LUZ ESCOBAR
Árboles que quieren volar y se rebelan contra leyes represivas de un rey malvado. Un niño y un ser mágico los ayudan y acompañan en su aventura, el camino para encontrar "el preciado polvo de hadas, tan prohibido como la magia misma". Así es el libro que hoy la Seguridad del Estado quiere hacer desaparecer de San Luis, en la provincia de Santiago de Cuba, donde persigue y acosa a la familia y los amigos del escritor Andrés Gómez Quevedo para requisar los ejemplares obsequiados por el autor.
El autor denunció la forma en que su padre, al que considera "intachable", fue tratado "como si fuera un criminal" por parte de la policía política. "Le quitaron el libro a mi tía que es una mujer mayor, ¿En serio necesitan asustarla así?", se preguntaba el joven escritor este sábado en su perfil de Facebook.
Gómez Quevedo cuenta que empezó a escribir la novela, Los árboles que querían volar, en 2012, pero que "por cosas de la vida y el trabajo" la dejó a un lado hasta que decidió retomarla hace unos seis años. "Es una historia de fantasía, utilicé eso y los personajes para parodiar la realidad, lo cual se ha hecho muchas veces en la historia de la literatura", declaró.
Cuando terminó de escribir buscó varias editoriales para sacar su libro. "No la envié a un concurso, porque no me agradan. La envié a la editorial Oriente y me dijeron que les gustó, pero ahí se quedó todo", dijo. Se quedó esperando respuesta de otras editoriales cubanas a las que contactó, pero al cabo de más de dos años sin respuesta no quiso seguir esperando y buscó en internet otros caminos.
"Publishway fueron la primera en responder. Ellos tienen un apartado que se llama Chiado Kids que son los que publican literatura infantil y juvenil, y empezamos a tramitar todo. Se me hizo un poco difícil porque tuve que pagar de mi bolsillo 600 euros a la editorial para comprar los primeros 50 ejemplares y pagar el envío desde Portugal hasta La Habana", explica Gómez Quevedo, que hace ya unos doce años que vive en la capital.
"Me convenía porque el libro no se iba a vender aquí en Cuba pero tengo a mi seres queridos y podía aprovechar para regalar a mis amistades y personas allegadas", agregó. Finalmente el libro salió en diciembre de 2020 y sus ejemplares llegaron en febrero de este año. "Yo decidí en ese momento no hacer presentación oficial del libro, una porque aquí no se iba a vender, dos porque no era conveniente por el tema de la pandemia. Quise tener una actitud responsable", recuerda.
En cuanto tuvo la oportunidad envió a San Luis, en Santiago de Cuba, varios libros. "Se los envié a mis familiares allá, a mis amistades con las cuales crecí y a mi papá, que fue la persona que los recibió. Cada libro que mandé tenía una dedicatoria, desgraciadamente tampoco tenía tantos ejemplares como para regalar a todos". Sin embargo, esa idea se convirtió en una pesadilla para sus allegados.
Los problemas comenzaron cuando una vecina de su padre se interesó por el libro al verlo sobre la mesa de su casa. Cuando él le contó que el autor era su hijo, ella insistió en que se lo prestaran. Pocos días después, agentes de la policía se presentaron en la vivienda y le pidieron que les acompañase a la estación, algo a lo que inicialmente restó importancia por creer que estaba relacionado con su trabajo en salud escolar. "Pero al llegar lo emboscaron para una oficina y lo hicieron sentir mal".
Los oficiales de la Seguridad del Estado en el interrogatorio le dijeron que alguien le había pagado para que publicara el libro. "Exactamente, que la disidencia había pagado para que yo publicara mi libro, como si eso fuera un delito. También le hablaron de que si detrás de todo están las mismas personas del libro de Carlos Lage y ahí me dejaron en China, porque no tengo la menor idea de eso", detalló.
