La crisis económica y las restricciones de viaje impuestas por la pandemia han orientado la brújula de la emigración cubana hacia Rusia, que ofrece dos ventajas: no exige visados y tiene varios vuelos semanales. Por eso, miles de cubanos viajan a Moscú, para quedarse allí o seguir su camino hacía otro país europeo.
"No quiero vivir otro Período Especial, era niño cuando el anterior de los años 90 y no me imagino teniéndome que comer mi gato si la cosa sigue así", cuenta a 14ymedio Raudel, un joven de 35 años que este jueves buscaba información sobre la compra de boletos entre Varadero y algún aeropuerto ruso. "Tengo un primo allá que me va a ayudar los primeros tiempos", reconoce.
"Me dijo que voy a llegar en buen momento porque es verano, pero que antes de que bajen las temperaturas me tengo que buscar un lugar donde estar y un trabajo, aunque sea ilegal", explica. Raudel no habla una palabra de ruso ni de ninguna otra lengua que no sea el español. "Voy a aprender en el lugar, que es la mejor forma, en contacto con la gente", opina.
Sin embargo, los testimonios de cientos de cubanos que se han quedado en Moscú en los últimos años, a la espera de legalizar su situación en ese país o lograr continuar la ruta migratoria hacia la Unión Europea, difieren bastante de los sueños de Raudel. El pasado año, un grupo de ciudadanos rusos lanzó un pedido online para aliviar el drama de varios cubanos varados en las calles de Moscú.
La pandemia había sorprendido en una situación muy vulnerable a muchos de estos migrantes y a las mulas que habían salido de la Isla para comprar mercancía que luego revenden en el mercado informal. Algunos terminaron en las calles o en viviendas sin calefacción ni condiciones para sobrevivir el duro invierno de la capital rusa.
"Nosotros, los residentes de Moscú, apelamos al Gobierno de Moscú y al consulado de Cuba en la Federación de Rusia con una solicitud para proporcionar plazas gratuitas o por un precio moderado en residencias de estudiantes en la región de Moscú para 50 ciudadanos cubanos que no pudieron volar a casa debido al estallido de la pandemia", clamaba el texto.
"En este momento, la gente está siendo expulsada de sus apartamentos, algunos ya llevan un mes viviendo en la calle", agregaba el reclamo. "La Embajada cubana no tiene la capacidad financiera para brindar vivienda a sus ciudadanos" y esta es "una oportunidad para asentar a los cubanos en residencias de estudiantes", proponía la demanda.
Entre los varados había familias completas, con hijos menores de edad, que habían liquidado todo en la Isla para emprender la ruta migratoria. Antes de salir de Cuba ni siquiera estaban informados de los estrictos controles entre la fronteras del país euroasiático y el oeste europeo, de los duros hielos de la Siberia ante cualquier intento de alcanzar el estrecho de Bering ni de las dificultades para aprender ruso.
En el pasado, se reportaron varios casos de tráfico humano en el que cubanos eran recibidos en el Aeropuerto Internacional Sheremetyevo y una extensa red los alojaba, los embarcaba en buques pesqueros y los cruzaba a través del estrecho de Bering hasta llegar a Alaska, territorio estadounidense. Algunos fueron interceptados en la ruta, otros –no se sabe cuántos– quizás descansen bajo los hielos de una de las regiones más frías del planeta.
Hoy, vuelve a repetirse el desespero. "Vendo rublos a 74 pesos cubanos, para tu viaje a Rusia", anuncia un vendedor en varios sitios digitales de clasificados de la Isla. Con la cancelación de los depósitos en dólares en los bancos cubanos, los cambistas informales pescan en río revuelto y ofrecen incluso convertir la moneda estadounidense en miles y miles de billetes rusos.
"Compra de boletos Varadero-Moscú, con alojamiento, acompañamiento y consejos incluidos. Soy cubano y te puedo ayudar a aterrizar en este gran país y orientarte en cómo quedarte o seguir hacia otro lado", asegura un anuncio difundido en varios grupos de Telegram. La oferta incluye la renta de una habitación por el equivalente a unos 40 dólares diarios, el contacto con personas que supuestamente "organizan los papeles" y apoyo legal.
Ahora, se añade que al salir por esos aeropuertos rumbo a Rusia, los residentes en la Isla deben mostrar la reserva pagada de antemano de su hotel para el confinamiento a su regreso. "Es un dinero que se suma, un gasto más", reconoce una joven en el mismo grupo de Telegram. "Pero es como pagar la carta de libertad, cuando estás desesperado te esfuerzas y sacas el dinero de donde no lo hay y ese es mi caso".
"Lo voy a probar porque no tengo nada que perder", responde la muchacha, que argumenta sus razones para iniciar una travesía tan incierta. "Vivo con mis abuelos, no tengo trabajo y ahora mismo en mi casa no hay casi nada que comer. Si no me voy yo, ¿quién los va a ayudar?". Tras estos anuncios se esconden a veces redes de esclavitud moderna o de prostitución forzada.
"Entre tener que acostarme aquí con el administrador de una carnicería para que me venda algunos huevos o irme a Moscú, me voy para allá", sentencia la joven. "Yo no viví el Período Especial pero todo el mundo me ha dicho que aquello fue terrible y no quiero esperar". Por el momento, ya ha vendido su móvil, una laptop y "un juego de sala" para costear el viaje.
"Prefiero la Rusia de Putin", opina, aunque, al igual que la mayoría de los que se lanza a la ruta, la joven no habla la lengua, desconoce los entramados del país y no tiene siquiera un pariente o amigo que le dé apoyo al llegar.