La juventud LGBT en los Estados Unidos es el 9,5% de la población total; sin embargo, representan el 40% de la población sin techo. El estudio de LGBT Homeless Youth Provider Survey y el Williams Institute muestran que este grupo social resulta desproporcionadamente vulnerable a quedar en la calle, y la razón principal en siete de cada 10 casos es el rechazo familiar.
Lamentablemente no se trata de un fenómeno local: en lugares como Canadá, Inglaterra y Francia se estima que la población LGBT sin techo representa más del 25%. Y según un estudio de Evelyne Paradis realizado en más de 37 países, más de la mitad de los jóvenes LGBT sin techo confirmaban que habían perdido sus hogares por prejuicios y violencia de su propia familia.
En definitiva, el riesgo de quedar sin techo es más del doble para los jóvenes LGBT que para la población en general. Un estudio del Observatorio para el Análisis y Visibilidad de la Exclusión Social de la Universidad Rey Juan Carlos confirmó la tendencia y ahondó en los factores de exclusión social y riesgo de quedar sin techo en la población LGBT, así como las barreras que bloqueaban su inclusión.
Esta investigación surgió como consecuencia de la intuición de los profesionales que trabajan día a día con personas sin hogar, quienes observaban que un nuevo perfil, personas LGBT relativamente jóvenes, parecía emerger entre esta población.
Al comparar la población sin techo LGBT con las personas en situación de calle en general, se observó que el segmento de minorías sexuales y de género es más joven.
La causa principal de la pérdida de alojamiento de la población LGBT que resulta significativa es la expulsión del domicilio como consecuencia de la discriminación por orientación sexual y/o identidad de género, especialmente entre las mujeres trans jóvenes. Los conflictos familiares y pérdida de pareja también vinculados a juventud son la segunda causa.
Un dato preocupante es el relacionado con los delitos de odio. Un 74% de las personas LGBT de nuestra muestra dicen haberlos sufrido, frente a un 26% no LGBT. Aquí destacan las agresiones sexuales, sufridas por un 14% del primer grupo frente al 1% no LGBT.
Según los perfiles que encontramos más significativos en el análisis cuantitativo mediante el método de encuesta, seleccionamos a diez personas a las que posteriormente entrevistamos.
Tras hacer un análisis narrativo temático, observamos que su percepción de discriminación estaba basada en hechos concretos vividos (agresiones físicas o verbales) o relativos a la invisibilización, que conlleva la negación de su realidad.
Estos episodios tuvieron lugar en la escuela, llevados a cabo tanto por algunos de sus compañeros como por algunos profesores. Esta discriminación vivida en el ámbito educativo les generaba desmotivación hacia los estudios, lo que incidía en la no obtención de la formación adecuada para poder acceder al mercado laboral con las mismas oportunidades que el resto de la población.
De la misma manera, sus narraciones se centraban en las vivencias de rechazo por parte de la familia, así como las vividas en la calle al abandonar el hogar. Se concretan las dificultades de inserción laboral, fundamentalmente de las mujeres trans, y se observa una discriminación múltiple al confluir el ser mujer, homosexual, trans y tener problemas de salud mental. La interseccionalidad en esta población se constata como factor de exclusión social.
Para el equipo de investigación resultaba importante ir más allá de las circunstancias objetivas de exclusión de las personas LGBT sin hogar, por lo que les preguntamos sobre su percepción de felicidad y esperanza de inclusión social. Las respuestas, si bien consideraban que su situación cambiaría cuando la sociedad les aceptase, no eludían su responsabilidad personal apostando por una inclusión activa al tomar las riendas de su propia vida, estando dispuestas a construir su propia felicidad con una actitud proactiva.
Si la sociedad no les coloca impedimentos en este camino, estas personas apuestan esperanzadas por su felicidad, que pasa por poder trabajar y disfrutar de la vida en libertad y respeto mutuo.
Como conclusiones a este estudio podemos destacar:
Existe un perfil emergente de personas sin hogar con una identidad de género y orientación sexual no binaria, que presentan necesidades específicas en aras de una intervención social que facilite con mayor éxito su inclusión social.
Las causas que se aprecian como significativas en la pérdida de la residencia de estas personas LGBT sin hogar hacen referencia a procesos estructurales (culturales, sociales y económicos) de exclusión social que generan discriminación por identidad de género y/u orientación sexual.
El marco jurídico suficiente ha de ser desarrollado y concretado para no caer en los llamados “derechos de papel”, conforme a los principios de universalidad, prevención, globalidad, normalización-integración, participación, descentralización, coordinación y planificación de los servicios sociales. La provisión de recursos al respecto es fundamental.
A la hora de asistir a la población LGBT sin techo se recomienda agilizar los procesos burocráticos y contar con centros específicos para el colectivo o centros donde se trabaje en la diversidad e inclusión de todas las personas, entre otras.
También se recomienda, desde los puntos de vista jurídico y social, trabajar en la elaboración de políticas reales que favorezcan la inclusión laboral de las personas trans, ya que el 25% de ellas encuentran muchas dificultades en el acceso al trabajo y consideran la prostitución su única vía posible de obtención de ingresos para sobrevivir.