La Seguridad del Estado aseguró a su padre que iban a quedarse con todos los ejemplares del libro. Tan solo un día después volvieron a su casa para forzarlo a colaborar y entregar una lista con las personas que tenían una copia.
"A un amigo le instaron a entregarlo porque un conocido suyo escuchó en reuniones de la Seguridad del Estado que a quien no lo hiciera se le haría la vida imposible", denuncia. "Molestar a personas mayores como mis tías por un libro infantil me parece absurdo".
El autor decidió hacer pública la situación para denunciar la injusticia. "Un libro que pagué yo, de mi bolsillo, y escribí con mi esfuerzo, no puedo regalarlo a mis allegados y está siendo confiscado de este modo que considero ilegal".
Gómez Quevedo considera que la situación en Cuba, con los problemas sanitarios y económicos o de mera alimentación, es muy grave como para que las autoridades pierdan el tiempo persiguiendo un libro infantil, aunque le ha servido para confirmar que "la realidad parodia a la novela que parodia a la realidad", dice.
"Ellos quizás se sintieron aludidos con la historia porque en la novela hay un rey malvado que se hace rodear de fantasmas que son informantes, que son castigadores, que impiden que la gente sea libre en la villa. Se habrán sentido señalados con el hecho de que a los árboles les exigen dar frutos todos los días cuando les echan agua una sola vez al mes, se habrán sentido aludidos con los burócratas a los que hago referencia en la novela. El hada, por ejemplo, tiene confiscado el polvo mágico que le permite hacer magia de manera natural y solo puede hacerla si pasa por la oficina del Burro Burócrata. Se habrán sentido señalados con eso de que lanzan una ley de que todo ser alado no puede volar y puede que se hayan sentido ofendidísimos con eso".
Régimen censura literatura infantil
En su paranoia y afán por controlarlo todo, hasta qué leen, piensan y comentan sus ciudadanos, el régimen cubano la ha emprendido ahora contra el libro infantil Los árboles que querían volar, del comunicador social Andrés Gómez Quevedo.
Publicado en diciembre por la editorial española-portuguesa Chiado, el libro recrea una historia fantasiosa que es una sátira total de la realidad cubana, signada por falta de libertades ciudadanas y represión continua a cualquier muestra de inconformidad o disenso.
Cinco árboles quieren salir volando, pues ya no soportan las leyes de su opresivo rey, y recurren a la ayuda de un niño y un hada poco cuerda, sobre quienes recae toda la aventura. En el camino a encontrar el preciado polvo de hadas, tan prohibido como la magia misma, conocerán una serie de personajes pintorescos, misteriosos, burlescos y muy locos, todos tratando de sobreponerse o adaptarse a un mundo repleto de miedo, persecución, desesperanza, impotencia, resignación y situaciones tan ilógicas como increíbles. Castigos y fantasmas sazonan la paranoia de todos en esta historia que, si bien retrata un mundo de fantasía, es una sátira total de muchas realidades.
Así reza la sinopsis del libro, por cuya causa los órganos represivos del régimen están acosando a familiares y amigos de Gómez Quevedo, con el objetivo de recoger los ejemplares que éste les regaló e impedir la lectura.
Del acoso dio cuenta este sábado el joven autor en su perfil de Facebook, donde narró la tortura psicológica a la que han sometido a su padre por repartir ejemplares del libro a familiares y amigos en San Luis, Santiago de Cuba.
“El libro lo ven como algo subversivo y tienen la paranoia de que ha sido financiado por entidades disidentes porque es una sátira de la realidad en la que vivimos hace muchos años, con falta de libertad de expresión y muchas otras libertades”, dijo Gómez Quevedo a ADN Cuba, que le contactó luego de conocer su denuncia en las redes sociales.
Ellos (los represores) seguramente se sintieron identificados con la situación que recrea el libro. Quien no conoce la realidad cubana lo lee como un simple libro de fantasía, con una historia muy loca y personajes muy locos. Pero quien conozca la realidad cubana, enseguida hace los enlaces, comentó.
