La oleada de odio tránsfobo que vive el mundo alcanza su perfecta representación en lo que está pasando en Estados Unidos, donde varios estados de mayoría republicana han aprobado leyes cuyo objeto no es otro que el discriminar a las personas trans. La modalidad más extendida es la de impedir a las estudiantes trans participar en competiciones deportivas femeninas, pero también hay leyes que les dificultan modificar sus datos registrales (Montana) e incluso facilitar tratamiento con bloqueadores puberales a los menores trans que lo deseen (Arkansas).
El Partido Republicano de Estados Unidos, una formación política cada vez más enferma de transfobia, consiguió de la mano del expresidente Trump importantes éxitos en su estrategia de discriminación contra las personas trans a nivel federal. La pérdida de la presidencia a manos de Joe Biden, que en solo unos meses ha revertido dichas medidas, ha hecho que la obsesión tránsfoba se traslade a los estados que controlan, al tener mayoría en sus cámaras legislativas para aprobar las medidas y gobernadores dispuestos a rubricarlas (o mayorías suficientemente amplias como para superar sus vetos).
A lo largo de este 2021, de hecho, seis estados han legislado prohibir a las estudiantes trans participar en competiciones deportivas de acuerdo a su identidad de género. Se trata de leyes concebidas para que colegios y universidades no puedan aceptar a deportistas trans en sus equipos femeninos. Una medida del agrado tanto de la derecha religiosa como del activismo feminista radical transexcluyente (el tristemente conocido movimiento TERF). Se trata, por el momento, de Arkansas, Alabama, Tennessee, Mississippi, Montana y Virginia Occidental. Estos seis estados se unen a Idaho, el primer estado que adoptó una medida similar en 2020, aunque su aplicación se encuentra paralizada por decisión de un juez federal. Una paralización que se encuentra pendiente de la decisión que finalmente adopte la Corte de Apelaciones del 9º Circuito, que hace poco más de un mes escuchó los argumentos de las partes.
Pero si la prohibición a las estudiantes trans de participar en equipos femeninos es repugnante, aún más crueles son otras dos leyes aprobadas en Arkansas y Montana. En Arkansas, la legislatura del estado ha aprobado una ley que criminaliza cualquier tipo de atención médica a los menores trans que tenga como objeto facilitarles la transición o simplemente impedir el desarrollo de caracteres sexuales no deseados. Se trata del primer estado de Estados Unidos en llegar tan lejos. Hasta el gobernador republicano del estado, Asa Hutchinson, que sí estuvo de acuerdo en firmar la ley que discrimina a las deportistas trans, se vio moralmente obligado a vetarla, pero la mayoría republicana en la legislatura de Arkansas es tan grande que el veto fue superado en una nueva votación. Un procedimiento tan común en el abordaje de la adolescencia trans, como es el tratamiento con bloqueadores puberales, es ahora ilegal en ese estado, y puede llevar a los médicos que se atrevan a prescribirlo a su inhabilitación.
Por lo que se refiere a Montana, la nueva ley impide a las personas trans acceder a la modificación de sus datos registrales a no ser que se hayan sometido previamente a cirugía de reasignación genital. No se trata del único estado que obliga a ello (a este respecto existe una gran diversidad de situaciones entre los 50 estados del país), pero supone un gigantesco paso atrás en un estado que hasta ahora no lo hacía. Por lo que se refiere a este aspecto, recordemos que el año pasado Idaho aprobó una ley que impedía en todos los casos la modificación registral del sexo (algo que en este momento solo hace Tennessee), ley que también se encuentra paralizada por decisión judicial.
Los estados citados son los que han aprobado legislaciones abiertamente tránsfobas, pero por desgracia no son los únicos en los que estas propuestas están siendo discutidas. Es previsible, de hecho, que en próximos meses algunos otros estados en los que los republicanos disponen de sólidas mayorías implementen medidas similares. Y es que, como The Conversation señalaba en un reciente artículo, los republicanos han encontrado en la transfobia un excelente argumento para movilizar a sus bases de cara a las elecciones de medio término, que tendrán lugar en noviembre de 2022, en las que intentarán recuperar el terreno perdido en 2020. Está por ver si lo lograrán, pero de lo que no cabe ya duda es de que en el camino habrán conseguido hacer aún más dificil la vida de las personas trans, y muy especialmente la de las mujeres trans. Para ello, además, han encontrado un valioso aliado: el feminismo radical transexcluyente, que aplaude entusiasta cualquier medida discriminatoria contra este colectivo.