Por Alfredo Herrera Sánchez
Cientos de celulares del fabricante chino Xiaomi comenzaron a bloquearse recientemente y de forma inesperada en Cuba. Muchos de los usuarios afectados estaban usando sus teléfonos cuando, de repente, la pantalla se fue a negro y apareció el siguiente mensaje: "Este dispositivo está bloqueado. La política de Xiaomi no permite la venta o provisión del producto en el territorio en el que ha intentado activarlo. Póngase en contacto con el minorista para obtener información adicional". No tardó en desatarse la catarsis en las redes sociales de la isla. Junto a este aviso aparecía otro aún más extraño.
"Abrir los ajustes de wifi [se mostraba un botón] Código de desbloqueo: XXXX". Las especulaciones tomaron fuerza con rapidez. Iban desde un lote de dispositivos piratas hasta que todo era consecuencia de la inclusión de Cuba en la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo. Talleres de barrio e informáticos autodidactas fueron los primeros en lucrarse con la desesperación de la gente. Horas después, los afectados compartieron las experiencias positivas de pinchar en el botón que conducía a los ajustes del wifi y que permitía desbloquear la pantalla. El problema podía solucionarse fácilmente al seguir las instrucciones indicadas, pero el incidente desató las especulaciones. ¿Qué ocurrió de verdad?
Para entenderlo hay que entender también Cuba. En este país no existen tiendas especializadas de móviles u ordenadores. La economía antillana es comunista y centralizada por el Estado. No hay franquicias extranjeras ni de McDonald’s ni de Xiaomi. La enorme demanda que existe de cualquier producto solo se atenúa a través del contrabando practicado por cualquiera que se anima a ello.
A pesar de las estrictas normas aduaneras de la isla, los viajeros logran importar a su entrada hasta cuatro celulares cada uno. Da igual si es un teléfono o un par de zapatos, si la cantidad de unidades sobrepasa las estipuladas por el gobierno, la importación pasa a considerarse de carácter comercial y se confisca la mercancía. Esto provoca que ni siquiera las redes de contrabando puedan desarrollarse correctamente.
A ese contexto se suma la hostilidad económica de EEUU hacia la isla. Sus intereses no son ignorados por las grandes empresas. En el caso de Xiaomi, el apartado 14.2 de su política de Términos y condiciones de venta evidencia la enorme influencia americana:
"El Contrato y todos los Productos están sujetos a las leyes de control de exportación aplicables, incluidas, entre otras, las leyes de control de exportación de EEUU y las de la propia jurisdicción del Cliente. El Cliente no podrá exportar ningún Producto adquirido al Vendedor a ningún país, territorio o región si así lo prohíben las leyes de control de exportaciones. Los países y territorios prohibidos incluyen Cuba, Irán, Siria, Corea del Norte, Sudán y la región de Crimea". Casualmente, los "territorios prohibidos" coinciden con objetivos estadounidenses en la esfera geopolítica.
Xiaomi defiende además intereses legítimos en este punto. El diario chino Global Times recientemente recogió las declaraciones de un portavoz global de la compañía explicando la versión oficial sobre el bloque de los móviles en Cuba: "La medida de Xiaomi para bloquear 'smartphones' en determinados países y regiones es una gobernanza interregional que tiene como objetivo prevenir el contrabando en el mercado negro y proteger la seguridad de los datos del usuario".
Sergio González Murguía, periodista cubano recién graduado de la Universidad de La Habana, fue uno de los cientos de usuarios que sufrió el pantallazo negro en su Xiaomi. "Fue a mediados de septiembre, estaba hablando con amigos por WhatsApp cuando, de repente, la pantalla se apagó. Automáticamente salió el famoso mensaje del bloqueo y el teléfono quedó inoperativo. No podía hacer nada, ni siquiera apagarlo", explica a este diario.
La mañana anterior, Sergio había estrenado un Xiaomi Redmi Note 10Pro. Su padrastro se lo había traído de España como regalo y estaba muy contento. El móvil que remplazó era un Huawei con 4 años de uso que ya no satisfacía sus necesidades. "Había oído los rumores, pero me negué a creerlos. Parecía algo descabellado. Todo fue sin previo aviso, me quedé en 'shock'. Con lo difícil que es conseguir un producto así aquí y ahora Xiaomi sale con esto".
El teléfono de Sergio costó 280 euros, el equivalente a dos salarios mensuales suyos en la isla según el cambio oficial. Pero las arcas de divisas están diezmadas en los bancos estatales y los precios de la moneda extranjera suelen duplicarse en el mercado negro. Como mínimo, es necesario ahorrar el salario de 6 meses para contar con esa cantidad y entregársela a alguien que pueda traer el móvil de fuera. De lo contrario, tendría que enfrentarse a los revendedores y eso dispararía aún más el coste.
En Cuba, Xiaomi no tiene presencia oficial por lo que ninguno de los afectados podía reclamar por el bloqueo. Los protocolos de garantía en el comercio minorista exigen la presencialidad del cliente, del producto y del comprobante de pago. Muy pocos cubanos podrían viajar para algo así. Este periódico contactó con la tienda que le vendió el teléfono al padrastro de Sergio en Madrid. Desconocían la problemática. Remitieron al servicio de atención al cliente vía email, donde tampoco obtuvimos respuesta. El portavoz de Xiaomi en España tampoco ofreció ninguna explicación al respecto.
El bloqueo de los móviles de Xiaomi en Cuba contrasta con el auge de la empresa en la isla. Según la firma de investigación Statcounter, la empresa asiática es la segunda compañía de celulares más usada en Cuba con un 18% de cuota de mercado, solo por detrás de Samsung. Esto evidencia que el contrabando de móviles de esa marca es bastante significativo.
El gobierno, sin embargo, niega la existencia de este mercado negro. A mediados de septiembre, el embajador cubano en China se pronunció sobre el tema a través de sus redes sociales. "La alusión a la presencia en nuestro país de un mercado gris asociado a dispositivos Xiaomi es injusta e inexacta", aseguró.
Según una publicación en Facebook del 2019 hecha por una funcionaria de Etecsa, (el monopolio estatal cubano de las telecomunicaciones), Xiaomi no puede crear vínculos con Cuba debido a las restricciones que plantean las leyes norteamericanas. Sin embargo, hay otras empresas asiáticas como Alcatel, TCL o Samsung que sí negocian con Etecsa.
Empresas cubanas venden estos móviles a precios excesivamente caros, llegando a duplicar incluso los precios oficiales de venta al público. Alcatel, TCL o Samsung no tienen contacto directo con el mercado cubano, no pueden publicitar sus productos porque en Cuba está prohibida la publicidad. Ni siquiera pueden controlar los términos de venta minorista de los celulares, solo actúan como proveedores. Por ejemplo, el teléfono Samsung A31 de 128 GB de memoria interna que Etecsa vende por 375 dólares y con solo tres meses de garantía, en un país vecino como México se puede comprar por 270 dólares, a pagar hasta en 13 meses y con garantías establecidas por las políticas de Samsung.
Más allá de las limitaciones que plantea la política norteamericana hacia Cuba, la realidad es que la isla se hunde en un mar de relaciones económicas fallidas que resultan en un mercado tecnológico disfuncional. Este escenario hace que el contrabando florezca como alternativa al dudoso comercio que promueve el gobierno cubano en dólares, una moneda que no gana nadie en el país y segrega a quienes no puedan obtenerla de familiares en el exterior. Xiaomi es el último invitado en este cruce geopolítico de baja intensidad en el que, al final, el único perjudicado es el cubano de a pie.