MESOAMÉRICA
Establecidos en ciudades monumentales y organizados en grandes imperios o en pequeños Estados independientes, los mesoamericanos se parecían más a lo que los europeos identificaban como “civilizaciones”.
Cuando estos llegaron, cerca de 24 millones de personas, según estimaciones, vivían en el corazón de América.
Esta zona fue cuna de innovaciones y avances tecnológicos, lo que hizo que sus grandes ciudades funcionaran mejor que las europeas, según los expertos.
Los pueblos indígenas consiguieron, por ejemplo, desviar el curso natural de ríos, construir lagos impermeables y plantar dentro de balsas flotantes. Usaban el caucho para jugar a pelota y conocían la rueda, aunque no la usaban porque era inútil en sus terrenos irregulares y sin animales de carga.
Aunque los mayas fueron los únicos en el continente en descubrir la escritura de forma independiente, otras culturas mesoamericanas también dominaron la astronomía, las matemáticas o la poesía oral.
A finales del siglo XV, el imperio mexica (que más tarde muchos historiadores llamarían “azteca”) estaba en su punto álgido.
Las ciudades-estado de Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba habían formado una alianza que tomó el poder de los tepanecas y conquistó la mayor parte del centro y del sur de lo que hoy es México.
Los mexicas no necesariamente tenían presencia militar en los territorios conquistados, pero obligaban a sus nuevos súbditos a enviarles productos y soldados como tributo.
También se casaban con las hijas de los jefes locales para que sus herederos, educados en la capital, tuvieran el futuro comando de las regiones.
Todo esto les permitía mantener la hegemonía.
“En muchos sentidos, no era un sistema tan distinto a lo que se veía en Europa en esa misma época”, dice la etnóloga Antje Gunsenheimer, de la Universidad de Bonn, en Alemania.
Igual que en Europa, los mexicas mostraban el poder a través de la riqueza y del esplendor de los palacios y jardines en la capital del imperio, Tenochtitlan.
Cuando llegaron los europeos, Tenochtitlan era una ciudad más grande que París.
Se estima que podía haber tenido unos 250.000 habitantes, la mayor densidad de población de América.
"Era una urbe refinada, con baños públicos, con una treintena de palacios que albergaban finas cerámicas y elegantes enseres textiles. Se ubicaba en medio de más de 2.000 km² de lagos ricos en peces y la agricultura era muy productiva y permitía sostener a mucha población de la zona.”, dijo Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla, España.
Pero la ciudad era, más que todo, una hazaña de la ingeniería que no tenía comparación.
Un sofisticado sistema de canales y presas permitía regular la cantidad de agua que llegaba a la capital desde las montañas, por medio de los lagos. De esa manera, se evitaba la inundación de Tenochtitlan en períodos de lluvia intensa y se aseguraba suficiente agua dulce para la población.
“Los mexicas vivían en un ambiente muy frágil que tenía que ser muy bien manejado. Y ellos lo hacían perfectamente. Entendían que, con tanta gente en un solo sitio, el riesgo de contaminación de los lagos era alto. Sabemos que había profesionales que recolectaban excrementos y los llevaban a tierra firme para usarlos como abono orgánico en las plantaciones”, dice Gunsenheimer.
Años más tarde, los españoles destruyeron el sistema hidráulico de Tenochtitlan-México y lo reconstruyeron al estilo europeo. A partir de ahí, la ciudad se inundó muchas veces durante el siglo XVI y sufrió graves epidemias de tifus, prueba de que el sistema original era mejor que el que implementaron los conquistadores.
Imperio tarasco
Los archienemigos de los mexicas son menos conocidos porque tenemos menos evidencias sobre cómo vivían antes de la conquista.
Sin embargo, los tarascos tenían el segundo Estado más grande de Mesoamérica cuando los europeos pisaron por primera vez el continente.
En su mitología los mexicas se referían a los tarascos como una de las tribus que salieron de su tierra ancestral Aztlán pero no les acompañaron hasta Tenochtitlan.
“Hablar de ellos en esos términos ayudaba a los mexicas a justificar su incapacidad para derrotar a los tarascos y expandir su frontera hacia el noroeste. Es como si dijeran ‘son así de fuertes porque son nuestros parientes, por eso no podemos vencerles’, dice la antropóloga Sarah Albiez-Wieck, de la Universidad de Colonia, en Alemania.
A finales del siglo XV la capital tarasca, Tzintzuntzan, tenía casi 30.000 habitantes y era parte de un centro de poder formado por tres ciudades-estado cerca de un lago, como ocurría en el imperio mexica. A diferencia de este, los expertos creen que en el caso tarasco el poder estaba menos centralizado en una ciudad.
