POR MIGUEL ALEJANDRO HAYES
Cuando usted quiere comprar arroz puede ir a la bodega. Allí, enseña su libreta de abastecimiento y listo. Compra… hasta cinco libras. Quizá necesita más, pero solo puede comprar cinco libras al mes... Recuerde que, si necesita otros bienes, como frijoles, sal o fósforos, no es seguro que tenga la opción de comprarlos, pues no siempre «vienen». Otros ya no «vienen», como debe saber.
De igual modo, cuando usted quiera USD, podrá ir a una Casa de Cambio (Cadeca). Allí tal vez le pidan su carné (no la libreta) y comprará hasta 100 USD. A lo mejor necesita más, pero solo le pueden vender 100 (no está claro en qué período de tiempo), siempre y cuando ese producto (USD) «haya venido» en cantidad suficiente o usted haga gala de su gladiatura en la cola. Recuerde que la divisa tiene la posibilidad de convertirse en un bien del mismo tipo que el arroz, la sal o los que ya «no vienen». ¡Qué nervios!
El mercado —además de ser considerado un enemigo por algunas izquierdas— es el espacio social de intercambio de bienes y servicios en el que una parte ofrece dinero y la otra, bienes y servicios (el dinero también puede ser uno de esos bienes). A veces es más justo, a veces menos, pero el mercado es el mecanismo de intercambio por excelencia cuando las crecientes divisiones sociales y técnicas del trabajo llegan a cierto punto de complejidad.
Pero, ¿para qué intercambian las personas en el mercado? ¿Porque sí? ¿Porque está establecido? ¿Porque Soros las mandó? ¿Porque somos títeres del capitalismo? Se va al mercado para satisfacer necesidades, sea comerse un «pan con algo» o generar ganancias a partir de la especulación financiera. Esa es la principal motivación que tiene un individuo cuando compra o vende algún bien o servicio.
Sin embargo, cuando un mercado no satisface las necesidades de quienes acuden a él, ¿qué es? ¿Un medio mercado, un casi mercado, un mercado bebé, un mercado general integral, un premercado? Se trata de un debate que tiene, en determinados contextos prácticos, tanto sentido como la enumeración que acabo de hacer. Es una cuestión nominal, de propaganda, de ideología (casi siempre política), muchas veces.
Por tanto, un mercado que no satisface necesidades es como un carro sin ruedas, un carro con funcionalidad y utilidad dudosas. En casos así, omitir el apellido (insuficiente, incapaz, sin ruedas) no es un detalle menor.
Entonces, tenemos un mercado oficial de dólares sin ruedas. ¿Y qué satisface?
Quien necesite 100 USD (o menos), tenga el dinero y logre con su gladiatura tener su turno en la cola, quedará estresado, pero satisfecho (supongo).
¿Y quien necesite 100 USD, pero no alcance después de hacer la cola? ¿Y quien necesite, por ejemplo, 5 000 para emigrar? ¿Qué hará? ¿Ir 50 veces? No dudo de las capacidades maratónicas de nadie, pero sí del tiempo del que se dispone en la vida. Esa persona, probablemente, tendrá que comprar en el mercado informal, en el que la formación de precios incluirá, debido al contexto de escasez, costo en Cadeca + costo de la cola + margen de ganancia del mercado informal.
Por tanto, todas las personas que no puedan comprar en Cadeca, sea porque no alcanzaron turno en la cola o porque no disponen de decenas de días para cambiar, tendrán que pagar más caras las divisas.
Entonces, además del madrugador que logre alcanzar divisas en una de las 37 Cadecas habilitadas en el país (sea para autoconsumo o reventa posterior) o el que tiene USD, ¿quién más se beneficia?
Si se hace una lista inicial de quiénes deberían ser los beneficiados con la «apertura» del mercado cambiario, en ella se encuentran, sobre todo, cuentapropistas, pymes y actores económicos privados.
El dólar vendido a la población, encarece el acceso a la divisa para privados que producen bienes y servicios y que no tendrán una vía formal para comprarla según la nueva medida dirigida solo a personas naturales. Por tanto, el efecto llega al precio del consumidor, que aumenta, en vez de disminuir. Al mismo tiempo, el encarecimiento de los costos desincentiva el aumento de la producción, incluso, una reducción de esta debido al encarecimiento de los insumos vía aumento del precio de las divisas. Otro golpe a la oferta.
Por si fuera poco, la economía no estatal queda una vez más amarrada y condenada a un entorno financiero y de acceso a divisas precario, inseguro, dañino. Además de que la medida en nada conecta con la reactivación de la industria nacional, una promesa que pasó a ocupar otras funciones.
YUMA, CADECA, ¿NICARAGUA?
Pero si el Gobierno tiene escasez de divisas, ¿cómo venderá USD, aunque sea un poco?
En junio de 2021, el Gobierno cubano suspendió el depósito de USD con el argumento de que las sanciones de Estados Unidos limitaban su uso. En otras palabras, no había podido usar libremente el USD en efectivo.
Sin embargo, el USD siguió subiendo en el mercado informal y, sobre todo, financiando las salidas del país y el restablecimiento de fenicios (personas que traen cosas para vender) y mulas. Es decir, acepte o no el Gobierno los depósitos en USD, la moneda toma su rumbo de entrada al país solo para volver a salir.
El Gobierno madura entonces un poquito sus políticas económicas: comprende la imposibilidad de recaudar una parte de los USD que se emplearán fuera de Cuba. Contra eso, es difícil que pueda.
