Joe Biden lo había prometido durante su campaña. Elegiría a una afroamericana para la Corte Suprema. Al fin y al cabo, le debe su elección a James Clyburn, un político demócrata afroamericano de Carolina del Sur, que le dio la victoria en ese Estado, pese a sus sucesivas derrotas. A partir de ese triunfo abrumador todo fue diferente.
No tiene razón el senador Ted Cruz cuando alega que los presidentes deben elegir al ‘mejor jurista’ para integrar la Corte Suprema, independientemente de su género y de su su raza. No existe “el mejor jurista”. Eso sería verdad en un mundo absolutamente neutral, pero ese no es el caso. Todos llegan a la Corte Suprema con sus prejuicios, sus valores y sus principios. Es imposible que sea de otro modo. ¿Quién es el mejor jurista? ¿Un graduado de Yale o quien demuestre tener más sentido común?
No hay un grupo más compacto, ni más agradecido que las afroamericanas. No en balde Joe Biden desea sustituir a Stephen Breyer en la Corte Suprema de Estados Unidos, por una dama negra, liberal y prestigiosa dentro de la judicatura. Lo prometió durante la campaña y va a cumplir su promesa. Seguramente la encontrará. Hay varias candidatas que cumplen con los requisitos. Entre ellas está J. Michelle Childs, graduada, precisamente, de la Universidad de Carolina del Sur.
Donald Trump se ha buscado la enemistad del grupo mayor de personas que acuden a las urnas: las afroamericanas. El abogado general de New York se llama Letitia James. Se trata de una persona tremendamente respetada en NY. Llegó a su cargo en el 2018, no por designación del entonces gobernador Andrew Cuomo, sino por elecciones libres y abiertas. Hago esta observación porque Cuomo fue acusado en el 2021 de propasarse con algunas mujeres de su entorno -algo que él ha negado enfáticamente.
James es afroamericana y se graduó de abogada en Howard University. Howard, creada en 1867, tras finalizar la Guerra Civil, es una de las más prestigiosas instituciones educativas mayoritariamente negras de Estados Unidos. Posee, además, un master en Administración Pública de Columbia University. Tiene 63 años.
Le llaman “Tish” y quiere pasar a la historia como la primera persona que encausa y demuestra ante los tribunales que un presidente de Estados Unidos puede ir a la cárcel como cualquier hijo de vecino. ¿No habíamos quedado en que no había ningún norteamericano que estuviera fuera del alcance de las leyes?
Ya ha llevado a declarar a tres hijos de Trump (Ivanka, Donald y Eric), y ha presentado pruebas de que el magnate “infló” los valores de algunos inmuebles para obtener un mayor financiamiento de ciertos bancos (lo que constituye un fraude bancario), pero los “desinfló” para pagar menos impuestos, lo que constituye un delito aún más grave.
Simultáneamente, el Deutsche Bank, una institución bancaria alemana muy grande, en la que Rusia ha depositado ingentes cantidades de dinero por medio de su banco oficial VTB, le dio a la Organización Trump un enorme préstamo, cuando la banca de Estados Unidos no le concedía el menor loan. Según los expertos esto sólo es posible si la banca rusa respalda la operación.
Es posible que Trump quiera volver a la Casa Blanca para evitar ir a la cárcel o que sus hijos se vean tras las rejas. De lo contrario no se entiende que continúe diciendo que le robaron las elecciones.
Las afroamericanas le reprochan su racismo y su machismo. Le atribuyen al expresidente ser responsable de toda la legislación encaminada a crearles obstáculos a los negros y a los latinos para votar o ser votados. Esa pelea no la puede ganar.