Tzintzuntzan tenía un gran centro religioso con edificios y pirámides de planta mixta conocidas como "yácatas", donde vivían los sacerdotes y realizaban sacrificios rituales y hogueras como señal de que el imperio iba a la guerra.
En relatos de los mexicas y de los españoles, los tarascos también aparecen como grandes artesanos de metales.
“El oeste de México fue la cuna de la metalurgia en Mesoamérica y los tarascos fueron parte de esa tradición. Tanto es así que fueron los primeros en organizar a nivel estatal la extracción y el trabajo de los metales ”, dice Albiez-Wieck.
Los líderes tarascos lograron mantener su poder político más tiempo que sus enemigos. Negociaron con los conquistadores españoles y pudieron seguir recibiendo tributos y teniendo subordinados hasta principios del siglo XVII.
Civilización maya
En el siglo XV, la mayoría de las grandes ciudades mayas — como Tikal, Palenque o Copán — con sus pirámides y monumentos imponentes ya estaban en completa decadencia. Sin embargo, algo revolucionario ocurrió en esta civilización.
“La administración de las ciudades mayas pasó a ser más communal tras la desaparición de los reyes divinos hacia el siglo IX. No creo que llegara a ser una democracia, pero más gente empezó a participar en las decisiones”, dice a BBC Mundo el antropólogo Nikolai Grube, de las Universidades de Texas, en EE.UU. y de Bonn, en Alemania.
Como en la Grecia antigua, el mundo maya siempre había estado formado por ciudades-Estado que competían y entraban en guerras unas con otras, a pesar de tener una cultura y un idioma compartidos. Los reyes tenían un fuerte control sobre las rutas de comercio.
Cuando el sistema controlado por la nobleza colapsó parece que la gente aprovechó ese vacío y más personas empezaron a tener acceso a bienes de lujo como el jade y la cerámica.
A la vez, las rutas de intercambio con otros pueblos, ahora libres, permitieron que productos como el oro y el cobre llegaran al mundo maya. “De cierta manera, la gente se hizo más rica en un mundo más globalizado”, cuenta Grube.
La arquitectura de las ciudades también se hizo más modesta. Sin reyes que organizaran el trabajo en obras gigantescas, había terminado la era de los grandes monumentos y palacios. Los templos, hechos por familias, pasaron a ser menores.
En la peninsula de Yucatán, Mayapán fue la mayor ciudad maya antes de la conquista y Nojpetén, capital de los Itzá Maya, fue tan poderosa que llegó a controlar todo el norte de lo que hoy es Guatemala.
El cambio político y económico no era la primera revolución cultural en esta civilización: los mayas ya tenían el conocimiento astronómico más avanzado del continente, basado en su sofisticado conocimiento de matemáticas.
“Sabemos que en Mesopotamia a veces se hacían cálculos con la idea del cero, pero sin un símbolo. Los mayas sí lo tenían”, explica Grube.
El cero es importante porque permitía representar números más largos de manera más sencilla y hacer cálculos más complejos. Así los mayas desarrollaron un sistema de calendarios que mezclaba creencias religiosas, el año solar de 365 días y otros fenómenos astronómicos como los ciclos de Venus, de la Luna y de otros planetas con enorme precisión.
Otro hecho fascinante que ocurrió pocas veces en la historia de la humanidad es que los mayas también fueron los únicos del continente en descubrir la escritura de manera independiente.
El sistema de escritura maya era semejante a los jeroglíficos egipcios y permitía escribir todas las palabras de su idioma. Hoy solo se preservan cuatro libros mayas, con textos ceremoniales y de astronomía, ya que el resto se perdió durante y después de las batallas contra los españoles.
Por otro lado, el hecho de que nunca tuvieron un gobierno unificado les dio una ventaja sobre los invasores y nunca pudieron ser completamente conquistados.
“La península de Yucatán y las zonas montañosas de Guatemala estaban divididas en muchos estados pequeños liderados por grupos o por señores. Aunque algunos se unieron a los españoles, gran parte no fue sometida al control del imperio colonial ni de las autoridades mexicanas hasta el principio del siglo XX”, dice Nikolai Grube.
NORTEAMÉRICA
Las docenas de culturas que vivían desde el actual Canadá hasta el extremo norte de México solían organizarse en comunidades menos monumentales y más igualitarias que los grandes reinos de Mesoamérica, por ejemplo, y mucho más que las monarquías europeas del siglo XV.
Se estima que aquí había cerca de 5 millones de personas cuando llegaron los europeos.
“Vivían en grupos relativamente pequeños que se juntaban para ayudarse mútuamente, pero ponían limitaciones muy claras al poder de las autoridades”, dice Charles C. Mann.
En algunas sociedades todo tenía que ser decidido bajo consenso y los líderes podían ser destituidos por el pueblo– ideas que impresionaron a hasta teóricos del iluminismo francés en el siglo XVIII.