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General: Gays en tiempos de Cicerón: para el macho romano las mujeres no bastaban
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 05/11/2021 16:20
Gays en tiempos de Cicerón:
Para el macho romano las mujeres no bastaban
Eva Cantarella revisa en 'Según natura' los equívocos y persistentes clichés sobre las relaciones sexuales en la antigüedad clásica
 
Por Daniel Arjona
"Esta costumbre de amar a muchachos me parece nacida en los gimnasios griegos, en los que estos amores son libres y tolerados", escribe Cicerón que, sin embargo, como relató Plinio el Joven, dedicó un epigrama "a su Tirón", el esclavo al que siguió amando incluso después de liberarlo de la esclavitud. ¿Estamos ante un ejemplo flagrante de hipocresía, de cínica distancia entre las virtudes públicas y los vicios privados? La verdad es que no. El cliché histórico afirma que los romanos defendieron una heterosexualidad intachable y despreciaron 'el vicio griego' de la homosexualidad generalizada. Este mito es falso y el equívoco es claro. La idea totalmente engañosa es que los romanos identificaban homosexualidad y pederastia. Lo explica la historiadora italiana y experta en Derecho griego y romano Eva Cantarella en el libro 'Según natura: la bisexualidad en el mundo antiguo' (Akal).
 
"Sería un completo error pensar por esto que los romanos eran rigurosamente heterosexuales: para un romano, la expresión máxima de la virilidad consistía en someter a los hombres. Demasiado fácil y muy poca cosa es, para un verdadero hombre, someter a sus deseos a las mujeres. Para el macho romano potente e inagotable, las mujeres no podían ser suficiente. Su sexualidad exuberante e irrefrenable debía expresarse sin límites: debía poseer todos los posibles objetos de su deseo, independientemente de su sexo".
 
La reedición de 'Según natura', editado por primera vez en español en 1991 y que llevaba ya demasiado tiempo descatalogado e inencontrable, es una excelente noticia. Señalado como uno de los ensayos históricos cruciales sobre la inagotable polémica acerca de la sexualidad en la época clásica, lo firmaba además una de las más competentes estudiosas mundiales de la antigüedad. Su originalidad atañe a dos advertencias rompedoras. La primera aclara que lo característico del mundo griego y romano no fue la liberalidad respecto a la condición homosexual -un fenómeno histórico mucho más reciente- sino la bisexualidad -enfocada, claro está, siempre desde el punto de vista masculino. Y la segunda advertencia añade que frente al interesado estereotipo cristiano sobre el libertinaje de los antiguos, las prácticas sexuales de estos se hallaban firmemente codificas por el arte, la sociedad y las leyes. Sólo que de otra manera...
 
Esclavos y prostitutos
¿Cortejar a un muchacho mediante un amable y seductor juego intelectual, psicológico y sexual, mimarlo, cuidar de él y demostrarle tu amor? Tal cosa era propia de helenos e inadmisible para un romano. La pederastia griega basada en la relación jerárquica entre un amante maestro (erastēs) y un alumno amado (erōmenos) no tenía lugar en la Roma conquistadora e invicta. La homosexualidad sí era, en cualquier caso, aceptada allí, pero no en forma de sexo con muchachos libres sino con esclavos jóvenes. No se trataba de hacer de alguien un buen ciudadano mediante la educación y la sodomía sino de demostrar el absoluto dominio del pater familias sobre todo aquello que le pertenecía. Sí, también sodomizándolo.
 
Cita Canterella al erudito francés Paul Veyne: "Roma no esperó a la helenización para mostrar indulgencia alguna hacia una cierta forma de amores masculinos. El monumento más antiguo de las letras latinas que hemos conservado, el teatro de Plauto, inmediatamente anterior a la grecomanía, está lleno de alusiones homófilas de sabor genuinamente local; el modo más habitual de empezar el juego con un esclavo consiste en recordarle qué servicio el amo espera de él, para el cual 'el esclavo debe ponerse a cuatro patas'".
 
