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General: Silvio Rodríguez opina que la revolución cubana ha cometido muchos errores
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 15/02/2022 18:48
 Silvio Rodríguez sigue con su muy personal proceso de "rectificación de errores"
El trovador reconoce que la "ofensiva revolucionaria" ha hecho mucho daño al pueblo cubano
 
Madrid
La "ofensiva revolucionaria del 68" ha hecho mucho daño al pueblo cubano, según el cantautor cubano Silvio Rodríguez, que nuevamente se muestra crítico con algunos aspectos del oficialismo histórico y actual en una entrevista con la agencia de noticias argentina Télam.
 
El trovador afirma que se debe dejar de recurrir al embargo como pretexto, ya que se han hecho muchas cosas mal o, sencillamente, se han dejado de hacer. "No podemos pasarnos la vida creyendo que todo lo que no podemos hacer es culpa de que hay un vecino muy poderoso que nos bloquea y nos impide hacer cosas. Si en 60 años no hemos podido desarrollar una creatividad que supere el bloqueo, estamos mal", argumenta Rodríguez.
 
El viejo cantautor sostiene que, de la misma manera que se ha potenciado la ciencia gracias a una fuerte inversión inicial –que agradece a Fidel Castro–, se podría haber hecho con otros sectores y que ahora toca revertir "errores históricos" como el intervencionismo extremo llevado a cabo.
 
El periodista insta a Rodríguez a ratificar lo que ha dicho sobre la llamada ofensiva revolucionaria y le pregunta si fue un error. "Sí, fue un error. Porque fue como querer saltarse etapas. Como estábamos iniciando la relación con el campo socialista, dijimos: 'Vamos a establecer un tipo de comercio que por ser nosotros subdesarrollados y sumarnos a lo último los obliga a ser más solidarios'. Pero esa era una forma de dependencia", explica. El trovador, incluso, señala que hay industrias que eran prósperas y a las que se hundió con esta política y cita la azucarera. "La Revolución cometió errores y los estamos pagando", repite.
 
Silvio Rodríguez habla de la pugna entre sectores reformistas y ortodoxos, dos corrientes enfrentadas en el oficialismo aunque nunca se hable de ello públicamente. Entre los primeros, el trovador sitúa a Díaz-Canel, a pesar de la regresión en derechos que se está produciendo, por su apuesta por la ciencia. El artista considera que el cierre de filas que se produjo frente a las "agresiones" en los primeros años de la Revolución provocaron un gran daño al convertirse en intolerancia. "Nos acostumbramos a ser así. Eso nos benefició, por un lado, porque nos protegió. Pero también nos perjudicó, porque nos malformó en algún sentido", dice.
 
Rodríguez admite ser consciente de que los jóvenes están distanciados en gran parte de la Revolución y emigran porque consideran que en la Isla no tienen oportunidades. "Se supone que la Revolución se hizo para los jóvenes, para que florecieran, para que hubiera un porvenir para ellos. Es triste ver que nuestras limitaciones llevaron a lo contrario: en algunos sentidos, hay jóvenes que sienten que no tienen futuro en Cuba", comenta.
 
Entre ese grupo, aunque ya roza los 40 años, estaría su hijo Silvito el Libre, crítico con el oficialismo y del que el trovador, de 75 años, habla. "Ni él es tan libre, ni yo soy tan preso. Cuando lo veas algún día, pregúntale por qué digo yo eso", expresa, y aunque admite abiertamente sus discrepancias políticas, señala que eso no se interpone en el afecto mutuo que sienten. "Él y yo nunca hablamos de los temas que nos separan. Siempre hablamos de las cosas que nos unen, el cariño familiar, la solidaridad, la identidad, las dos nietas que tengo de su parte. No coincido con muchas cosas de las que él plantea y él no coincide en cosas que yo he dicho o que hago y pienso. Pero jamás nos hemos peleado, ni nos vamos a pelear por eso", defiende.
 
