¿La homosexualidad es un pecado? ¿Una desviación? ¿Una conducta a evitar? La mayoría de las iglesias consideran que sí, pero no todas.
En Cuba, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (IMC) asienta su credo en la inclusión de todas las personas, independientemente de su orientación sexual.
"Antes asistía a una iglesia cristiana reformada, donde siempre se hablaba de la homosexualidad como un pecado, aunque yo, que soy homosexual, nunca lo vi de esa manera. Para mí se trataba solo de amor", cuenta Fernando Cepero Romero en las redes sociales de la ICM.
Y continúa: "Un día una amistad me habló de ICM y desde que empecé a visitar esta iglesia me siento diferente: ¡Le doy muchas gracias a Dios por eso!"
Este es solo uno de los testimonios que integran la campaña "Cristo ama mis colores" de esta iglesia cubana de la ciudad de Matanzas, a unos 100 km al este de La Habana.
Iglesia de puertas abiertas
"Nuestra iglesia acoge a todas las personas sin importar su orientación sexual, pero especialmente a aquellas que han sido excluidas, e incluso muchas veces laceradas, de otras comunidades de fe", dice a DW Yivi Cruz, pastora de la Iglesia Metropolitana de Cuba.
Desde 2015 en la isla, la iglesia reconoce filiación con la IMC (MCC, por sus siglas en inglés), fundada a fines de los años 60 en California, Estados Unidos, y en la actualidad está presente en alrededor de 40 países del globo.
Se trata de una confesión protestante que plantea una interpretación liberal del cristianismo, basada en el respeto, el amor y la justicia. En Cuba, no solo da la bienvenida a la comunidad LGBTIQ, sino también a quienes adscriben a religiones afrocubanas, desaprobadas en la mayoría de las iglesias del país.
"Somos una iglesia radicalmente inclusiva, donde la mesa de comunión, la eucaristía, es abierta para todes, sin excluir a nadie: ni por su sexo, ni por su raza, ni por su religión", indica Cruz.
Una iglesia contracorriente
"Más allá de lo estrictamente religioso, creo que representan un ejemplo de respeto y civismo para la sociedad en su conjunto", afirma, por su parte, la periodista cubana Eileen Sosin Martínez, autora de una investigación sobre el tema para openDemocracy.
"ICM constituye un espacio de resistencia, y hasta de esperanza, pues están profesando la plena inclusión de todas las personas", sostiene Sosin Martínez en diálogo con DW.
Y contextualiza: "En un momento de auge de los fundamentalismos religiosos en Cuba, el papel de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana cobra aún mayor importancia".
Efectivamente, la ICM va contracorriente y sienta precedente en la isla. Así, luego de que las denominaciones cristianas más conservadoras lanzaran una campaña "a favor del diseño original de la familia", en contra del matrimonio igualitario y su posible inclusión en la reforma constitucional de 2019, la ICM proclamó "el carácter poliamoroso y radicalmente inclusivo de Dios".
Con todo, el asunto quedó excluido de la Constitución aprobada, y fue trasladado al Código de Familia, el cual se encuentra en revisión y será sometido a consulta popular en 2021.
Sí al matrimonio igualitario
La Iglesia Metropolitana, sin embargo, sigue adelante con sus convicciones: "Celebramos bodas, bendiciones de amor, para todas las personas que lo quieran, porque el amor no puede ser privilegio para unes y no para otres", puntualiza la pastora Cruz.
Sus causas, asimismo, exceden la cuestión del matrimonio igualitario: "La mayor hipocresía es hablar del amor de Dios, de la imagen de la divinidad en cada persona y callar ante la violencia de género en las iglesias, desconocer que las lecturas literalistas las avalan y perpetúan, e invisibilizar la opresión disfrazada de orden natural", sostiene, por su parte, la teóloga argentina Claudia Florentín Mayer desde las publicaciones de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana cubana.
Sus actividades incluyen además jornadas de concientización sobre salud sexual y reproductiva, la limpieza de ríos y playas, así como iniciativas de acción social y reciclaje.
En cuanto a sus metas, planean expandirse a otros puntos del país: "Somos una iglesia sin paredes, y donde quiera que haga falta esta teología espiritual liberadora, ahí vamos a estar nosotros y nosotras", augura Yivi Cruz.
"Porque creemos que Dios puede amarnes de una manera digna, alegre, y sin ser violentados espiritualmente por nada", resume.