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General: ¿HAY EMBARGO O NO?
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 18/09/2022 13:53
CUBANOS QUEDAN ATÓNICOS ANTE LA 
VENTA DE PRODUCTOS AMERICANOS EN LOS MERCADOS IDEAL
“Los vecinos se preguntan en qué momento se desmontó el bloqueo que pueden comercializarse en el país productos estadounidenses”.

¿HAY EMBARGO O NO?
En medio de una de las peores crisis económicas de los últimos tiempos en Cuba, la aparición de los llamados popularmente como "mercados buitres" en diferentes barrios de la capital escandaliza a la ciudadanía desesperada por llevar comida a la mesa familiar.
 
La cadena de mercados Ideal, establecimientos que venden en pesos cubanos alimentos y artículos procedentes de la industria artesanal o cooperativas estatales, ha devenido en centros de venta de productos importados.
 
Estos mercados minoristas son administrados por el Ministerio de Comercio Interior y en ellos se deben vender víveres procedentes de la gestión no estatal.
 
“El malestar cotidiano se está disparando con la aparición de estos “mercados buitres” que es como los tiene bautizado la población, porque en ellos hay una complicidad de personalidades jurídicas de la gestión privada con instituciones estatales”, denunció el activista Juan Antonio Madrazo Luna.
 
En una de estas tiendas, la ubicada en 23 y C en el municipio habanero Plaza, colocaron este miércoles un stand con productos fabricados en Estados Unidos.
 
La oferta de productos estadounidenses es tal que muchos cubanos creen que el embargo económico y comercial a la isla, impuesto por EEUU, ya ha sido levantado, como constató Madrazo.
 
“Los vecinos se preguntan en qué momento se desmontó el bloqueo que pueden comercializarse en el país productos estadounidenses que cuestan una fortuna para el bolsillo común: Una lata de leche condensada, 320 pesos; un paquete de café La llave, 700 pesos; una lata de spam, 1,200 pesos”, cuestionó el activista.
 
La Resolución 81 de 2022 del Ministerio de Finanzas y Precios otorga a los jefes de las cadenas de tiendas y de otras entidades minoristas la facultad de aprobar los precios en dinero cubano.
 
Estas entidades, pensadas, inicialmente, para acabar con la dependencia que tiene Cuba de las importaciones, necesitarían estar llenas de productos cubanos. Pero no es así.
 
“Cada vez es mayor la presencia de productos norteamericanos dentro de Cuba. Uno puede pensar, si las leyes del Embargo lo impiden. ¿Dónde están esos orificios por donde escapan los productos norteamericanos y entran en Cuba? Bueno, hay una resolución de la Aduana, del mes de agosto, que autoriza la entrada de alimentos, aseo, medicinas sin límites de cantidad”, indicó el periodista y escritor Julio Aleaga Pesant.
 
La importación no comercial de alimentos, bienes de aseo y medicamentos por pasajeros que arriban al país fue, de manera excepcional, está exenta de aranceles y de límite de cantidad y valor hasta el 31 de diciembre de 2022.
 
“Es común que en estos establecimientos de venta en pesos cubanos se vendan productos facturados en Estados Unidos y en otras latitudes. Desde el punto de vista legal, el problema es qué cosa es lo que es comercial y qué no. Al final todo lo que la gente trae es comercial, todo se revende”, señaló Aleaga.
 
“El hecho de que no sean importaciones comerciales es la clave que permite que esos productos estén entrando porque, definitivamente, la cubana es una sociedad que produce muy pocas cosas, por no decir nada. Todo lo que se está trayendo por personas, tanto de Estados Unidos como del área del Caribe, va directo al mercado interno”, apuntó el comunicador.
 
Las autoridades cubanas luchan por conseguir socios extranjeros que puedan surtir cientos de tiendas completamente vacías, luego de que la crisis ocasionara la carencia de alimentos y productos de aseo que antes se importaban en su mayor parte, pero actualmente están inalcanzables por falta de moneda dura en las arcas nacionales.
 
“Sin lugar a dudas, parte de esas importaciones las está haciendo el Estado a partir de individuos, familiares de los gobernantes, de la más alta dirección del país, que viven en Estados Unidos, que tienen vínculos con las empresas estatales e importan y tienen carta abierta en el sistema aduanero cubano, tanto en el aeropuerto como a través de las Marinas”, detalló Aleaga.
 
