La llamada guerra cultural ha desatado una nueva polémica en el llamado lugar más feliz de la tierra. El debate de una polémica ley antiderechos en Florida, promovida por los republicanos, ha sacado a flote un escándalo en Disney. De acuerdo con algunos empleados del gigante mediático, la compañía habría censurado escenas de temática LGTBIQ en varias de sus películas. El episodio recuerda que las cúpulas empresariales ya no solo tienen que lidiar con las presiones externas en temas sociales, sino que las exigencias de cambio y rendición de cuentas vienen, cada vez más, del interior de la empresa.
De acuerdo con Variety, la revista especializada en la industria, los empleados de Disney del colectivo LGTBIQ afirmaron que los ejecutivos de la empresa matriz han solicitado cortes de “casi cada momento de muestras de afecto gays” sin importar las resistencias y protestas de los equipos creativos y del liderazgo dentro del estudio Pixar, comprado por el gigante del entretenimiento en 2006. “Nosotros en Pixar hemos sido testigos de cómo bellas historias, llenas de personajes diversos, regresan de la revisión corporativa de Disney en una versión reducida a las migajas de lo que fueron”, señala el texto dirigido al consejero delegado de la empresa, Bob Chapek, quien llegó al cargo el año pasado, sustituyendo a Bob Iger.
Chapek dijo el lunes que Disney defendía “inequívocamente” los derechos de las minorías y que estaban comprometidos con la creación de contenidos más diversos. “Todos compartimos la meta de vivir en un mundo más tolerante y respetuoso... Creo que la mejor forma en la que nuestra empresa puede hacer un cambio perdurable es mediante el inspirador contenido que producimos”, señaló en una comunicación interna. “No quiero que nadie confunda la falta de un comunicado con la falta de apoyo”, añadió el ejecutivo, quien antes de relevar a Iger al frente de la compañía se encargaba de la operación de los parques temáticos.
Los empleados no han citado ejemplos de películas cuyo contenido se vio diluido por la censura corporativa. En el texto dirigido a Chapek y Susan Arnold, la presidenta, los integrantes de la comunidad se dicen “decepcionados, heridos, temerosos y enojados” ante la tibia respuesta corporativa a ley aprobada esta semana por la mayoría republicana en el Congreso local de Florida. El sindicato de animadores también calificó la postura de Disney de “descorazonadora” y de un “paso en falso” para la corporación.
La norma de Derechos de los Padres, llamada por los sectores progresistas como la ley “Don’t say gay” (No digas gay, en inglés), regula el contenido en las escuelas sobre orientación sexual y género, elementos que son armas en el campo de batalla ideológico entre republicanos y demócratas. El gobernador Ron DeSantis, uno de los aspirantes a la candidatura presidencial conservadora en 2024, la promulgará en los próximos días. “Vamos a asegurar a los padres que pueden enviar a sus hijos al jardín de niños sin que estos temas les sean inyectados a través del currículo”, dijo el mandatario local recientemente. Una vez que entre en vigor, los maestros tendrán prohibido hablar de estos temas entre el jardín de niños y el tercer grado de primaria.
“Esperábamos que nuestra empresa nos defendiera, pero no lo hizo”, dice el comunicado de los empleados, quienes tenían la esperanza de que Disney adoptara una postura dura en contra de la norma promovida en Florida, donde la empresa opera el parque de atracciones más importante. Visitado antes de la pandemia por 20 millones de personas cada año, este sector generó a la compañía ingresos por 16.500 millones de dólares en 2021. No hubo comunicado público en contra de la norma. Además, medios informaron que la empresa había donado dinero a algunos de los políticos republicanos que respaldaron la iniciativa.
La respuesta de los empleados califica de “hueco” el mensaje de Chapek. Y va más allá al considerar hipócrita y cínica la conducta de la empresa. “Los parques no organizaron desfiles del orgullo gay sino hasta 2019, y solo en París. Disney tiene un historial de impedir eventos del orgullo organizados por asistentes a los parques y, en los años ochenta, expulsó a gente del mismo sexo que baila juntas”, afirma el texto, que acusa a la empresa de explotar comercialmente a este segmento. “Se siente terrible formar parte de una compañía que hace dinero con mercancías de la marcha del orgullo gay y decide dar un paso atrás en momentos de necesidad, cuando nuestros derechos están en riesgo”, añaden.
El escándalo coincide con el anuncio de la empresa de suspender sus operaciones en Rusia tras la invasión injustificada de las tropas de Vladímir Putin a Ucrania. La semana pasada, Disney había confirmado que no estrenaría sus películas en el gigante de Europa del este en protesta por la ofensiva militar. La decisión cancela los proyectos de contenidos en marcha y la operación del crucero turístico que la empresa atracaba en un puerto de San Petersburgo. Los empleados en territorio ruso no serán despedidos.
En 2016, Disney y otros gigantes de la industria amenazaron con cancelar sus proyectos en el estado de Georgia, muy popular por sus beneficios fiscales para las producciones, si se llegaba a aprobar una ley que discriminaba a los homosexuales. La presión fue tal que hizo ceder a los legisladores. Muestras como esta son, para los empleados del colectivo LGTBIQ, una muestra de que las posturas corporativas de la empresa de Mickey Mouse pueden hacer la diferencia. Una distinción que no se ha hecho con ellos.