El nerviosismo se ha apoderado de las fuerzas del orden, que este domingo intentaron disolver primero y dejaron seguir después una celebración espontánea de Halloween en el Paseo del Prado de La Habana.
Cientos de personas se fueron reuniendo en torno a las 8 de la noche en la céntrica calle de la capital. Los primeros en llegar fueron los padres, algunos de ellos disfrazados, con sus hijos pequeños. "¿Me gusta mucho tu disfraz de Spiderman? Yo soy Rapunzel", decía eufórica una niña con un largo moño rubio y bata rosada a otro pequeño vestido con un traje del popular Hombre Araña.
A medida que avanzaba la noche, y mientras los menores corrían y jugaban arriba y abajo por el Paseo, comenzaron a llegar los adolescentes, con unos trajes mucho más elaborados que imitaban a los personajes de las más conocidas películas de terror. Los muchachos se fotografiaban y subían las imágenes a las redes sociales orgullosos de su particular Halloween, cuando apareció la Policía, intentando expulsar y dispersar con actitud hostil.
Sin embargo, más jóvenes seguían llegando a pesar de los esfuerzos por disolver el grupo en la zona norte del Paseo. Como si hubiera llegado una contraorden, repentinamente los agentes se detuvieron y comenzaron solo a observar y vigilar a los congregados. Unos iban vestidos de civil, otros de militar, oficiales de la Policía, la brigada canina con sus perros y hasta la brigada especial con motos patrulla e, incluso, un camión.
Dos policías motorizados detuvieron a un vendedor en la acera contigua, sin dejar que se aproximara al Prado con su carrito lleno de dulces y confituras.
"¿Yo no sé qué les pasa? Lo miran a uno como si fuera un delincuente. Les molesta hasta que los muchachos jueguen aquí, esto es un lugar público", comenta un hombre a la mujer que camina con él junto a una niña pequeña disfrazada de bruja. "Lo que pasa es que tienen más miedo que ganas de vivir. Ni que los niños fueran a tumbar el Gobierno con un hechizo", responde ella molesta.
Halloween o Samhain, celebrado la víspera de Todos los Santos, es una fiesta pagana de tradición celta con la que se celebraba el fin de la temporada de cosechas e inicio del nuevo año. Los irlandeses la importaron a EE UU, donde se incorporó a la cultura popular con su propia iconografía y desde allí se ha vuelto a exportar a todo el mundo, especialmente a través de la industria cinematográfica.
Aunque en Cuba el oficialismo siempre la ha mirado con recelo, en las últimas décadas la festividad se ha ido abriendo paso en medio del entusiasmo de los jóvenes y con el apoyo del sector privado, que ha visto en la jornada un buen momento para comercializar accesorios, organizar fiestas de disfraces y engalanar sus locales con falsas telarañas o calaveras.