“Lo que sucede con esos productos es que no llegan a las manos de la mayoría de la población, cuando el salario promedio es de aproximadamente unos tres mil quinientos pesos. Entonces, si un café La llave está valiendo entre 700 y 900 pesos. ¿De qué estamos hablando? La mitad, la tercera parte del salario de un trabajador. Estamos hablando, solamente, de café”.
 
Cuatro Caminos, el mercado donde confluyen las diferentes clases sociales cubanas
El mercado de frutas y verduras en la Plaza de Cuatro Caminos, el más grande de la capital, lucía este viernes un panorama desolador. Malanga vieja y plátanos verdes, era lo único que se vendía en un puesto, entre tarimas y tarimas vacías.
 
"Esa malanga está tan fea que parece que tiene la viruela del mono", bromeaba una mujer ante las vendedoras, que reían de buena gana. Lejos queda la memoria de este agro, que antes y después de su remodelación mayor, en 2019, fue el mejor surtido de La Habana, con precios aceptables para la siempre precaria economía de los cubanos. "Esto está pelado", decía en voz alta otro joven, una de las pocas personas que se observaba en el lugar junto a figuras ancianas, acuciadas por el hambre.
 
Frente a la escasez de esta parte de la plaza, a la que se accede por la calle Matadero, contrasta la tienda de venta en moneda libremente convertible (MLC), con sus anaqueles llenos y sus clientes bien vestidos y mejor alimentados.
 
Apenas rozando esa abundancia, una mujer inválida vende jabas de nailon por 50 pesos, aprovechando las bocanadas de aire acondicionado que salen al exterior cada vez que las puertas se abren.
 
Quienes por falta de divisas no pueden acceder a este establecimiento, que tiene su entrada por la calle Manglar, pueden acudir a la tienda en pesos, que da a la calle Monte. Eso sí: no puede comprar ahí a menos que le corresponda por su lugar de residencia, como indican las normas de racionamiento establecidas por las autoridades habaneras el pasado abril.
 
A medio camino, una cola súbita se formó para comprar un combo de dos vasitos de yogur a 16 pesos cada uno y un pequeño plato de jamón a 55 pesos en el local El Rápido. Varios mundos en uno, en suma, con diferentes clases sociales contra las que con tanto ahínco luchó la Revolución.
 
En noviembre de 2019, cuando se reabrió Cuatro Caminos tras cuatro años cerrados por obras, la afluencia de clientes fue tal que la primera jornada se convirtió en una batalla campal por alcanzar cualquier producto. Personas pisando a otras para acceder al interior del edificio, zapatos perdidos en la carrera y los más fuertes, o más listos, haciéndose con cajas y cajas de un mismo alimento, marcaron aquel reinicio.
 
Enclavado en un cruce de municipios, el mercado, construido en 1920, siempre fue, más que un local de ventas, el centro de la actividad económica de la zona. Durante décadas, su función como plaza con tarimas de campesinos privados, comerciantes particulares y todo tipo de vendedores informales que rondaban el lugar contribuyó a la sobrevivencia de los vecinos.
 
Aquellos tiempos en que los residentes en las cercanías vivían de alquilar parte de sus viviendas para guardar frutas, viandas y accesorios religiosos, que luego se vendían en Cuatro Caminos, han quedado atrás. Tras su última reforma profunda, el lugar ganó en modernidad, pero perdió el carácter popular y bullanguero que lo caracterizaba desde sus inicios.
 
Sin poder ganarse la vida con el mercado, los vecinos tratan ahora de sacar algún rédito a la cercanía de ese imponente inmueble que en su fachada principal tiene dos cuernos de la abundancia, la próspera cornucopia que no se refleja en su interior. La única ventaja que parecen tener es la de marcar en la cola más temprano que los residentes en otras barriadas.
 
La nueva forma de sobrevivencia se reduce ahora a vender turnos en las filas para comprar algún producto o adquirir ciertas mercancías que duran apenas unas horas en oferta para revenderlas en el mercado informal. Algunos de los que aguardaban hoy por el combo de yogur y jamón probablemente estaban en ese caso: sacándole las últimas ventajas a un lugar que cada vez les resulta más inaccesible para su bolsillo.
 


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