También Rodríguez hace referencia a Pablo Milanés –la entrevista se realizó antes de fallecer su hija–, amigo pese a las opiniones y experiencias vitales de ambos en torno a la política. Según Rodríguez, Milanés se sumó a la Revolución a pesar de haber "sufrido mucho" por ella. El cantante, como recuerda la publicación, estuvo casi dos años en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (Umap), bajo un régimen de trabajo de extrema severidad y dos meses en La Cabaña.
 
Rodríguez sí rehúye posicionarse contra los regímenes de Nicaragua y Venezuela cuando el periodista le brinda la oportunidad de hacerlo. Aunque el trovador responde que "la realidad es muy diferente a lo soñado", continúa afirmando que se han cumplido las predicciones de Lenin y que no solo el imperialismo no ha caído, sino que viene el fascismo como última de sus etapas. "Todo lo que está ocurriendo en los Estados Unidos, incluso a nivel de conciencia de grandes sectores, apunta hacia una especie de brote del fascismo".
 
El cantautor también aborda el concepto de la solidaridad a gran escala, que considera imposible, ya que el mundo es mayoritariamente capitalista y tiene su sistema sostenido por los bancos, aunque hay personas solidarias. El contrapeso, a su juicio, podrían ser los países socialistas pero no se ha demostrado así ya que, afirma, China es el ejemplo de que su sistema perjudica al medioambiente.
 
"Habría que ver qué pasaría si todo el mundo se volviera socialista. Porque hay países que tienen aspectos del socialismo muy fuertes, como China, y sin embargo es uno de los que más daño le hace a la naturaleza", argumenta.
 
No es la primera vez que Rodríguez se muestra crítico con algunos aspectos del régimen cubano del que ha sido, y sigue siendo, uno de sus mayores propagandistas en el ámbito artístico. El pasado octubre, durante un viaje a España en el que ofreció un concierto multitudinario en el Wizink Center de Madrid, promovió una enorme donación de material sanitario que salió el pasado fin de semana de San Fernando de Henares (Madrid) y llegará a Cuba en marzo.
 
El cargamento, que contiene antibióticos, antipiréticos, antiinflamatorios, guantes quirúrgicos y de exploración, sondas, mascarillas, epis, jeringas y pantallas faciales; está valorado en 300.000 euros y sus organizadores afirmaron que no será el único.
 
Entre los donantes, según Prensa Latina, están la asociación MediCuba España; la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí; la Miguel Hernández de Alicante; Euskadi-Cuba; la de solidaridad y cooperación Ernesto Guevara, de Torrejón de Ardoz; de Amistad Hispano-Cubana de Málaga; el Partido Comunista de España y la plataforma Defensem Cuba de Catalunya.


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: cubanet20 Enviado: 15/02/2022 18:51
AQUÍ LES DEJO LA ENTREVISTA COMPLETA
Silvio Rodríguez: “Si en 60 años no pudimos desarrollar una creatividad que supere el bloqueo, estamos mal”
Desde su casa de La Habana, el emblemático cantautor cubano reflexiona sobre su relación y compromiso eterno con la música y la palabra. Y analiza los logros, errores y desafíos de la Revolución.
 
POR NÉSTOR ESPÓSITO
El colectivo (la “guagua”, como se los llama en Cuba) P1 lleva hasta el barrio de Miramar. Está un poco lejos de La Habana vieja pero el viaje es placentero y pintoresco. No es cómodo, porque la guagua está atiborrada, siempre. El pasaje cuesta unos pocos pesos cubanos. Por lo general, alcanza para viajar con un billete de tres pesos, que es de color rojo, por el frente tiene la mítica imagen de Guevara que se convirtió en camiseta y souvenir, y por el anverso lo muestra al Che desmalezando a machete unos matorrales. En Miramar están los estudios Ojalá. Cada mañana, en esa casa sobria, Silvio Rodríguez (75 años de edad, una cámara fotográfica en sus manos, barbijo y anteojos permanentes) graba, compone, corrige y crea.
 
