, de Carlos Espinosa Domínguez, publicado por la editorial Letras Cubanas en 1986, constituye una valiosa fuente de información para conocer la vida del insigne escritor.
 
Por él supimos que Lezama tuvo el don de la conversación inteligente. Ángel Gaztelu afirmó: “Tenía una chispa muy criolla, y por eso su conversación resultaba amena y no llegaba nunca a abrumar. Podía hablar de todo: desde los cronistas de Indias hasta el último libro de Saint John Perse”.
 
El propio sacerdote contó que un día estaban en una de las tertulias improvisadas en la librería “La Victoria” –situada en la calle Obispo, entre Habana y Compostela- y llegó Jorge Mañach. A Lezama le llamaban “el Maestro”, a pesar de que había publicado muy poco. Mañach le espetó: “Así que según dicen por ahí, a usted lo llaman el Maestro”. Lezama  respondió: “Mejor es que lo llamen a uno Maestro en broma y no Profesor en serio”.
 
Nicolás Guillén refirió que durante un almuerzo en la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) Lezama, que estaba a su lado, había terminado de comer. En una de las fuentes quedaba un bistec y eso bastó para tentar su insaciable apetito, por lo que se dirigió a otro comensal y le dijo: “¿Sería usted tan amable de traspasar a mis predios ese pobre bistec que se ha quedado  huérfano y que yo puedo ayudar con mis mandíbulas?”.
 
Refiriéndose a un autor que seguramente no era de su agrado dijo esta frase lapidaria: “Ese señor ha escrito un solo libro. Todo lo anterior es preparación; todo lo posterior, reiteración”.
 
¿Cuál fue la posición política de José Lezama Lima?
 
Raúl Roa menciona que Lezama Lima participó en la manifestación del 30 de septiembre de 1930, donde fue ultimado el estudiante Rafael Trejo. Al parecer ese suceso marcó indeleblemente a Lezama, porque aparece recreado en su novela Paradiso.
 
Según Cintio Vitier, la posición de Lezama fue de apoyo a la revolución. Pero si se analizan objetivamente los testimonios que ofrece el libro -incluido el del mismo Vitier- no resulta desatinado afirmar que el entusiasmo inicial de Lezama por ese acontecimiento sufrió un evidente desgaste.
 
Cuando se fundó la UNEAC ocupó una de sus vicepresidencias, pero eso no impidió que tanto él como otros miembros del grupo Orígenes recibieran furibundos ataques desde Lunes de Revolución, suplemento cultural del órgano oficial del Movimiento 26 de Julio.
 
Se afirma que sus cartas a su hermana Eloísa están permeadas por las secuelas del sombrío panorama que cercó su existencia después de la muerte de su madre y la publicación de Paradiso.
 
El propio Cintio Vitier reconoce que Lezama recibió invitaciones desde España y México cuando su novela era ya un resonante éxito literario, pero estas no fueron tramitadas oficialmente. Es decir, nunca recibió la tristemente célebre tarjeta blanca que lo autorizaba a viajar al extranjero.
 
Para contrarrestar la opinión de que Lezama fue  otro de los escritores lanzados al ostracismo, Cintio afirmó que después de su muerte se publicaron los libros Fragmentos a su imán y Oppiano Licario, olvidando que lo mismo ocurrió con Virgilio Piñera y con otros escritores que durante esos años fueron discriminados y hoy son alabarderos de la dictadura.
 
Paradiso en la cumbre de la nueva literatura latinoamericana
 
Con la publicación de Paradiso, en 1966, Lezama incluyó su nombre dentro de la vanguardia literaria latinoamericana.
 
No olvido el impacto que me causó la lectura de esa novela. Viajaba en un ómnibus “Hino” desde La Habana a Cienfuegos, una tarde de la década de los años setenta del pasado siglo, y comencé a leer aquella edición de portada roja. Dicen que tenía muchas erratas pero no solté ese libro hasta terminar de leerlo, a pesar de que su lectura me resultó difícil. Fue un deslumbramiento no exento de muchas preguntas. ¿Cómo alguien puede escribir así?, recuerdo haberme preguntado durante algún tiempo.
 
Gracias al libro de Espinosa y a otras lecturas relacionadas con la novela y su autor he podido captar la magnificencia de una de las obras más notables de la literatura universal.
 
Paradiso fue una conmoción en el ámbito cultural cubano y también en otras partes del mundo. Aquí algunos llegaron a catalogarla como pornográfica y defensora del homosexualismo en una década donde todavía existían las tristemente célebres UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de concentración de inspiración fascista donde la dictadura cubana pretendía convertir en hombres nuevos a los religiosos, homosexuales, “desviados ideológicos”, vagos y a todo ciudadano considerado antisocial.
 
Otros aseguran que esa incomprensión fue superada casi de inmediato, pero la novela no fue reeditada hasta más de una década después de la muerte de su autor, cuya reivindicación literaria nació por iniciativa de jóvenes poetas y escritores alrededor de 1985. El oficialismo se apropió del nombre de Lezama y de su legado literario para su beneficio, lo mismo que ha hecho con otros artistas y escritores.
 
La publicación de esa novela fuera de Cuba lanzó a la fama literaria a Lezama Lima, pero este no era un furibundo defensor de la dictadura cubana, como sí lo fue Alejo Carpentier, por eso murió el 9 de agosto de 1976, a los 66 años, en el más profundo ostracismo.
 
 
 


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