Además de permitir las relaciones sexuales con esclavos, la ética romana -y leyes como la célebre Scatina que solo castigaba la pederastia- consideraban también lícito la compra de servicios sexuales a prostitutos o 'scortum'. De hecho, el calendario romano dedicaba dos fiestas al oficio más antiguo, el 25 de abril para el oficio masculino y el 26 del mismo mes para el femenino. En cualquier caso, la prostitución masculina no estaba extendida en demasía por una sencilla razón: era un producto de lujo accesible sólo para las clases más pudiente. Según testimonio de Polibio, Catón denuncia en determinado momento que para acceder a semejante y apetecible producto, un romano podía acabar dilapidando su fortuna.
 
"Ninguna condena ni ningún castigo entonces en la Roma republicana", remata Cantarella, "para la homosexualidad en cuanto tal: lo único que era criticado en las relaciones entre hombres (siempre que no involucrasen a un joven nacido libre) eran los excesos a los cuales inducían a abandonarse, y el hecho de que podían llevar a asumir un estilo de vida no conforme con el modelo austero y riguroso que los romanos siguieron exaltando y pregonando, incluso cuando el aumento de la riqueza introdujo en la ciudad nuevos lujos y nueva molicie".
 


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De: SOY LIBRE Enviado: 05/11/2021 16:34
La homosexualidad en la Antigüedad Roma

José María GIl Roman
La sociedad romana era muy parecida a la griega. Por lo que no veían mal la homosexualidad, siempre y cuando fuese en actitud activa. Los pasivos debían ser esclavos, extranjeros o menores. El hombre libre podía tener relaciones con un esclavo o con un prostituto, con el fin de obtener un placer tranquilo, opuesto a la pasión, pero siempre y cuando fuese el dominante. De esta forma se tranquilizaba al espíritu, ya que los arrebatos amorosos o la pasión, eran más comunes entre las mujeres.
 
Por consiguiente, el ciudadano que se dejaba penetrar era estigmatizado y era conocido como impudicus. Pese a esto, encontramos referencias, al igual que en Grecia, de tutores que formaron a la vieja usanza a jóvenes soldados. Con la diferencia de que cuando al joven le salía la primera barba, dichas tutorías cesaban. Tras esto, se recortaba el pelo al joven, dándole así un aspecto más varonil
 
Es más, existen restos arqueológicos que nos dejan ver, que los romanos tenían una sexualidad bastante abierta. En 1911 se encontró en Jerusalén una copa de plata con escenas sexuales homoeróticas grabadas en ella, denominada «Copa Warren» (fig.2). Es única en el mundo, puesto que existen muchas referencias a la sexualidad heterosexual en el mundo romano, pero no tantas de contenido homosexual, de ahí su extremada belleza. Consta de dos caras: por un lado, vemos a dos jóvenes mantener relaciones sexuales anales sobre una cama; mientras, que en el otro lado, vemos a un hombre con barba penetrar a un joven, mientras son observados por un tercero, pudiendo ser un esclavo o un voyeaur.
 
Pero no solo los restos arqueológicos nos hablan de la vida sexual romana, sino que también existen fuentes escritas que atestiguan como personajes relevantes de la vida cotidiana romana, así como grandes emperadores de Roma, mantuvieron relaciones homosexuales en algún momento de su vida. Desde Julio César a Augusto, pasando por Tiberio, Calígula, Nerón o Trajano entre otros, son solo algunos de ellos. Según el historiador Edward Gibbon, solo de los doce primeros emperadores romanos, uno se interesó exclusivamente por mujeres.
 