La pandemia contribuyó a retomar proyectos demorados en el tiempo. “Uno incluso de hace 30 años, de 1991. Ese fue el disco que saqué hace poco con un grupo maravilloso, que ya no existe, Diákara. El director, ‘Oscarito’ Valdés, murió. Le cambiamos algunas cositas para mejorar el sonido pero estaba hecho y era por falta de tiempo que no lo terminábamos”, revela el cantautor en una entrevista exclusiva para Tiempo.
 
–En algún recital, cuando presentabas la canción “Playa Girón”, decías que un trovador se nutre de la música, la poesía y la historia. Este es un momento histórico muy particular. ¿Cómo se hace arte en un contexto de pandemia?
 
–Depende de las circunstancias en las que esté cada persona. Yo, por mi edad y una serie de achaques, he tenido que parar completamente. Pero hay jóvenes que siguen trabajando, viajando. Es otra circunstancia. Yo he tenido que invertir mi tiempo en trabajo pendiente. Me imagino que los que son más jóvenes y tienen más fuerza, energía y más vida por delante estarán viviendo, quizás no a todo tren, pero a media máquina por lo menos. Es lo que yo hubiera hecho si tuviera 25 o 30 años.
 
–¿Eso hubieras hecho?
 
–Seguramente. ¿Cómo no me voy a meter en la vida? Aunque me cueste la vida. Pero he tenido que suspender hasta los conciertos que hacía en los barrios todos los meses. El último fue en marzo de 2020.
 
–¿Vas a retomar esos conciertos barriales?
 
–Tengo un poquito de aprensión. Ser el responsable de la convocatoria de la gente te responsabiliza también con las consecuencias. Y tener en la conciencia que por culpa de una reunión que uno convoca se pueda enfermar gente, niños incluso, es un poco fuerte para mí.
 
–En 1985 estuviste en la Argentina con el grupo Afrocuba y con Santiago Feliú. En una conferencia de prensa, una periodista te preguntó si la revolución solo era posible por las armas. Tu respuesta fue: “Las recetas, solo en la cocina”.
 
–Ocurre que después de la nuestra, la única revolución que se concibió así fue la de Nicaragua. Luego, todos los procesos han sido por vías normales, democráticas, el voto. Y lo de Nicaragua fue casi milagroso en aquel momento. Llevaban una lucha guerrillera de muchos años y hubo una convocatoria internacional fuerte, mucha gente de muchos países confluyó.
 
–¿Cómo juegan las experiencias actuales de Venezuela y Nicaragua en la actualidad de Cuba, tomando como referencia aquel sueño de la revolución?
 
–La realidad es muy diferente a lo soñado. Hace 60 años se decía que el imperialismo se estaba cayendo, pero realmente ha pasado más de medio siglo, y nada. Lo único que resulta parecido a las predicciones es aquello que decía Lenin: que el fascismo era la última etapa del imperialismo. Todo lo que está ocurriendo en los Estados Unidos, incluso a nivel de conciencia de grandes sectores, apunta hacia una especie de brote del fascismo.
 
–El camino al fascismo parece corto y los procesos para revertirlo, demasiado largos.
 
–Y sobre todo muy complejos en la realidad actual, donde la relación de fuerzas en el mundo es tan diferente y donde hay armas nucleares también, que es un asunto tremendamente delicado.
 
–¿Qué fue de aquel sueño de la solidaridad?
 
–Hay gente solidaria.
 
–Es cierto, pero hay pocos países con aquel concepto de solidaridad.
 
–Ocurre que al predominar la economía a través de los bancos, la dominación económica más bien capitalista, el péndulo suele inclinarse hacia relaciones más de conveniencia.
 
–¿Es un fenómeno económico? Cuando cantabas “con todas las banderas trenzadas de manera que no haya soledad” no estabas hablando de economía. Aquello era una postura casi diría que filosófica.
 
–Pero sigue predominando la dominación. La mayoría del mundo sigue siendo capitalista, y entonces el meollo del capitalismo es económico. Lo decía Margaret Thatcher: “La gente piensa que es político y no es político, es económico”. Es un problema de supremacía económica. Una economía diseñada y concebida a partir de la competencia total del consumismo. Eso le hace un daño muy grande a la naturaleza también. Son muchas cosas las que están en juego.
 
