Reunido en acto solemne con los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) —todos miembros del PCC y presuntamente de la Seguridad del Estado— el "doctor en Ciencias" y "presidente", Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su habitual tono de jefe de galera del Combinado del Este, enfatizó que "las personas no deben desentenderse ni olvidar que el bloqueo existe". Y cuando Díaz-Canel tiene razón, la tiene:
Alfredo quiere vender su auto para con el dinero importar un contenedor de nasobucos desde China y repartirlos gratuitamente en las escuelas de su comunidad. Se lo impidie el bloqueo.
Juan tiene una finca, quiere exportar carne de res a un restaurante español interesado. Se lo impide el bloqueo.
Yoel y Arnaldo son balseros que prosperaron en el negocio inmobiliario, quieren comprar terrenos en su Cienfuegos natal para fabricar condominios. Se los impide el bloqueo.
María es arquitecta, quiere tener su propio estudio. Se lo impide el bloqueo.
Irela es maestra, sueña con fundar una pequeña escuela privada. Se lo impide el bloqueo.
Antonio y José descubrieron cuán baratas cuestan las guaguas de uso en España, quieren comprar dos para trabajar en la Habana. Se lo impide el bloqueo.
Yusimí es artesana especializada en carteras, en Perú encontró la maquinaria que podría importar para hacer una fábrica con su propia marca. Se lo impide el bloqueo.
Jacobo quiso importar 6.000 celulares de segunda mano desde Panamá. Se lo impide el bloqueo.
Ramón tiene familia en India, le propusieron suministrarle todo para abrir una cadena de tiendas de ropa en la Habana. Se lo impide el bloqueo.
Molina tiene una hija en Francia que negoció con la Peugeot para inaugurar un concesionario en Camagüey. Se lo impide el bloqueo.
Rolando quiere comprar café a los productores de Guantánamo para venderlo en La Habana. Se lo impide el bloqueo.
Cuatro amigos estudiantes de Informática crearon una aplicación para celulares, quieren fundar una empresa. Se los impide el bloqueo.
Rafaela trabaja para DDC, quiere abrir oficinas en La Habana y Santiago de Cuba para cubrir mejor los sucesos nacionales. Se lo impide el bloqueo.
Luis se quedó con el deseo de que la multinacional Bosch le patrocinará un taller especializado en calibrar bombas de inyección. Se lo impide el bloqueo.
Duniel es un respetado dentista al que su esposo italiano le desea financiar un moderno consultorio en Miramar. Se lo impide el bloqueo.
Alfredo hace un exquisito jugo de tamarindo y ya tiene varios distribuidores interesados para comercializarlo en Argentina y Chile. Se lo impide el bloqueo.
Cooperativistas de Cabaiguán desean importar una minindustria para fabricar queso. Se los impide el bloqueo.
Tamara es bióloga especializada en apicultura ecológica, tiene un comprador japonés interesado en comprarle toda su producción. Se lo impide el bloqueo.
Castern es un danés que quiere abrir una fábrica de cerveza en Cuba. Se lo impide el bloqueo.
La multinacional Telefónica quiere desarrollar la tecnología de internet en Cuba. Se lo impide el bloqueo.
Un pequeño banco kuwaití cree que hay nicho de mercado para micropréstamos agrícolas en Cuba. Se lo impide el bloqueo.
Un grupo de cubanos residentes en Panamá quiere comprar un barco y almacenes en Cuba para contratar fletes a la Isla. Se lo impide el bloqueo.
Julia quiere comprar varias toneladas de pollo en EEUU para comercializarlas a precios inferiores a lo que venden las tiendas estatales. Se lo impide el bloqueo.
Todas las anteriores son situaciones ficticias, pero perfectamente posibles, son la cotidianidad en cualquier lugar donde la gente no esté bloqueada.
El embargo norteamericano afecta a las empresas del Gobierno castrista, en nada se relaciona con las empresas privadas cubanas que podrían comerciar libremente con sus pares norteamericanas y el resto del mundo si el Gobierno cubano no bloqueara su existencia.
Así que efectivamente, ningún cubano debe desentenderse de ese bloqueo que hasta hace muy poco no lo dejaba entrar a un hotel, salir del país sin permiso, tener un celular o manejar los dólares con que ahora le vende todo, ese mismo bloqueo que aún impide que los cubanos puedan prosperar para así mantenerlos encadenandos al Estado.
Así que junto a Díaz-Canel gritemos: "¡Abajo el bloqueo!"