Un usuario de WhatsApp anuncia la venta de una caja de merluzas de treinta y dos libras importada de Argentina en 80 dólares o el equivalente en pesos. Otro, vende carne de res de Uruguay, cajas de pollo estadounidense y queso gouda alemán. La agencia Cuber oferta jabas de viandas, frutas y hortalizas a domicilio. Una persona cambia siete libras de arroz de la bodega por antibióticos y un internauta con el nick de Patria y Vida compra dólares a 48 pesos.
El comercio electrónico subterráneo se ha disparado en Cuba. Incluso antes de que llegara el Covid-19, negocios privados legales o ilegales vendían muebles, ropas de marca o la última versión de iPhone. En Telegram, WhatsApp y otras redes sociales, existen sitios de compra y venta de casas, automóviles y alquiler de videojuegos. Hay grupos que en tiempo real informan que están vendiendo en las tiendas MLC o que una cantante prestigiosa como Haydée Milanés ofrece un recital por su canal de You Tube.
Como suele ocurrir en Cuba, las torpes empresas estatales se quedan rezagadas. El sitio de comercio electrónico En Zona es un auténtico lío. Usted puede estar varias semanas intentando comprar un combo con una lata de sardina, un paquete de papel sanitario y dos litros de aceite vegetal sin lograr efectuar la operación. Surrealismo puro. Cuando aparentemente tienes la compra en el carrito, en el momento de pagar en línea, desaparece el artículo. El diseño de la página es horroroso, la conexión super lenta y los despachos, cuando logras comprar, pueden demorar un mes o nunca llegar.
Yadira, ama de casa, cuenta que noche tras noche intenta comprar por la aplicación En Zona, pero no ha tenido éxito. “Nunca funcionó bien, antes de la pandemia en alguna que otra ocasión podías comprar. Pero ahora es una misión imposible. No entiendo para qué el gobierno gasta tantos recursos en un negocio que no funciona. Al principio lo publicitaban como si fuera un milagro, iban los funcionarios al programa Mesa Redonda, alardeaban del sitio y le pedían a la población que comprara por la vía de pagos electrónicos. Pero jamás ha funcionado con un mínimo de calidad”.
Las empresas estatales en Cuba funcionan mal o no funcionan. Sin apenas publicidad, embalajes antiestéticos y productos de pésima calidad es muy difícil ser competitivo. En cualquier otra nación, el gobierno las hubiera vendido a inversionistas privados. Una y otra vez el régimen les ofrece una oportunidad. Y una y otra vez fracasan. La dictadura verde olivo intenta culpar al cacareado embargo económico y financiero de Estados Unidos de todos sus males. Pero la mayoría de los negocios privados, sin recursos, ni mercados mayoristas e incluso sin ser legales, funcionan razonablemente bien.
Llamémosle José. Vende carne de cerdo a domicilio. No tiene un servidor privado, decenas de empleados ni cuenta con una flota de autos para llevar el encargo a los compradores. ¿Cómo se las agencia? “Fácil, responde, mi esposa y yo cogemos los pedidos el día anterior, de cincuenta a ochenta encargos. Luego cuadro con choferes particulares para que lleven la compra hasta la casa del cliente. Por ejemplo, la carne de puerco deshuesada la vendo a 90 pesos. El transporte, de acuerdo a la distancia, se cobra aparte. Todos salimos ganando”.
Casi todos los negocios gastronómicos privados funcionan de esa manera. Servicios de mensajería como Mandao y otros llevan los productos adquiridos hasta la casa del usuario. La pandemia, el desabastecimiento general y el desatinado reordenamiento monetario, ha provocado que los precios hayan crecido entre cuatro y diez veces. Si hace un año una libra de carne de res en el mercado negro costaba 70 pesos, ahora, si la encuentras, no baja de 120 pesos la libra. La libra de pollo, costaba 20 pesos y subió a 45 o 50 pesos. Pescados como emperador, pez perro o aguja, de 50 pesos a 100 y 120 la libra. Un kilogramo de camarones limpios y pelados no baja de 400 pesos. Una bolsa de leche en polvo, que antes del coronavirus valía 40 pesos, en estos momentos ronda los 300 pesos.