–¿Hay contrapeso posible para eso?
 
–Habría que ver qué pasaría si todo el mundo se volviera socialista. Si un socialismo predominante en el mundo vendría con una mentalidad correcta. Porque hay países que tienen aspectos del socialismo muy fuertes, como China, y sin embargo es uno de los que más daño le hace a la naturaleza. Habría que ver si lo que está ocurriendo se debe a la pugna con la gran potencia capitalista o si es que se trata de un formato realmente inherente al desarrollo, y no va a cambiar.
 
–En la Argentina, la pandemia ha servido para explicar –en buena medida– por qué no se concretaron las expectativas generadas por el actual gobierno. ¿Es posible trazar un paralelismo entre ese efecto de la pandemia con el bloqueo que sufre Cuba? ¿No termina siendo una excusa?
 
–En Cuba actualmente hay mucha discusión ideológica, intelectual y superestructural sobre eso. Los economistas están empujando mucho. Nosotros no queremos que el bloqueo sea un pretexto. No lo queremos permitir tampoco. No podemos pasarnos la vida creyendo que todo lo que no podemos hacer es culpa de que hay un vecino muy poderoso que nos bloquea y nos impide hacer cosas. Si en 60 años no hemos podido desarrollar una creatividad que supere el bloqueo, estamos mal. En algunos sentidos sí se ha logrado, en la ciencia por ejemplo. Esas fueron apuestas que hizo Fidel y en su momento generó cuestionamientos. La gente decía “esa inversión…”. Esa inversión es la que hizo posible ahora afrontar la pandemia. Pero es una inversión en un sector pequeño, controlable, al que se le pueden dar todos los recursos. En cosas mayores no hemos tenido la misma eficiencia y los mismos resultados. Y es por lo que se está trabajando ahora, revirtiendo errores históricos, aquella cosa de intervenirlo todo, que fuera el Estado el que lo controlara todo. La ofensiva revolucionaria del ‘68 nos ha hecho mucho daño.
 
–¿Realmente considerás que aquello fue un error?
 
–Sí, fue un error. Porque fue como querer saltarse etapas. Como estábamos iniciando la relación con el campo socialista, dijimos: “Vamos a establecer un tipo de comercio que por ser nosotros subdesarrollados y sumarnos a lo último los obliga a ser más solidarios”. Pero esa era una forma de dependencia. No nos hizo esforzarnos lo suficiente para industrializarnos, por ejemplo. Incluso perdimos industrias que eran sólidas antes del triunfo de la Revolución, como la industria del azúcar. Claro que cometimos errores, la Revolución cometió errores y los estamos pagando.
 
–Es muy fuerte esa lectura.
 
–Ahora también hay una conciencia en Cuba sobre la necesidad de horizontalidad. Eso está creciendo. Hay sectores en la superestructura que están convencidos de eso. Claro que hay gente que piensa más a la antigua, a las viejas soluciones, a las viejas recetas, aun cuando se ha visto y se ha comprobado que no dan resultado. Pero también hay gente más joven que está pugnando por democratizarnos más, por hacer las cosas de manera más horizontal, no tan vertical. Las circunstancias del principio de la Revolución, las agresiones, nos hicieron cerrarnos mucho, crear un sistema de defensa casi a ultranza y nos acostumbramos a ser así. Eso nos benefició, por un lado,  porque nos protegió. Pero también nos perjudicó, porque nos malformó en algún sentido.
 
–¿En esos sectores renovadores están los que hace poco definiste como quienes muestran «signos de cansancio”?
 
–No, no me parece que sean los que tienen signos de cansancio. Esos están cansados y no quieren seguir luchando por lo mismo. Creo que es la gente más joven que está en el gobierno. El mismo presidente (Miguel Díaz-Canel) me parece que es una de las personas que más está buscando incorporar la ciencia, darles más participación a los sectores de las ideas, abrirse más.
 
–¿Qué ocurre con ese sector que “siente cansancio”?
 
