La invasión a Ucrania fue la gota que derramó el vaso para muchas personas LGBT en Rusia, que hace años sufren una dura persecución por parte del régimen de Putin. Ahora buscan una nueva vida en la capital francesa, libres de la hostilidad policial y la discriminación desde Estado.
Para muchos artistas rusos LGBT, la invasión de Ucrania y la represión política que la acompañó fue la gota que derramó el vaso. Con la ayuda de una organización benéfica de París, han escapado de Rusia y el regimen de Vladimir Putin que persigue a las personas LGBT y encontrado un nuevo hogar en Francia.
Alexei, un compositor de 23 años, solía creer que iba a poder hacer su vida en Rusia pese a descenso al autoritarismo, pero al ver cómo arrestaban a sus amigos o huían del país tras la guerra, sintió que había sido ingenuo.
En los últimos años, el dictador ruso ha redoblado en sus políticas homofóbicas y en su hostilidad discursiva y legislativa contra las personas gays y trans, creando un verdadero régimen de terror para los ciudadanos rusos de la comunidad LGBT.
Putin codificó el año pasado en la Constitución la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo, casi diez años después de aprobar la llamada “ley contra la propaganda homosexual”, que en la práctica ha borrado de la vida pública a las personas LGBT en Rusia. También ha respaldado al actual regimen en Chechenia, donde se ha reportado la existencia de campos de exterminio de personas LGBT.
Además, en junio del 2012, la Justicia rusa prohibió por 100 años la Marcha del Orgullo en Moscú, la más grandel del país, disuadiendo a activistas y miembros de la comunidad LGBT de participar en grandes números en demostraciones en otras ciudades desde esa fecha.
“La guerra me causó dolor, vergüenza y culpa. Te dices a ti mismo que no has hecho lo suficiente contra este régimen”, dijo Alexei, que no quiso dar su nombre completo.
Supo que había tomado la decisión correcta cuando escuchó que la Policía había visitado la escuela de música de San Petersburgo donde era profesor, acusándolo de promover “propaganda LGBT” por una foto de Alexei besando a su novio en su página de Facebook.
Llegó a París con la ayuda de un grupo de apoyo, la Agencia de Artistas en el Exilio, y poco después se le unió su novio. La agencia estableció una línea directa para artistas de Ucrania y Rusia luego de la invasión y ha ayudado a alrededor de 100 artistas de los dos países, brindándoles espacio de estudio, así como ayuda con visas, capacitación en idiomas y apoyo psicológico.
Mientras interpreta a Rachmaninov, un compositor ruso, en una de las salas de ensayo de la agencia, Alexei dice que se siente aliviado pero intimidado. “Aquí tengo algo de libertad”, dijo. “No sé qué hacer con esta libertad”.
Miedo pero también esperanza
A otros también les ha resultado difícil la transición. Habiendo vivido con el miedo constante de sufrir violencia en su hogar, Angelu, una diseñadora de moda no binaria, dijo que estaba demasiado traumatizada para dejar su nuevo apartamento en París cuando llegó.
Curiosamente, fue un vecino ucraniano quien se le acercó y le ayudó a ganar confianza para explorar la ciudad. Esa afinidad se refleja en los talleres de la agencia, donde rusos y ucranianos trabajan en estrecha colaboración, y recientemente realizaron una exposición conjunta.
“La guerra se detiene a las puertas del taller”, dijo Judith Depaule, cofundadora de la agencia en 2016. Es una mezcla extraña, dijo, ya que los rusos han perdido todo sentido del patriotismo y los ucranianos están en medio del fervor patriótico.
Gena Marvin, de 23 años, llegó a París a finales de abril. En Moscú, la artista transgénero estaba trabajando en el “arte basura”, utilizando elementos desechados para crear disfraces y esculturas, así como actuaciones como envolver su cuerpo en cinta que evoca “un país donde no hay libertad y donde la libertad de mi cuerpo no estaba permitido”.
Al figurar todavía como hombre en sus documentos oficiales, a Marvin le aterrorizaba que la llamaran a pelear por el Ejército Ruso y decidió irse después de ser arrestada en una manifestación contra la guerra.
“No siento el mismo miedo en Francia, pero todavía estoy nerviosa porque una vez que te acostumbras al miedo, nunca lo pierdes por completo”, dijo. Se ha lanzado a su nueva vida.
Durante el fin de semana, se la pudo ver envuelta en cinta con los colores del arcoíris para la Marcha del Orgullo en París.
Alexei, que está trabajando en la banda sonora de una película sobre Ucrania, todavía tiene la esperanza de poder volver a casa algún día. “
“Rusia no es homofóbica, el Estado ruso lo es”, dice.