No creo que Donald Trump, aún el presidente de Estados Unidos, haya leído la obra de Curzio Malaparte por lo que se conoce no es muy buen lector, incluso le cuesta trabajo leer un par de páginas en la que le tratan de sintetizar las situaciones de seguridad nacional. Incluso los que conocen su falta de atención a la palabra escrita tratan de siempre usar gráficas y otros elementos no literarios para captar y tratar de mantener su atención a aspectos de extrema importancia para el país. Como dijo Truman (lo cito de memoria): No todos los buenos lectores son líderes, pero los buenos líderes son lectores.
Qué pretendía Trump con su llamada al secretario de estado de Georgia si aunque lograse su propósito con los 16 votos electorales de Georgia no revertirían los resultados de las elecciones. Qué pretendía Trump con ese discurso a sus fieles fanáticos reunidos para escuchar al máximo líder, frente a la Casa Blanca, si Trump sabía perfectamente que lo que iba ocurrir en el Congreso era simplemente un acto simbólico que nada podía cambiar, y Pence no podía cumplir con las ordenes que él le había dado. ¿Era una mala reproducción de lo ocurrido el 27 de febrero de 1933 en Berlín con el incendio del Reichstag, y logrado sus fines seguir los sabios consejos del deshonrado Michael Flynn decretar la ley marcial y arreglar los resultados de las elecciones a su gusto, conveniencia y necesidades de autócrata?
Durante un discurso, de casi hora y cuarto, Trump repitió decenas de veces que las elecciones las había ganado él y con una avalancha de votos, y que nunca concedería haber sido derrotado, hizo repetidos llamado a continuar la lucha a no dejarse vencer a detener el robo de las elecciones:
No había pasado 15 minutos de su arenga cuando comenzó a incitar a la multitud que coreaba: “¡Luchemos por Trump!” (Fight for Trump!):
“Después de esto, caminaremos hacia abajo y estaré allí con ustedes. Caminaremos hacia el Capitolio y vitorearemos a nuestros valientes senadores y congresistas y mujeres. Probablemente no vamos a animar tanto a algunos de ellos porque nunca recuperarán nuestro país con su debilidad. Tienen que mostrar fuerza y tienen que ser fuerte”.
¿A que iban sus huestes al Capitolio? En los minutos finales queda definida la tarea a cumplir:
“Debemos detener el robo y luego debemos asegurarnos de que un fraude electoral tan escandaloso nunca vuelva a suceder, que nunca se pueda permitir que vuelva a suceder, pero estamos avanzando. Nos encargaremos de seguir adelante.” “Y lucharemos. Lucharemos con todas las fuerzas y si no luchas con todas las fuerzas, ya no vas a tener un país.”
Y así termina su incitación a marchar al Capitolio:
“Así que vamos, vamos a caminar por Pennsylvania Avenue, me encanta Pennsylvania Avenue, y vamos al Capitolio y vamos a tratar de dar… Los demócratas no tienen esperanza. Nunca votan por nada, ni siquiera por un voto. Pero vamos a intentar darles a nuestros republicanos, a los débiles, porque los fuertes no necesitan nuestra ayuda, vamos a intentar darles el tipo de orgullo y audacia que necesitan para recuperar nuestro país”.
Y marcharon al Capitolio donde francamente no pude observar que la policía del Capitolio actuara con mucha determinación, no fue como lo ocurrido en el parque de Lafayette el 1º de junio cuando la multitud que protestaba pacíficamente fue dispersada con gases, disparos de perdigones, cientos de policía, incluso la policía montada, y tropas de la Guardia Nacional, armada y con chalecos de protección, facilitaron que Trump se pudiese tomar una foto, con una biblia en la mano, frente a la iglesia St. John. Aquí no hubo nada de eso, muy raro para decir lo menos.
Y se produjo el horror, el más inaudito ataque contra la democracia norteamericana, los vándalos se posesionaron del Capitolio, se sentaron en los asientos de los congresistas, penetraron en las oficinas privadas de los mismos, destruyeron propiedades, desacralizaron imágenes y estatuas, lo impensable, para regocijo de otros autócratas en Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba y Venezuela.
¿Cómo reaccionó Trump? A las 4:01 PM tuiteó:
“Estas son las cosas y los eventos que suceden cuando una victoria electoral aplastante y sagrada es despojada de manera tan brutal y sin ceremonias de los grandes patriotas que han sido maltratados e injustamente durante tanto tiempo. Vete a casa con amor y en paz. ¡Recuerda este día para siempre!”
En algo sí estaba en lo cierto: este día será recordado por siempre, como el más abominable en la historia de este país y él, y los senadores y los representantes dispuestos a apoyarlo incondicionalmente, serán los culpables de tamaña afrenta.
Joe Biden se presentó ante las cámaras de TV e hizo un llamado a la cordura y emplazó a Trump a presentarse ante las cámaras de la televisión nacional para condenar los hechos que estaban ocurriendo, la respuesta de Trump fue colgar en Twitter un video de poco más de un minuto, (Twitter lo descolgó pero los interesado los pueden ver aquí) no se presentó ante la TV siguió alegando que le habían robado las elecciones no denunció las tropelías de los asaltantes.
“Conozco tu dolor. Sé que están heridos. Tuvimos una elección que nos fue robada. Fue una elección aplastante y todo el mundo lo sabe, especialmente el otro lado. Nunca ha habido un momento como este en el que haya sucedido algo así en el que puedan quitárnoslo a todos: a mí, a ti, a nuestro país. Esta fue una elección fraudulenta. Los amamos. Son muy especiales. Han visto lo que pasa. Ven la forma en que se trata a los demás, son tan malos y tan malvados.”
En medio de esta convulsión tan dramática él volvió a poner su yo por delante de sus seguidores, del país. Es lo que ha hecho continuamente con su ego hipertrofiado. Ahora murió una mujer que da igual que fuese una seguidora o no de Trump, murió un ser humano y otros tanto resultaron heridos, pudieron ser muchos más.
Confío que en la memoria del pueblo norteamericano queden grabados estos hechos como una afrenta a sus libertades, a la democracia, y esta aborrecible figura pase al basurero de la Historia.