–Lamentablemente, hay jóvenes. Se supone que la Revolución se hizo para los jóvenes, para que florecieran, para que hubiera un porvenir para ellos. Es triste ver que nuestras limitaciones llevaron a lo contrario: en algunos sentidos, hay jóvenes que sienten que no tienen futuro en Cuba. Contra eso hay que luchar. Ese no es el porvenir de la Revolución. No es el porvenir de Cuba ni de ningún país. El porvenir tiene que ser de los jóvenes y tiene que ser esperanzador. «
 
Pablo y «Silvito El Libre»
 
La charla con Silvio Rodríguez en La Habana ocurrió antes de la muere de la cantante cubana Suylen Milanés Bennet, hija de Pablo Milanés, como consecuencia de un accidente cerebrovascular, a los 50 años de edad. Pablo Milanés vive actualmente en España y tiene una mirada crítica sobre lo que está pasando en Cuba. La respuesta de Silvio Rodríguez sobre él es previa a la tragedia personal del deceso de su hija.
–Pablo siempre fue crítico. Él pasó cosas muy duras y aun así se sumó a la Revolución.
–En los albores de la Revolución, Milanés estuvo casi dos años en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), bajo un régimen de trabajo de extrema severidad. Y luego permaneció dos meses en Fortaleza de La Cabaña, también como castigo.
–Lo quiero y lo respeto mucho. No me es cómodo hablar de Pablo en estas circunstancias. Lo que sí puedo decir es que es un gran artista y es una persona que ha sentido, sufrido y luchado por Cuba. Mucho. Lo ha hecho, claro que sí.
El otro personaje sobre el que Tiempo consultó a Silvio Rodríguez es Silvio Liam Rodríguez Varona, su hijo que está a punto de cumplir 40 años y es un reconocido artista de hip hop cuyo nombre artístico es Silvito El Libre.
–Él es “Silvito El Libre”, entonces yo vendría a ser “Silviote El Preso” (risas). Ni él es tan libre, ni yo soy tan preso. Cuando lo veas algún día, pregúntale por qué digo yo eso. Él se crió en una zona de Cuba muy difícil, agreste prácticamente, y yo creo que eso le hizo mucho daño. Él y yo nunca hablamos de los temas que nos separan. Siempre hablamos de las cosas que nos unen, el cariño familiar, la solidaridad, la identidad, las dos nietas que tengo de su parte. No coincido con muchas cosas de las que él plantea y él no coincide en cosas que yo he dicho o que hago y pienso. Pero jamás nos hemos peleado, ni nos vamos a pelear por eso.
 
Canciones, búsquedas y estilos
 
Silvio Rodríguez está muy afectado por la muerte reciente sobre un escenario de Vicente Feliú, otro de los padres fundadores de la trova. “Sesenta años de amistad, desde que él tenía 15 y yo, 16 años”. El periodista de Tiempo le cuenta una anécdota personal y privada que lo vincula con Vicente. Los ojos parecen humedecérsele y promete transmitirlo a su familia.
El lugar donde transcurre y termina la charla es un ambiente de tres sillones y dos sillas. El autor de “Historia de las sillas” elige la silla. Tal vez sea solo una casualidad. Desde una esquina de la habitación, un busto del Che Guevara tallado en madera parece observarlo todo. Quizá así sea. Es, acaso, la parte de ficción que el artista reconoce en sus canciones.
“El acto de la creación tiene una parte de costumbre, pero siempre necesita una parte de disconformidad. Uno no quiere hacer siempre lo mismo, ni contar las mismas cosas, ni recurrir a la misma fórmula. Eso es como industrializar, como si tuviera un troquel. Yo siempre fui un poco inconforme conmigo mismo y no quise que una canción se me pareciera a otra. A veces he tratado incluso de violentar el estilo, porque se supone que eso es un acto de creación”.
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanolibre Enviado: 21/02/2022 15:03
Rectificaciones a Silvio Rodríguez
Díaz-Canel, un tipo que se ha peinado de la misma manera durante toda su vida, nunca le pasará por la cabeza, más allá del peine, alguna reforma, incluso la más mínima.
 
