UNA RED QUE LLEGA A TODO EL PAÍS
Desde copiar cintas VHS y conseguir wifi en los hoteles, hasta ir a la cárcel por difundir contenido, la lucha por el acceso a la información está en la historia de 'El Paquete'.
'El Paquete':
La insólita historia de cómo internet se extendió por Cuba de mano en mano
Cada 60 segundos en el mundo consumimos 404.444 horas de contenido en Netflix, publicamos 500 horas de vídeo en YouTube y realizamos 1.388.889 llamadas. Pero en lo que dura ese minuto, nada de lo anterior sucede en Cuba. En la isla, el contenido online está en El Paquete. No es que no haya internet. Un 62% de los cubanos tenían acceso a la red en 2019, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones. El problema está en la velocidad y en el control del Estado. Las tarifas de ETECSA (la compañía estatal de telecomunicaciones) no se corresponden con el bolsillo del ciudadano medio, que en muchas ocasiones no puede acceder a un teléfono con una velocidad de navegación superior a la que ofrece el 2G o a una tarifa que le permita ir más allá de la intranet gubernamental. Sin embargo, los cubanos son también ingeniosos a la hora de defender su derecho a la información y llevan años redefiniendo la manera de acceder a la red. Lo hacen a través del llamado 'El Paquete', un terabyte de contenido semanal que se distribuye de mano en mano -literalmente- en discos duros por todo el país.
“Aquí está casi todo prohibido”, señala Yino, el que fuera durante años la mente pensante detrás de la mayor red semiclandestina de distribución de contenido en Cuba. Él, junto a su socio Dany, decidió llevar el internet global a su país a pedacitos. “Ni yo ni Dany inventamos El Paquete, pero sí que lo revolucionamos”, relata a El Confidencial. “La historia viene de atrás. Aquí en Cuba siempre fue ilegal el acceso a la información, por esto surge El Paquete. Empezó cuando existían las películas en VHS y había personas que las grababan. Pasaban de mano en mano y la gente las copiaba de un vídeo a otro”, detalla. Sin internet y sin ninguna relación con las empresas audiovisuales, la red de distribución se extendió por todo el país. La información llegaba de manera ilegal a todas partes y al Gobierno “se le estaba yendo de las manos”, así que crearon unas licencias algo cuestionables para los “paqueteros” que se contraponían a los derechos de autor.
La red de distribución, que aún se conserva, ya estaba formada por toda Cuba y su peso recae en los chóferes de los autobuses interprovinciales que recorren cada día el territorio nacional. Lo único que había que hacer era preparar el contenido y entregárselo al conductor. La tecnología iba avanzando y Yino y Dany se sumaron al equipo de 'El Paquete' en el momento en el que se dio el salto al disco duro, pero no fue hasta que se quedaron ellos dos solos que comenzaron a descargar contenido desde internet. “Nuestro jefe decidió cerrar y nos dejó sin empleo, pero nos encontramos con una avalancha de clientes pidiendo contenido. Tuvimos que improvisar y en una semana inventamos un nuevo Paquete”, relata Yino.
Conseguir acceso a internet nunca ha sido fácil en Cuba. Por entonces pusieron wifi en los parques, pero era insuficiente para el nivel de descargas que necesitaban para pesados contenidos audiovisuales, el único lugar con buena conexión estaba en los vestíbulos de los hoteles. “Y ahí es por dónde nos colamos nosotros”. “Nunca robé internet”, insiste Yino. El plan era sencillo, pero requería una inversión. Los hoteles eran solo para los extranjeros y los cubanos no tenían permitida la entrada. Sin embargo, todo el mundo conocía 'El Paquete' y servía con explicar qué es lo que habían venido a hacer, pagar por la consumición y por recargar su acceso a la red cada dos horas.
