Revolución ciudadana en Cuba
A través de las redes sociales se activaron las protestas en cincuenta poblados de Cuba en 2021; ahora, reflejan el rechazo popular al régimen de Díaz-Canel
Es otro tipo de guerra. El ‘campo de batalla’ son las colas para comprar el pan, las atestadas paradas de ómnibus o la esquina del barrio donde el cubano de a pie critica abiertamente al gobierno y el manicomio económico en que se ha convertido Cuba.
Y, desde luego, las redes sociales. No se puede acusar de ingenuos o tontos a los operadores políticos del régimen. No. Sabían a lo que se exponían cuando autorizaron que los cubanos podrían comprar una línea de telefonía móvil, acceder a internet e importar un ordenador. Ramiro Valdés, ex ministro del Interior, peso pesado de la dictadura y un admirador de los métodos represivos utilizados por Félix Dzerzhinski, fundador de la Cheka, policía política de la antigua URSS, calificó a internet de Caballo de Troya.
Según un ex oficial de la inteligencia cubana, la revolución guerrillera liderada por Fidel Castro, anclada durante mucho tiempo en la Guerra Fría, manejaba otros códigos. “La estrategia de Fidel fue la lucha armada. Enfrentar al enemigo con armas, ajusticiamientos y bombas. Tenía a su favor las estructuras democráticas de la república. A pesar de la enorme corrupción política, una parte importante del cuerpo jurídico era independiente. Antes y después del golpe de Estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, hubo períodos en los cuales se respetó la libertad de prensa y expresión, la autonomía universitaria, el derecho a huelgas y de asociación. Entonces existía una sociedad civil liderada por destacados intelectuales, empresarios y políticos opuestos a Batista, que a pesar de la represión, mantuvieron su espacio dentro de la sociedad civil”, dice el oficial retirado y a continuación hace un minucioso análisis:
“Fidel fue un producto de una época donde prevaleció el pandillerismo y la violencia. Era normal que un líder estudiantil tuviera un arma de fuego y se liara a tiros con sus adversarios políticos. Excepto el PSP (Partido Socialista Popular), el partido de los comunistas, y algún otro como el Ortodoxo de Eduardo Chibás, las banderas ideológicas surgidas durante la revolución de 1930 apoyaban la violencia como método para llegar el poder. En sus inicios, la revolución de 1959 contó con un amplio apoyo popular. Fidel y los órganos de la Seguridad del Estado tenían claro quiénes eran sus enemigos: los dueños de propiedades confiscadas, los antiguos personeros del batistato y los miles de compatriotas que rechazaban el modelo comunista. Al principio, la oposición utilizó los mismos métodos violentos empleados por Fidel para conquistar el poder. Y militarmente fueron derrotados.
“La narrativa del gobierno y de la Seguridad del Estado estaba diseñada para el enfrentamiento tradicional. Es decir, ex batistianos, ex burgueses y la ‘escoria’, como denominaron a los elementos contestatarios que en su opinión hacían daño a la clase obrera e impedían la formación del ‘hombre nuevo’. Jamás entendieron la lógica de la resistencia pacífica. La disidencia es otro tipo de lucha. Desde hace más de cuarenta años, a pesar de mantenerlos divididos, tratar de aislarlos de la sociedad con campañas de desprestigio moral y personal, no ha podido exterminar a la disidencia interna. Ni con represión, cárcel y destierro. Al contrario.
“Cada año que pasa, con el natural degaste del poder y la inviabilidad económica del sistema, después de cada oleada represiva surgen disidentes, mujeres y hombres que no solo se dedican a denunciar las violaciones de derechos humanos del régimen. La disidencia se ha diversificado y ha creado nuevos nichos como periodistas, abogados y artistas independientes. Aunque a la oposición han podido mantenerla controlada, y con éxito los servicios especiales han dinamitado los puentes con la población, utilizando resortes que van desde el miedo a la descalificación, las nuevas estructuras disidentes, además de más jóvenes y mejor preparados, han logrado que sus voces se escuchen en foros internacionales. Y, gracias al lobby político creado por Jorge Mas Canosa, la disidencia cubana es una voz importante en cualquier gobierno que ocupe la Casa Blanca.
“Para la oposición dentro de Cuba, las nuevas tecnologías de la información son un arma formidable. Ya no importa la presencia física del opositor en la isla para hacer activismo contra el gobierno. Grupos de juristas como 11J y Cubalex, publicaciones editadas en el exterior como CubaNet, Diario de Cuba y CiberCuba, por citar unas pocas, han logrado cambiar el relato en un sector de la prensa europea y estadounidense que todavía veía con nostalgia a la revolución de Fidel Castro. Medios como New York Times, Washington Post, Chicago Tribune, El País, El Mundo y Deutsche Welle, entre otros, publican artículos criticando la falta de democracia en Cuba.
