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General: Una disputa que divide a los cubanoestadounidenses
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De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 30/03/2022 12:14
                                                                                                                                               Monseñor Bryan O. Walsh y niños cubanos durante la Operación Pedro Pan en 1962  
DeSantis, el arzobispo de 
Miami y una disputa que divide a los cubanoestadounidenses
Algunos beneficiarios de un programa de reasentamiento para jóvenes cubanos hace décadas se indignaron cuando el arzobispo de Miami los comparó con los menores no acompañados que ahora cruzan la frontera.
 
Por Patricia Mazzei
El estado ponía en riesgo la capacidad de la Iglesia católica de acoger a niños inmigrantes cuando el arzobispo de Miami, Thomas G. Wenski se lanzó a la yugular emocional del sur de Florida: comparó a los niños no acompañados que cruzan la frontera ahora con los que huyeron de la Cuba comunista hace seis décadas sin sus padres.
 
Ofendidos por la comparación, los cubanoestadounidenses molestos llamaron a las radiodifusoras en español. Escribieron cartas a los editores. Un debate en el Museo Americano de la Diáspora Cubana para denunciar los comentarios del arzobispo se volvió emotivo. El gobernador republicano Ron DeSantis que había ordenado a su gobierno que dejara de renovar las licencias de los refugios, calificó de “repugnante” la comparación con los exiliados cubanos que habían llegado de manera legal.
 
Wenski y sus partidarios, incluido otro grupo de cubanoestadounidenses, siguieron trabajando. Convocaron una conferencia de prensa para acusar al gobernador de hacer política cuando la vida de niños estaba en juego. Mostraron un niño hondureño no acompañado que se había reunido con sus padres en Estados Unidos. Y, en las semanas siguientes, salieron al aire una serie de anuncios radiofónicos en los que se tachaba al gobernador de insensible.
 
La disputa ha sido sorprendente, incluso para la escena política de Miami que suele ser tan polémica, porque ha expuesto una profunda división entre las personas que en la infancia formaron parte de la Operación Pedro Pan, también conocida como Operación Peter Pan, el programa secreto organizado por la Iglesia católica con ayuda del Departamento de Estado que reubicó a unos 14.000 jóvenes cubanos después de la revolución de 1959. En el pasado, los beneficiarios de ese programa habían evitado en gran medida hacer públicas sus desavenencias internas. Sin embargo, algunos consideran que la comparación de Wenski, o las políticas implementadas por DeSantis, han ido demasiado lejos.
 
“Somos hermanos y hermanas y no peleamos entre nosotros”, afirmó Carmen Valdivia, quien llegó a Estados Unidos a la edad de 12 años en 1962. Pero dice que el arzobispo y sus aliados los “incluyeron” en el debate. “Y eso me molesta”, asevera.
 
Alguna vez la inmigración fue un tema intocable en la política de Florida, en la época en que los republicanos temían que la adopción de medidas drásticas alejara a los hispanos, que constituyen más de una cuarta parte de la población del estado. El presidente Donald Trump cambió eso cuando ganó Florida en 2016 y adoptó una postura de mano dura contra la inmigración. Dos años después, DeSantis hizo casi lo mismo.
 
Después se promulgaron nuevas leyes estatales: en 2019, DeSantis y la Legislatura controlada por los republicanos prohibieron las ciudades y condados santuario, aunque la mayoría de los analistas coincidieron en que, para empezar, en Florida no había ninguno. El año pasado, un juez federal anuló algunas secciones de la ley, con el argumento de que tenía tintes racistas. Pero el estado presentó un recurso de apelación.
 
La semana pasada, los legisladores enviaron a DeSantis un proyecto de ley que cuenta con su apoyo y que busca prohibir a las agencias estatales y locales hacer negocios con las empresas que trabajan como contratistas federales para transportar a los inmigrantes que cruzaron la frontera de manera ilegal. Según Politico, hasta ahora, el estado no ha identificado a ninguna de esas empresas.
 
En este ambiente, la analogía mediante la cual el arzobispo comparó a los niños cubanos de hace 60 años con los niños centroamericanos de ahora resultó especialmente polémica.
 
La postura de la Iglesia es que hay que ayudar a todos los niños, incluso si llegaron a suelo estadounidense sin documentos o con la ayuda de contrabandistas pagados. Pero los críticos argumentan que la Operación Pedro Pan fue diferente, ya que se trató de un esfuerzo organizado en el que los niños (la mayoría pertenecientes a familias de clase media y alta) llegaron en vuelos comerciales con exenciones de visado, pasaportes y registros de vacunación.
 
Como huían del comunismo, los cubanoestadounidenses se beneficiaron de políticas migratorias especiales que les permitieron quedarse en Estados Unidos con mayor facilidad. Consolidaron su poder mediante la colaboración con demócratas y republicanos, tratando de mantener el tema de Cuba por encima de la contienda partidista. Ahora, como casi todo lo demás, eso también se ha visto empañado por la polarización.
 
“El legado de Pedro Pan es impoluto —una historia tan buena— y ahora se encuentra sumido en esta controversia”, lamentó Tomás Regalado, exalcalde de Miami y beneficiario de esa operación.
 
En diciembre, el gobernador ordenó al Departamento de Niños y Familias de Florida que no emitiera ni renovara las licencias de los albergues que acogen a menores no acompañados que no son refugiados, ya que indicó que se oponía a que el gobierno federal no informara al estado de cuántos inmigrantes reubica en Florida ni quiénes son.
 
