Aún no ha amanecido y dos destartalados camiones parquean en la Plaza Roja de La Víbora, barriada a veinticinco minutos del centro de La Habana, Cuba. Comienzan a descargar cajas de yuca, boniato y racimos de plátanos verde. Dos obreros montan un kiosco con tubos metálicos y toldo empercudido. Cuando los vecinos se enteran, rápidamente se agolpan frente al improvisado tenderete.
Uno de los obreros explica que “por orden del alto mando del gobierno, los mercados agropecuarios, particulares o estatales, del municipio Diez de Octubre, tienen que ser reparados y ampliar sus ofertas. Este kiosco pertenece a un agro del Estado. Tenemos orientaciones de vender a precios módicos los productos desde este fin de semana y hasta el 22 de noviembre”.
Aunque la calidad de la mercancía deja mucho que desear, Rosa, ama de casa, cuenta: "Pude comprar la libra de yuca a 5 pesos, la de boniato a 15 y la de limones a 50. En los agromercados cuestan el doble. El gobierno no lo hace por bueno, si no para apaciguar el descontento popular. La marcha del 15 de noviembre los tiene cagados de miedo”.
El castrismo, en su decadencia, reacciona a la defensiva. A raíz de las múltiples protestas ciudadanas ocurridas el 11 de julio en todo el país, empezaron a construir aceras, asfaltar calles y retocar las miserables cuarterías que pululan en La Habana profunda.
Un funcionario de Comercio Interior, ministerio encargado de distribuir de la magra canasta básica que se entrega por la libreta de racionamiento, dio a Diario Las Américas que “en la primera quincena del mes de noviembre y en la segunda de diciembre, el gobierno pretende asegurar una oferta mantenida de alimentos como mortadella especial, picadillo de pavo, hígado y pollo en moneda nacional. También se efectuarán ferias del agro en varios municipios habaneros, así como bailables, y ventas de golosinas y libros infantiles en algunas zonas de Centro Habana, Habana Vieja y el Vedado”.
¿Cuál es el motivo?, le pregunto. “Supongo que para contrarrestar la marcha que piensa hacer la oposición. Aunque en mi empresa me dijeron que es por el 502 aniversario de la fundación de La Habana”, responde el funcionario.
Detrás de bambalinas, utilizando a las multitudes para camuflar la violencia, si se diera el caso, se alistan grupos paramilitares de la Asociación de Combatientes, soldados de tropas élites vestidos de civil y miles de trabajadores estatales preparados para participar en contramarchas de apoyo al régimen.
Un directivo de una fábrica de tabacos, aclara “que la orientación es responder con consignas a favor del gobierno en cuanto comience la marcha. Si la cosa se pone caliente, en defensa propia, y con el apoyo de otros factores (policía, agentes vestidos de civil de la Seguridad y miembros de grupos paramilitares), repartiremos palos”.
Paralelamente, el departamento de propaganda del partido comunista ha desatado una feroz campaña mediática contra Yunior García Aguilera y otros líderes de la plataforma Archipiélago. “Acusan a Yunior y el resto de los disidentes de terroristas y cumplir órdenes del gobierno de Estados Unidos. Pero los tiempos han cambiado. El gobierno puede montar el discurso que le dé la gana, pero cuando se leen las replicas de Archipiélago en internet, no es difícil saber quien dice la verdad y quien dice mentira”, afirma un estudiante universitario.
Entre los cubanos de a pie hay diversas expectativas. Tomás, taxista privado, expresa que “el gobierno jamás va a permitir una manifestación de protesta en contra suya. Ojalá que tengan éxito esos muchachos y se sumen miles de personas para ver si esta mierda cambia”.
Jorge, empleado bancario, no cree posible que un grupo de jóvenes artistas y activistas puedan poner en peligro al gobierno. “Quizás los detengan y enjuicien a todos antes del 15 de noviembre. Pero el mensaje que deja Yunior y su grupo ha calado entre muchos cubanos. Ya estamos harto de tanta escasez, de tantos abusos, de tantas colas y vernos obligados a emigrar por la falta de futuro en nuestro país. La inmensa mayoría del pueblo considera que el modelo actual no funciona. Y que el futuro de Cuba pasa por escucharnos entre todos y diseñar un sistema democrático que respete las diferencias políticas. Eso es lo que reclama Archipiélago”.
Ana Luisa, doctora, confiesa que “si en Cuba hubieran elecciones libres votaría para presidente por cubanos como Yunior. Es un tipo que me parece franco, que da la cara y posee valores cívicos. No lo conozco personalmente, pero por las cosas que escribe y dice se nota que es un hombre honesto y valiente”.
La policía política y sus grupos represivos han trazado una hoja de ruta para desactivar las marchas de los activistas demócratas el 15N. Según una fuente confiable, ese día habrá un apagón digital de internet y los datos móviles en todo el país. Fuerzas combinadas de la policía, boinas negras y agentes de la contrainteligencia tendrían redadas preparadas en los diversos accesos a las zonas donde están convocadas las marchas.
Los manifestantes que lleguen al lugar serán acusados de delitos contra la Seguridad del Estado. Los activistas principales y firmantes de documentos a favor de la marcha serían neutralizados y detenidos en los días previos. Trabajadores, funcionarios, profesionales y estudiantes universitarios que participen serán expulsados de sus centros laborales o de estudio y acusados de "incompatibilidad ideológica".
La estrategia trazada por el grupo Archipiélago ha sido brillante. Es un plan de ganar-ganar. Si el régimen hubiera autorizado la marcha pacífica, corría el riesgo de que miles de ciudadanos se hubieran sumado. Prohibiéndola y reprimiendo a los activistas demócratas quedan expuestos en el escenario internacional como lo que son: una dictadura dura y pura que viola derechos universales básicos como la libertad de manifestación y de expresión.
La semilla que pretendía sembrar Archipiélago, dar a su conocer su ideario político y sus propósitos, llegó a miles de compatriotas dentro y fuera de la Isla. Se puede estar de acuerdo o no con su hoja de ruta. Pero muchos coinciden que la única salida pacífica y viable a la crisis económica, política y sistémica del país pasa por un diálogo entre cubanos. La dictadura está atrapada en un pantano llamado Archipiélago.