Por José Gabriel Barrenechea
En su última entrevista, para la agencia argentina Télam, Silvio Rodríguez demuestra un desconocimiento absoluto de la Historia de Cuba, y de paso del movimiento comunista internacional, al menos a posteriori de 1959. Según el trovador, la Ofensiva Revolucionaria de marzo de 1968 tenía como objetivo sacar el mayor provecho de nuestra relación con Moscú. Dice allí que nosotros, o más bien Fidel Castro, el único que contaba a la hora de tomar decisiones de ese peso, se dijera: “Vamos a establecer un tipo de comercio que por ser nosotros subdesarrollados y sumarnos a lo último los obliga a ser solidarios”. O sea, la Ofensiva Revolucionaria perseguía, según Silvio, algo así como adecuarnos al tipo de economía que regía el Campo Socialista, e incluso ir un poco más allá, para obligar a una mayor cooperación de este.
 
En realidad es muy difícil saber qué quiso decir exactamente Silvio, a quien lo nebuloso de su poesía hace mucho se le terminó por mudar para la prosa. Parece decirnos que la aspiración de Fidel con esa ofensiva era no dejar ni la chiva, ni dónde amarrarla, para que por lástima los soviéticos se ocuparan de mantenernos. En todo caso algo sí queda claro: El trovador de la revolución fidelista cree que el objetivo era aproximarse a la Unión Soviética y sus satélites.
 
Silvio, que vivió esos días ya como un individuo adulto, no parece recordar que la Ofensiva Revolucionaria ocurrió precisamente en el peor momento, entre 1960 y 1989, de las relaciones entre La Habana y Moscú. Solo unos días después de haber ordenado se nacionalizaran decenas de miles de pequeños establecimientos, Fidel se fue a la escalinata de la Universidad de La Habana, para soltar entre la noche del 13 de marzo, y la madrugada del 14, el histórico discurso en que reconoció explícitamente que existían diferencias con la Unión Soviética, que Cuba se había negado a participar en una reciente reunión de partidos comunistas, convocada por Moscú, implícitamente alertó de una posible ruptura, y sus consecuencias para la economía, e incluso trató casi que de contrarrevolucionarios a los elementos internos que se habían mostrado demasiado cercanos a la embajada de aquel país en Cuba —la Microfracción—, y se burló acremente de aquellos que ponían demasiado sus esperanzas de seguridad para Cuba en la sombrilla de cohetes intercontinentales soviéticos.
 
Silvio Rodríguez, que al parecer no ha escuchado de las polémicas entre Ernesto Guevara y Carlos Rafael Rodríguez, en que el segundo defendió los postulados económicos entonces en boga en Moscú, parece desconocer que en esa época el llamado Socialismo Real había comenzado a mostrarse más abierto hacia el mercado. Que desde el Deshielo las relaciones mercantiles comenzaban a ser aceptadas en el Campo Socialista, y en no pocos países, incluida la Unión Soviética, se promovía el surgimiento de las mismas pequeñas propiedades que por esos días Fidel Castro ordenó nacionalizar.
 
Muy por el contrario de lo que sostiene Silvio, la Ofensiva no se llevó adelante para aproximarnos a la Unión Soviética, o para facilitar nuestra entrada al CAME, por demás en condiciones privilegiadas. En cierta medida el objetivo de la misma, al menos en la cabeza de Fidel Castro, era por el contrario marcar distancia de lo que ocurría en el Campo Socialista, y dejárselo claro a los soviéticos. Transmitirles la idea de que él no compartía la aproximación del Moscú de entonces a los postulados mercantiles en su economía, y que prefería la propuesta económica guevariana, adoptada en definitiva en Cuba desde los últimos meses de 1965.
 