“A pesar de haber desarticulado a la oposición después del 11 de julio de 2021, encarcelando a dos de sus símbolos como Luis Manuel Otero y Maykel Osorbo y obligando a emigrar a decenas de activistas y periodistas independientes, las nuevas tecnologías de la información permiten que cualquier persona con un teléfono inteligente se convierta en un reportero de a pie. Para ese tipo de enfrentamiento no está diseñada ni preparada la Seguridad del Estado. Ahora el enemigo es cualquiera. A corto plazo es una batalla perdida”, concluye el ex oficial de inteligencia.
Ramiro Valdés y la casta verde olivo sabían los riesgos que enfrentaban con la apertura -aunque limitada- de internet. Pero tenían pocas opciones. O transformaban al país en un estado ermitaño estilo Corea del Norte o permitían el acceso a internet de manera controlada. Optaron por la segunda opción.
Un especialista del monopolio estatal ETECSA, explica que “el gobierno tenía el plan de restringir internet con precios prohibitivos para el cubano promedio. Al principio, una hora costaba 130 pesos. Eso le permitía a la institución que supervisa internet estudiar el tráfico en la red y las preferencias de las personas. No se sintieron amenazados, porque inicialmente, los cubanos utilizaban internet y las redes sociales como una herramienta para comunicarse con sus parientes y amigos radicados en otros países o informarse de asuntos baladíes, chismes de la farándula, eventos deportivos en la MLB, NBA y ligas de fútbol de Europa que no se trasmitían en Cuba», afirma y añade:
«En un primer momento, la conexión a medios digitales críticos con el gobierno, nacionales o extranjeros, era minoritaria, una cifra ridícula. Tampoco había demasiado interés en temas sociales y económicos. Tanto la telefonía móvil como el acceso a internet fueron diseñados para que una parte importante sea sufragada por cubanos que viven en el exterior, pues el gobierno necesita moneda dura. Cada año, ETECSA recauda entre 900 y 1,200 millones de dólares por la venta de tarjetas destinadas a teléfonos móviles y datos de internet. De hecho, es la cuarta industria, detrás de la exportación de servicios médicos, el envío de remesas y el turismo. Con el recrudecimiento de la crisis económica y la inflación, muchas personas comenzaron a utilizar las redes sociales como tribuna para hacer denuncias y manifestar su descontento contra el gobierno. Hasta en sitios oficiales como Cubadebate, los ciudadanos dejan comentarios que antes eran considerados subversivos. Poco a poco, la gente ha ido perdiendo el miedo”.
En 2018, hace cuatro años, los cubanos miraban o escuchaban con temor lo que decían los opositores. No los veían como uno de los suyos. Las crónicas y reportajes de periodistas independientes sobre la realidad del país lograron cambiar esa percepción. El ciudadano de a pie se vio reflejado en esas historias. Los enfoques academicistas sobre el ‘bloqueo’ y el diferendo de La Habana con Washington eran , y siguen siendo, muy teóricos y no llegaban, ni llegan, a la población.
En los barrios pobres y mayoritariamente negros mestizos que existen en todas las provincias, el problema cotidiano es la supervivencia. Yala gente ni siquiera puede desayunar un buchito de café mezclado con chícharos y no siempre come caliente una vez al día. Los techos de un gran número de viviendas amenazan con sepultarlos. Y los servicios públicos, empezando por el transporte, cada vez son peores. Un segmento amplio de cubanos siente que no tiene futuro ni espacio en su patria. Están convencidos de que los obesos dirigentes, a quienes considera unos mentirosos compulsivos, han conducido a la nación a un desastre de consecuencias impredecibles.
Por eso los ciudadanos comenzaron a rebelarse y artistas jóvenes como Luis Manuel Otero y el rapero Maykel Osorbo, emprendedores privados como Saily González e intelectuales como Armando Chaguaceda y Julio Antonio Fernández Estrada o padres angustiados como Wilber Aguilar y Amelia Calzadilla, han alzado sus voces.
Fueron las redes sociales las que propiciaron que se activaran multitudinarias marchas de protestas en cincuenta poblados de Cuba el 11 de julio. Y las que están reflejando el rechazo popular al gobierno de Díaz de Canel, denunciando la corrupción imperante y el escandaloso nivel de vida de la burguesía castrista.
Contra esa revolución ciudadana no hay un antídoto efectivo. Es una guerra que no se gana con cárceles ni con balas. Solo con libertad y democracia.
|