Durante el tiempo de «no depósito», el Gobierno ha sido indiferente a ese flujo, si de interactuar con el mercado se trata, más allá de mencionar, en algunas ocasiones, que es ilegal.
Pero esa política cambió. Decidió poner tasas de cambio atractivas para comprar divisas —sobre todo para los turistas que pasan por las Cadecas de los aeropuertos y consumen en instalaciones estatales y militares, por lo que deben aportar más divisas que los cubanos.
La parte bancarizada de esa recaudación (a través de tiendas en MLC, consumo en hoteles y servicios estatales) es usada por el Gobierno en operaciones internacionales. En cuanto a la recaudada en efectivo, en el caso del USD, al no poder usarlas mucho, las vende de nuevo. Así también lo hace con el resto de las divisas recaudadas en efectivo.
La divisa bancarizada, que es la más útil al Gobierno, no se afecta con la venta de divisas. De hecho, no poder convertir el USD en MLC cuando se va a Cadeca, es una forma de presionar para que continúen las remesas por vías bancarizadas (o euros).
El Gobierno cubano, al vender la divisa, no tiene más ganancias económicas que, de lo recaudado, quedarse con una diferencia respecto a lo vendido (de todos modos, no puede hacer mucho con los USD en efectivo). Aunque esa ganancia sea irrelevante.
En cambio, tiene otros beneficios. Gana algún control (a lo interno) sobre el mercado informal de divisas, y eso es muy importante desde la concepción y los fundamentos del poder que rige en Cuba. Parte de ese control es palpar algo de las dimensiones de la cantidad de divisas que circulan.
Por otro lado, una medida así sirve como fuerte instrumento de propaganda, sobre todo porque la ciudadanía cubana muestra cierta enajenación relacionada con las divisas al prestar más atención a estas que a otros elementos centrales. Al mismo tiempo, quedan en segundo plano aspectos como el monopolio estatal sobre el comercio exterior, la crítica situación de la industria nacional, las incumplidas 63 medidas de la agricultura y las 43 del sistema empresarial, las cuales tienen impacto directo sobre el poder de compra de los cubanos y que dependen de esfuerzos individuales, a diferencia de las remesas y el arribo de turistas. El Gobierno sabe la cobertura que demanda cada tema y dónde se concentran las expectativas, y lo aprovecha como distracción, como circo. Y a falta de pan, divisas (un poquito, claro).
A la vez, utiliza este paso como una victoria en tanto lograró crear, según una narrativa futura, un mercado de divisas. Algo que no es nada despreciable y que puede calmar un poco el desconecto social, o al menos intentarlo. A lo que se añade, aunque desconozca la magnitud, cuidar su imagen internacional, porque la actual estructura monetaria del país es de una fuerte segregación económica para acceder a una moneda u otra.
En cuanto al impacto de la medida sobre el ciudadano común, además de fomentar la subida del precio del USD en el mercado informal (el que más oferta tendrá), el salario podría comenzar a valer menos (tasa de cambio mediante y transferencia de costos de esta).
Si de su utilidad social se trata, es una medida de relleno, que se puede comparar con la eliminación del curso legal del CUC en 2021. Si el Gobierno cerraba las tiendas en CUC (las reconvirtió a MLC), ¿para qué querría alguien el CUC? La ciudadanía sola dejaría de usarlo. Quitar su curso legal fue una formalidad.
Así ocurre con la venta de dólares. Si el Gobierno no se los compra a los turistas y luego los vende, el privado lo hace (como hasta ahora). Luego, que lo haga el Gobierno no es imprescindible (se que, incluso, empeora el valor del CUP). A lo que se añade que queda por ver los niveles de oferta que pueda garantizar; es decir, si siempre habrá.
De ahí que entender la medida por sí sola no es posible, sino que demanda verla como una pieza más dentro de un sistema de medidas articuladas entre ellas y que algunas personas subestimamos en materia de complejidad. Complejidad que el Gobierno logra pocas veces (63 medidas de la agricultura, 43 del sistema empresarial, por ejemplo), pero esta parece ser la excepción. ¿Es casualidad que sea precisamente el tema de las divisas el de mayor grado de elaboración en el diseño de sus instrumentos de política? Esa respuesta trasciende este texto.
Si el Gobierno vende divisas en efectivo, es porque puede o aspira a darle más peso a un modelo de obtención de divisas bancarizadas (las tiendas en MLC como carnada de transferencias o tiendas como empresa mixta). Lo «bueno» es que estuvimos aquí antes. El mercado cambiario oficial acaba de llegar a un escenario igual al de 1995: varias monedas, tasas de cambio y venta oficial de divisas. ¿Ya se podrá solicitar una nueva Tarea Ordenamiento? ¿Ya pueden empezar a prepararla? ¿Se pueden hacer otros lineamientos y ponernos a discutirlos, para, entre todos, fingir que decidimos algo?
Mientras tanto, usted podrá tomar su armadura y luchar su dólar por la libreta, porque ha tenido dos años de entrenamiento en las tiendas, sobre todo en las de CUP. Cuando salga de la Cadeca, si es que puede entrar, la industria nacional, la producción agropecuaria y los pésimos salarios no habrán mejorado ni contarán con políticas económicas eficientes para lograrlo. Tampoco le explicarán por qué la economía continúa deformada. En definitiva, usted tiene bastante con poder comprar un dólar.
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