No solo los alimentos subieron de precio en el mercado subterráneo. También las medicinas, artículos de aseo y de vestir. Según Gerald, chofer de una agencia particular que reparte viandas y frutas hasta la puerta de la casa, “existe un segmento de la población con posibilidades financieras, que no hacen colas y suelen encargar las compras por WhatsApp o Telegram”.
Entre los negocios privados hay una fuerte competencia, lo que beneficia al consumidor, pues abarata los precios. Actualmente en La Habana operan no menos de seis agencias particulares de taxis. Oneida, cajera de una tienda, explica que “suele contactar con Muévete, pues es la que cobra más barato. Un viaje de la Víbora a Miramar me cobra 140 ciento. Un Cubataxi, una cooperativa al servicio del turismo, no baja de 15 o 20 dólares”.
A la amplia oferta de servicios en las redes sociales, se suman los negocios ilegales. Un joven explica que para montar una fiesta se puede conseguir de todo por internet: “Desde alquilar un DJ, comprar cerveza, whisky, condones hasta comprar marihuana, polvo o pastillas. La pandemia y la tarea ordenamiento también han provocado un alza de precio en la yerba y la melca. Un cigarrillo de marihuana yuma, que costaba el equivalente a 5 dólares, ahora no baja de 10. El gramo de polvo ronda los 100, de acuerdo a su pureza. Un cambolo (mezcla agresiva de cocaína con productos químicos), que antes del Covid costaba 50 pesos ahora vale 120. Y si lo encuentras, el vendedor te lo lleva hasta la esquina de tu casa”.
Aunque en Cuba hace tiempo los materiales de la construcción están desaparecidos en combate, Higinio, tiene una oferta variada de lozas de cerámica o mármol, acero, bloques, cables eléctricos y bolsas de cemento. “Todo hasta la puerta de tu domicilio. El metro de piso de mármol está en 30 dólares y las bolsas de cemento en 10”, detalla. Debido a la devaluación del peso cubano, muchas personas prefieren cobrar en dólares.
La prostitución virtual también está en alza. En Facebook, Instagram y otros sitios, adolescentes y jóvenes jineteras intercambian y ofertan videos y fotos con desnudos o realizan llamadas eróticas a cambio de dinero. Una prostituta cuenta a Diario Las Américas cómo funciona. “Lo primero es abrirte una cuenta en pesos y otra en MLC. Las formas de pago son por Transfermovil o recargándote tu cuenta. Por ejemplo, por cuatro fotos desnudas cobro cien pesos a los clientes nacionales. Si no tienen Transfermovil, me hacen llegar el dinero a mi cuenta del celular como una recarga”, dice y precisa:
“Si es extranjero, tengo una oferta de servicio en divisas: por cuatro fotos y una llamada erótica cobro 30 dólares; por videos eróticos, bañándome, haciendo tríos, lesbianismo o masturbándome, según su duración, fluctúa entre 40 y 100 dólares. En una noche puedo hacer hasta 500 pesos y si le doy la patada a la lata hasta 200 dólares. Ya he conocido clientes que me han dicho que quieren sea su pareja cuando viajen a Cuba. El negocio es fácil y seguro, pues por lo general no tienes contacto sexual. Lo malo es que han surgido personas que estafan al cliente con perfiles falsos”.
Y es que internet, considera Leandro, arquitecto, es un mundo de posibilidades. “A pesar de que no es un legal, me ofrezco para hacer planos de las viviendas, remodelar apartamentos y diseñar espacios interiores”. A pesar de la bestial crisis económica en Cuba, en el ciberespacio es difícil que usted no encuentre lo que busca. Desde sexo y alquiler de taxis hasta comprar dólares o un pernil de cerdo a domicilio.