Aunque, si hablamos de homosexualidad y emperadores, el nombre por excelencia es el de Adriano. Nacido en la antigua ciudad romana de Itálica (provincia de Sevilla), fue uno de los emperadores más queridos y alabados. Se casó con Vibia Sabina, aunque muchos creen que su corazón perteneció a un joven griego llamado Antínoo. Según los escritos, durante un viaje del emperador por Egipto junto a su esposa y su amante, el joven calló por la borda del barco al río Nilo y nunca se le volvió a ver. Tras su muerte, el emperador desolado ordenó construir cientos de estatuas en su honor, así como ciudades en su nombre. Incluso, lo representó como distintas deidades para así glorificarlo. De esta forma, podemos encontrar la imagen de Antínoo como Dionisio, Osirios o Apolo. Algunos autores afirman que Antínoo es pura ficción y que Adriano se valió de su figura para construir ciudades. Sea como fuere, lo cierto es que en los anales de la historia pasó a ser una de las relaciones amorosas homosexuales más bonitas de la Antigüedad.
 
El emperador Tiberio por su parte fue mucho más pervertido según las historias. Su biógrafo escribió como el emperador se construyó un palacio en Capri donde realizaba orgías y diversas fiestas. Hasta allí llevaba a jovencitos de toda Roma para el disfrute y entretenimiento del emperador en delirantes juegos sexuales. Tiberio, gustaba de contemplar a los jóvenes manteniendo relaciones sexuales e incluso a menudo participaba. Según las malas lenguas, en las piscinas de la villa se entrenaban a estos chicos y chicas para que le realizasen felaciones bajo el agua. Por lo que Tiberio comenzó a llamarles “mis pececitos”. Nunca sabremos si fue o no real lo que ocurrió en Capri, pero los logógrafos de la época aseguran que se retiró de la vida política, para darse a los placeres carnales en su gran villa.
 
Pese a esto, uno de los emperadores más controvertido, fue Heliogábalo (del cual os hemos hablado aquí ya). Existen escritos que relatan como Heliogábalo exigió a sus médicos que le proporcionaran órganos femeninos, e iba por palacio con vestimentas de mujer, por lo que podríamos estar ante uno de los primeros casos de persona transgénero relatado en la historia. Además, llegó incluso a casarse con dos hombres. El primero desapareció en extrañas circunstancias tras un gatillazo en la cama, y el segundo corrían los rumores que lo maltrataba y que además, Heliogábalo enseñaba los moratones con orgullo.
 
Pero, no podemos olvidarnos de uno de los personaje clave de la historia romana, Julio César. Muchos no conoceréis la historia, pero por los corrillos romanos se llamaba a César “la reina de Bitinia”. La historia proviene de un supuesto encuentro sexual entre un joven Julio César y el rey de Bitinia Nicómedes IV. Según los relatos, César era un joven apuesto, muy atractivo físicamente, a la par que presumido. Durante un viaje diplomático al reino de Bitinia, la relación entre él y el monarca dio lugar a muchos rumores. Es más, llegó a ser el copero del rey (algo que para la época estaba relacionado con la pasividad). Fueron tan fuertes los rumores que los políticos de Roma lo tacharon de pasivo durante toda su vida, algo que Julio César negó hasta el día de su muerte.
 
No solo estos emperadores tuvieron sus más y sus menos con el sexo homosexual. Sobre el emperador Cómodo corren infinidad de rumores, como que pernoctaba con gladiadores o que se montaba auténticos chills de la época. Por su parte de Nerón o Calígula se han dicho barbaridades, si fueron o no verdad todo lo que se decía sobre ellos, nunca lo sabremos. Lo que sí es cierto, es que durante el mandato de Trajano, las prácticas helenas de “pederastia” volvieron a estar de moda. Posiblemente, de ese periodo provenga nuestro querida Copa Warren. Pese a todo, las practicas homosexuales dejan de ser «legales», cuando el emperador Teodosio las prohíbe en el 390 d.C.
 