La Ofensiva Revolucionaria, de hecho, era inevitable, desde el momento en que se adoptó el modelo guevariano de renuncia a las relaciones mercantiles o el dinero, se promovió la planificación total, la promoción de las gratuidades y la sustitución de los estímulos materiales al trabajo, por los morales —según el Che, con diplomas y palmadas en la espalda podía lograrse más que con salarios adecuados. En ese ordenamiento en que todos recibían lo mismo, independientemente de si iban a echarse fresco al trabajo o a trabajar, en que se pretendía que todo se entregara racionado en lugar de venderse, la existencia de pequeños negocios no tenía ningún sentido. Por tanto, si a alguien hay que culpar por la Ofensiva Revolucionaria de marzo de 1968, no es a los soviéticos, ni tan siquiera de modo indirecto, a la manera de Silvio Rodríguez, sino a Ernesto Guevara, quien propuso la idea del Gran Brinco al Comunismo, y a Fidel Castro, que la adoptó con ese entusiasmo tan suyo para los disparates.
 
Tendría sentido que Silvio culpara a Moscú por la Ofensiva, si esta hubiese ocurrido en 1972, pero nunca en 1968. Lo que nos lleva a plantearnos cualquiera de las dos hipótesis: o Silvio, como hemos dicho, es un profundo ignorante histórico, o trata de echarle la culpa a alguien más, y no a Ernesto Guevara, sea por ser la entrevista para un medio argentino, o por su personal relación con la figura del Che, en que la adoración no deja espacio a ninguna aproximación crítica.
 
El otro error en su entrevista es suponer que Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, es un reformista. Este señor es un continuista arquetípico, y aunque no sea de muy buen tono al presente darles alguna validez a disciplinas como la de la frenología, si creo que sea evidente para cualquiera que ciertos rasgos externos en el humano rara vez están relacionados a ciertas características de la personalidad, como la inteligencia, o el espíritu innovador. Dicho esto, agrego que para cualquiera que sea ducho en la iconografía revolucionaria y reformista del siglo XVIII en adelante, quedará claro que ninguna persona de ideas realmente avanzadas de entonces para acá, ha padecido de una frente tan estrecha, o una mirada tan poco expresiva como la del referido señor. Decía Alfonso el Sabio que a los hombres, como a los calderos por su sonido, se los conoce por su uso del idioma, y Canel, en ese sentido, suena a olla de barro, y rajada; o más bien como buró lleno de comején.
 
Que Silvio quiera convencer al actual dictador designado de Cuba de su pertenencia al bando reformista, me parecería un muy encomiable intento, más condenado al fracaso. Este señor es el producto de una selección en extremo cuidadosa, realizada tras las purgas de los reformistas verdaderos a principios del Raulato. Una selección en que se husmeó hasta el más mínimo detalle en las vidas de los principales funcionarios de segunda fila de entonces. No es el resultado, para nada, de los rejuegos y equilibrios de poder entre una dirección colegiada, como la que permitió el ascenso al poder de Gorbachov en la Unión Soviética de mediados de los ochenta, sino del cuidadoso análisis de sus probables sucesores, por un autócrata con todo el poder del Estado bajo su mano, y con plena consciencia de lo sucedido en semejantes y anteriores transiciones.
 
A Díaz-Canel, por lo tanto, un tipo que se ha peinado de la misma manera durante toda su vida, nunca le pasará por la cabeza, más allá del peine, alguna reforma, incluso la más mínima. Este señor es el clásico sirviente del amo, que por circunstancias de la vida hereda la posesión, y que ya en ese estatus no sabe actuar como dueño, solo como museólogo. Saca provecho personal, sin duda, pero como carece de la grandeza de los fundadores o los iniciadores de dinastías o de regímenes, en el marco que va más allá de su vida personal solo se dedica a intentar continuar al pie de la letra las enseñanzas de aquellos. Y en esto se empeña tanto, que no duda en hacer lo que crea necesario…
 
Pero por demás, aunque su cerebro tan privado de zona frontal hubiera podido superar las simplificaciones frenológicas, tampoco podría darse a jugar a las reformas. Díaz-Canel carece de la legitimidad necesaria, ante el conjunto de los sostenedores verdaderos del régimen, el amplísimo funcionariado del Estado, y sus órganos armados, como para atreverse y salir indemne de la menor de las innovaciones.
 
FUENTE: CUBAENCUENTRO
 


 
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