Todo era una cuestión de estrategia y organización, el equipo se reducía a cuatro personas pero no era necesario contar con nadie más, solo tenían que saber dónde buscar y aprovechar cada segundo de conexión para conseguir la mayor cantidad de descargas. Crearon una marca, una matriz de contenidos en el que había de todo: películas, series, novelas, informativos, apps, antivirus, música… El contenido de 'El Paquete' no se limitaba a trabajos extranjeros, sino que tenía un espacio para el audiovisual cubano, los trabajos independientes que necesitaban visibilidad fuera del control gubernamental. Los negocios locales encontraban también una manera de darse a conocer a través de anuncios que el software de 'El Paquete' colocaba aleatoriamente en los carteles del producto ofrecido. Era una maquinaria de precisión que lograba que internet funcionara en Cuba. Pero todo cambió.
“Llegaron a mi casa a quitármelo todo”, cuenta Yino sobre lo ocurrido hace dos años, tiempo después de que su socio emigrase a Estados Unidos y que la empresa quedara totalmente en sus manos. “Traían justificaciones que nunca se demostraron: me dijeron que en 'El Paquete' se había trasmitido una serie colombiana que tenía que ver con Hugo Chávez y ‘Día y Noche en Miami’ (una serie sobre un exagente de la seguridad cubana rodada en Estados Unidos), pero no me demostraron nada. Yo hacía preguntas y no sabían lo que había en El Paquete”. Yino pasó cinco días en encarcelado hasta que pagó la fianza. La policía se había quedado con todos sus discos duros y parte de sus ordenadores, que nunca pudo recuperar.
Rodrigo Cetina Presuel, director ejecutivo del Real Colegio Complutense de Harvard e investigador en cuestiones de libertad de expresión y los derechos de comunicación, explica a El Confidencial que “la libertad de expresión incluye el derecho de las personas a recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras”. Preguntado sobre la legitimidad de la búsqueda de alternativas por parte de la ciudadanía para satisfacer sus derechos, Cetina indica que, según lo que establece el derecho internacional, la libertad de expresión se reconoce como universal y “no ha de estar sujeta a censura o represión por parte de poderes públicos o particulares”. "Internet, y las tecnologías de la comunicación en general son herramientas que pueden ser utilizadas para ejercitar derechos considerados universales al margen de que un estado los reconozca o garantice", especifica el investigador sobre los retos a los que se enfrentan en la sociedad cubana. Como indica Yino “en el mundo normal el copyright hubiera formado parte de la historia, pero aquí en Cuba no existe la opción de negociar con el que produce el audiovisual” y se encuentra en este caso con el mismo dilema que Cetina: “Ningún derecho es absoluto y a menudo unos derechos entran en conflicto con otros”, pero reconoce que el énfasis en proteger los derechos de explotación económica de las obras protegidas por el derecho de autor “quizás resulta demasiado restrictivo, en detrimento del acceso a la información”.
En los últimos años la conexión a internet en Cuba ha crecido, aunque queda un largo camino por recorrer. Los datos móviles están disponibles desde hace apenas dos años. Sin embargo, en Cuba, como en todo el planeta, la pandemia ha intensificado la necesidad de comunicarse y acceder a la información esencial. Utilizar su limitada conectividad para descargar contenidos audiovisuales no es una opción, y El Paquete sigue siendo necesario. Yino no sabe cómo las nuevas matrices siguen llegando a todo el país ahora que los autobuses interprovinciales están detenidos, pero está seguro de que la policía controla mucho más los contenidos de quienes le sucedieron. En una Declaración Conjunta entre la ONU, la OSCE y la OEA se establece desde 2011 que los Estados tienen la obligación de promover el acceso universal a internet para garantizar el disfrute efectivo del derecho a la libre expresión, como explica Cetina. El acceso a internet es un derecho por el que luchan los cubanos y poco a poco van abriéndose paso. “Se les está yendo de control, la gente está ya en las redes sociales y está a punto de no convenirle al gobierno”, dice Yino insistiendo en una idea: “Hice muchas cosas que no eran por dinero, sino para llegar al cubano con buena información educativa”. Ante la pregunta de si algún día llegará el libre acceso a la información a su país su respuesta es contundente: “En una Cuba libre, quizás”.
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