Los diputados de Canadá han aprobado un proyecto de ley histórico que prohíbe la terapia de conversión, mientras que el Reino Unido sigue dando largas.
El martes (22 de junio), la Cámara de los Comunes de Canadá aprobó una prohibición total de las terapias de conversión, que prohíbe todas las terapias de conversión para menores y las terapias de conversión para adultos si van en contra de su voluntad, al tiempo que prohíbe a cualquier persona lucrarse o hacer publicidad de esta cruel práctica.
Los diputados votaron 263 a 63 para aprobar el proyecto de ley C6, con el único voto en contra de los conservadores y un independiente, y ahora pasará al Senado.
Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, escribió en Twitter: "La terapia de conversión no tiene cabida en Canadá. Y aunque más de la mitad de la bancada conservadora votó en contra, la Cámara de los Comunes ha aprobado nuestra legislación para criminalizar esta práctica dañina y degradante. Siempre defenderemos a los canadienses LGBTQ y sus derechos".
Mientras tanto, en el Reino Unido, han pasado casi tres años desde que el partido conservador se comprometió en 2018 a "erradicar" la aberrante práctica como parte de su Plan de Acción LGBT+.
Aunque la prohibición de las terapias de conversión en el Reino Unido fue confirmada durante el discurso de la Reina en la apertura del Parlamento el 11 de mayo, la Oficina de Igualdad del Gobierno ha insistido en que la legislación sólo avanzará tras un proceso de consulta pública que "garantice que la prohibición puede abordar la práctica al tiempo que protege la profesión médica, defiende la libertad de expresión y defiende la libertad religiosa".
A pesar de la insistencia del gobierno en "defender la libertad de culto", múltiples comunidades religiosas han pedido que la prohibición se lleve a cabo de inmediato, incluido el obispo de Manchester, que apoyó la persecución de los líderes religiosos que proporcionan terapia de conversión, incluida la oración, y sugirió que la consulta era una excusa para "dar largas".
La terapia de conversión ha sido condenada por la mayoría de los principales organismos sanitarios y psiquiátricos de todo el mundo. Una encuesta realizada en 2019 por la Fundación Ozanne reveló que uno de cada cinco supervivientes de esta práctica nociva intentó suicidarse posteriormente, mientras que dos de cada cinco tuvieron pensamientos suicidas.