En su opinión, los protectores de la fe que predica el régimen se deben haber sentido identificados con personajes como el rey malvado, el castigador, los fantasmas, y con prácticas que saben que ellos hacen en la vida real. Asimismo, deben haber identificado a la juventud con el deseo de los árboles de poder volar para huir.
Miedo a un libro de pocos ejemplares
“Me llama la atención que el libro en Cuba no se vende. Es de una editorial española-portuguesa que conseguí yo. Sin embargo, ellos cuestionaron a mi papá, le quitaron ejemplares que yo mandé para allá, para mis amistades. Los están recogiendo, están molestando a mis amistades y los que tienen el libro, pidiéndoles el libro, casi forzándolos”, detalló Gómez Quevedo en la conversación con ADN Cuba.
“Mis familiares están asustados por las amenazas. Son personas mayores y algunos incluso están enfermos. Se preguntan qué sucede. Es un libro infantil por el amor de Dios”, condenó.
Si la Seguridad insiste en querer recoger el libro porque le molesta, va a pasar trabajo porque el libro no está en Cuba, agregó el joven. “Sólo lo tienen mis amistades y personas cercanas que creí se alegrarían de tenerlo, pero evidentemente alguien de ahí se molestó con el libro y formó todo eso. Sabrá Dios que habrá sucedido. Lo de menos es hallar el culpable, lo importante ahora es condenar lo mal hecho”, comentó.
Sobre lo vivido por su papá, quien más ha sufrido el acoso, afirmó que lo cuestionaron y lo llevaron dos veces a la policía para interrogarlo.
“Eso está mal. Mis padres son gente integrada a la institucionalidad del sistema. Yo no tengo nada que ver con ellos y es lo que le digo a mi mamá, que, si la cuestión es conmigo, deberían venir a verme a mí. Yo soy yo, tengo mi forma de pensar y he tenido encontronazos hasta con mis padres por mi forma de pensar.
Entonces, ¿por qué la emprenden contra mis padres?, que son, hasta pudiera decirse, del equipo de ellos. Son unos traicioneros. A mi papá lo han estresado, lo han maltratado psicológicamente. A mi mamá no la han llamado, quizás la llamen, pero me dijo que a ella había que explicarle bien, porque tenía cosas que decir también”.
“Es un acto muy desagradable lo que le hacen a mi papá, muy correcto dentro del ámbito de San Luis. Algunas personas temen que tomen más represalias contra mi padre o contra mí por hacer público el acoso, pero lo que hicieron es condenable y hay que tomar represalias contra eso”, analizó Gómez Quevedo.
Para ver su libro publicado, el autor desembolsó cantidades que aún no logra recuperar.
“No recibí dinero por hacer mi libro y publicarlo. El libro es autofinanciado. A esa editorial le pagué el precio de costo de los 50 primeros ejemplares. Pagué incluso 150 euros para que me lo enviaran a Cuba. Lo escribí yo de mi imaginación y lo pagué con mi propio esfuerzo. Eso es lo que más me molesta, que quieran verlo como algo mandado y pagado desde fuera”, explicó.
De acuerdo con Gómez Quevedo, no se hizo presentación oficial por la situación epidemiológica.
“No era conveniente que aglomerara personas para una presentación. He llevado un perfil bajo hasta promocionando mi libro. Sólo se lo hice llegar a personas que quería lo tuvieran y lo promocioné en mis redes sociales”, dijo al respecto, para luego reflexionar que, al ser un libro infantil, es difícil que recaude mucho dinero.
“La verdad ahora mismo no he recaudado ni el dos por ciento de lo que invertí en él”, aseveró entre risas. A pesar de eso, “ellos son personas retrasadas y piensan que por publicar en el extranjero uno es financiado”, concluyó.
Los árboles que querían volar se vende en la página de la editorial y en varias plataformas como Amazon y el Corte Inglés. Puede adquirirse en formato físico o electrónico. Si es de tu interés, lo puedes comprar en este enlace.