Entre octubre de 2020 y septiembre de 2021, alrededor de 11.000 menores no acompañados fueron entregados a quienes se ofrecieron a cuidarlos en Florida —refugios, familias de acogida y parientes—, y de octubre de 2021 a enero de 2022, se entregaron más de 4000, según la Oficina de Reasentamiento de Refugiados.
 
Desde entonces, los abogados de la oficina dijeron a los refugios que no necesitan una licencia estatal para seguir operando. No obstante, la nueva regla propuesta por el estado exige que exista un acuerdo de reasentamiento entre los gobiernos estatal y federal antes de que los refugios puedan aceptar más niños.
 
La directiva del gobernador motivó a Wenski —un personaje que habla sin tapujos, aficionado a los puros y a las motocicletas y que tiene como tono de su teléfono móvil el sonido de un motor acelerando— a escribir un ensayo de opinión en enero para criticar la posibilidad de que el refugio que la iglesia tiene en Cutler Bay pudiera quedarse sin licencia. Actualmente alberga a unos 50 niños, según los protocolos de la COVID-19, y forma parte de más de una decena de refugios de este tipo en el estado, aunque es el único gestionado por la Iglesia católica.
 
El arzobispo, hijo de inmigrantes polacos, está familiarizado con las divisiones étnicas y raciales de Miami. Durante 18 años, fue el párroco de iglesias en las que su feligresía era mayoritariamente haitiana, y oficiaba la misa en creole.
 
“Me ocupé de los haitianos cuando llegaban en barco al mismo tiempo que los cubanos”, recordó en una entrevista.
 
Los cubanos eran considerados refugiados políticos y los haitianos eran vistos como refugiados económicos. “Pero si entrevistabas a cualquiera, cubano o haitiano, te decían ‘quiero trabajar’ o ‘no tengo futuro en mi país’”, dijo.
 
Según el arzobispo, los menores no acompañados de la actualidad solo fueron mencionados brevemente cuando Wenski y varios obispos se reunieron con DeSantis a principios de febrero. La noche anterior, DeSantis, que es católico, y su esposa, Casey, habían asistido a la Misa Roja del Espíritu Santo que el arzobispo celebra en Tallahassee.
 
El arzobispo dijo que, en la reunión, le pidió al gobernador que llegaran a un acuerdo favorable para todos que le permitiera criticar la política federal de inmigración, que el arzobispo calificó como “caótica”, y al mismo tiempo mantener abiertos los refugios. Pero, el gobernador no se comprometió.
 
Cuatro días después, DeSantis visitó el Museo Americano de la Diáspora Cubana en Miami, donde Valdivia, quien es la directora ejecutiva, recibió a varios miembros del programa Pedro Pan. Los asistentes coincidían con el gobernador que dijo que compararlos con los menores no acompañados actuales es injusto.
 
“En los discursos políticos modernos se hacen muchas analogías malas, pero equiparar lo que está pasando con la frontera sur con el tráfico masivo de personas, la entrada ilegal, las drogas, y todas esas otras cosas, con la Operación Pedro Pan, es francamente repugnante”, dijo DeSantis.
 
Tres días después de eso, el arzobispo Wenski realizó su conferencia de prensa con un grupo diferente de miembros del programa Pedro Pan, la familia hondureña y Mike Fernández, un próspero ejecutivo de los servicios de atención médica que financió los anuncios radiales contra DeSantis a través de un grupo llamado American Business Immigration Coalition Action.
 
“Los niños son niños, y ningún niño debe ser considerado ‘repugnante’, especialmente por un servidor público”, dijo el arzobispo Wenski, aunque el gobernador usó esa palabra para hablar de la comparación con el programa Pedro Pan, y no refiriéndose a los menores no acompañados.
 
Una portavoz de DeSantis escribió en Twitter que el arzobispo “mintió”.
 
El arzobispo Wenski reconoció en la entrevista que su manera de expresarse había sido “imprecisa”, pero sostuvo que la única diferencia entre los niños de Pedro Pan y los menores no acompañados de hoy en día es su país de origen.
 
La derecha política, a la que le gusta defender la libertad religiosa, debe permitir que la iglesia lleve a cabo su misión. Y agregó: “La libertad religiosa debe ser la libertad de creer y la libertad de actuar sobre esas creencias”.
 
Valdivia dijo que no quería que cerraran el refugio. Pero afirmó que apoyaba la demanda de DeSantis sobre la necesidad de tener más información sobre los migrantes.
 
También dijo que le preocupaba especialmente que los contrabandistas abusaran de los niños.
 
Dos miembros de la junta directiva de Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Miami, que administra el refugio, se han ido desde que inició la disputa, dijo Valdivia. Ambos estaban en desacuerdo con el arzobispo sobre ese tema. El director ejecutivo de la organización se negó a comentar, calificándolo como un asunto interno.
 
El año pasado, la arquidiócesis consiguió 10.000 dólares para el programa de menores no acompañados en una recaudación de fondos con mojitos y dominó con el tema de las “Noches de La Habana” que fue organizada en la azotea del museo cubano.
 
Valdivia dijo que el Arzobispo Wenski todavía es bienvenido para que vuelva a celebrar el evento este año, como está planeado. Ella ya tiene reservada la fecha.
 


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