Eso sí, antes de esa fecha existieron muchas relaciones, como las dadas entre los gladiadores. Si bien es cierto, que no fue la tónica en la vida de los gladiadores puesto que en su mayoría los luchadores no tenían relaciones sexuales. Pero, quizás al considerar a estos hombres fuera de la ley, las relaciones sexuales tanto siendo de rol activo, como el de pasivo fuesen distintas a las estipuladas entre los romanos de pleno derecho. Es más, algunos autores afirman que dentro de las academias, las relaciones sexuales podían llegar a ser hasta en grupo. Por lo general era un grupo de entre 4 a 6 gladiadores que penetraban por turno al nuevo recluta. El sexo coetus podía o no ser consentido. Puesto que en muchos casos esta práctica se trataba de un entrenamiento. Según los relatos, este entrenamiento era para reforzar al nuevo. Si aguantaba el dolor que le provocaban, podría aguantar en el anfiteatro. Los escritos también relatan este tipo de entrenamiento en el ejército romano, al igual que se constata que muchos jóvenes se ofrecían para este tipo de rutinas, llegando a estar hasta con una decena de hombres en un solo día. En muchos casos, se tenía la idea de que aceptar la semilla de otro gladiador más experimentado, era como obtener su fuerza. Aunque, no se ha podido constatar realmente si estas prácticas fueron o no reales.
 
Tampoco podemos olvidar la prostitución masculina en la antigua Roma. Por lo general estas prácticas se ejercían en los baños públicos, circos y termas, aunque por lo general eran en las tabernas o prostíbulos donde se solían encontrar a los jóvenes. Muchos de estos hombres eran atletas musculosos e incluso gladiadores retirados. Es más, cuanto más exótico fuese su origen, más se pagaba por sus servicios. Fue tan recurrente la prostitución masculina que incluso se llegó a legislar. Pese a esto, hoy día quedan pocas relatos sobre estas leyes, algunas han llegado hasta nuestros días como la lex Scantinia del 226 a.C. Según esta, se castigaba la homosexualidad pasiva sobre cualquier ciudadanos romano libre. Sabemos que los prostitutos fueron muy cotizados en parte, por restos arqueológicos como los encontrados en Pompeya, donde vemos unos grafitis de la época donde un tal Menander, se prostituía por dos ases de bronce, o Félix que la chupaba por solo uno.
 
No podemos cerrar este capítulo, sin mencionar algunas cosas. Primero, la forma que tenían los romanos de ver la homosexualidad. Si bien los griegos permitían la “pederastia” y creían que si había una determinada edad entre ambos, no pasaba nada. Los romanos, determinaron la aceptación o no, en función del rol en la cama. Es decir, si eras activo estaba bien visto, si eras pasivo, te tachaban de todo. Esto se debe en parte, a la creencia de que los romanos pensaban que la decadencia griega vino por parte de este tipo de actos. Además, el poder jugaba un papel importante en las relaciones sexuales. Ser el dominante, era sinónimo de tener el poder. Por lo que dejarse dar, era lo mismo que ser humillado y que tu virilidad fuese sustraída. Lo que queda claro, que la homosexualidad, así como la sexualidad en general estuvo muy presente en la sociedad romana desde sus inicios, los frescos de Pompeya, así lo atestiguan.
 
Distinto, fue la homosexualidad femenina, que no estuvo bien vista ni por romanos, ni por griegos. Es más, muchos autores clásicos masculinizaban en sus sátiras a aquellas mujeres que realizaban el sexo entre ellas, puesto que no podían entender su orientación o incluso negaban que existieran como lo hizo Ovidio. En Roma, llamaban a las mujeres que tenían relaciones con otras mujeres, tribás, que significa «frotar o restregar». Incluso, en algunos textos encontramos como usaban ya desde época romana, los tan míticos «arneses», que eran denominados ólisbos. Estos ólisbos no eran sino penes postizos que usaban entre ellas en sus relaciones. Así que, pese a que autores clásicos y modernos quieran esconderlo, existieron este tipo de relaciones como así lo atestigua los restos arqueológicos e incluso escritos como el pergamino encontrado en Egipto. Este pergamino relata como una joven llamada Sarapias, redactó un hechizo de amor para ganar el corazón de otra muchacha llamada Herais.
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 12/02/2022 16:27



 
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