El presidente brasileño Jair Bolsonaro es una metralleta de titulares, y su verborrea aparentemente incontrolable es parte fundamental de su capital político. A su historial de frases racistas, misóginas, machistas, autoritarias o nostálgicas de la dictadura militar de sus tiempos de diputado y bien conocido antes de llegar a la presidencia, en 2018, se ha sumado una larga lista ahora que ostenta la jefatura del Estado. Hay frases diversas, desde negacionismo pandémico y ambiental a todo tipo de ataques a las instituciones democráticas. Estas serán algunas de las más recordadas:
“En mi caso en concreto, por mi historial de atleta, si fuese contaminado por el virus no tendría que preocuparme, no sentiría nada, como mucho una gripecita o un resfriadito”. (Marzo de 2020)
Brasil registraba los primeros casos de covid-19 y aunque antes ya había cuestionado la virulencia del virus, esta frase, proclamada con la solemnidad de un discurso a la nación televisado, fue la piedra fundacional del negacionismo que marcaría toda su gestión de la crisis sanitaria. A partir de ahí la falta de sensibilidad con las víctimas y la desinformación sobre los medicamentos y las vacunas fueron una constante.
“¿Y? Lo siento, ¿qué quieres que haga? Soy Mesías, pero no hago milagros” (Abril de 2020)
Otra agresiva respuesta a la prensa cuando Brasil llegó a las 5.000 muertes. A día de hoy, el país suma casi 700.000 fallecidos por covid-19, muy por encima de la media mundial por número de habitantes.
“No sirve de nada huir de eso, huir de la realidad. Hay que dejar de ser un país de maricas” (Noviembre de 2020)
Bolsonaro siempre se mostró en contra de las medidas de aislamiento social para frenar la expansión del virus. La homofobia y la masculinidad tóxica también son marcas de la casa.
“Si te conviertes en caimán es tu problema” (Diciembre de 2020)
Así criticaba que la farmacéutica Pfizer no se hiciera responsable por los posibles efectos colaterales de la vacuna contra el covid-19. El Gobierno retrasó las negociaciones con los laboratorios, pero cuando finalmente los brasileños pudieron sumarse con entusiasmo a la campaña de vacunación muchos fueron a hacer fila disfrazados de caimán. El recien destituido presidente de Petrobras fue a inmunizarse en aquellos días con un polo Lacoste verde con su logo de cocodrilo.
“Se acabó. No voy a esperar a que jodan a mi familia con mala fe, o a un amigo mío solo porque no puedo cambiar a alguien de seguridad que pertenece a la estructura. Se cambia; si no se puede, se cambia al jefe, si no se puede cambiar al jefe, se cambia al ministro. Y punto final, no estamos aquí de broma” (Abril de 2020)
Con el país inmerso en el caos de la pandemia, salió a la luz por oiden judicial el video de una reunión del consejo de ministros en que Bolsonaro se quejaba de no poder proteger a su entorno. Poco después, el entonces ministro de Justicia, Sérgio Moro, dimitía acusándole de interferir en la cúpula de la Policía Federal para proteger a sus hijos de varios escándalos de corrupción.
“Os podéis ir a tomar por culo, prensa de mierda, os podéis meter por el culo todas esas latas de leche condensada” (Enero de 2021).
Los ataques a los periodistas han sido recurrentes. En esta ocasión cargaba contra la prensa por haber desvelado una inusual compra de enormes cantidades de leche condensada por parte de las Fuerzas Armadas.
“Pírate, Alexandre de Moraes, deja de ser canalla” (Septiembre de 2021)
Los ataques a este juez del Tribunal Supremo Federal, que tiene a Bolsonaro en el punto de mira por sus continuas embestidas contra las instituciones democráticas, son un clásico de los círculos bolsonaristas más radicales. El juez Moraes preside en este momento el Tribunal Superior Electoral, que ha adquirido un protagonismo inusitado en estas elecciones.
“La Amazonia no arde. Puedes tirar un bidón de gasolina en la selva, que no arde, la selva es húmeda” (Diciembre de 2021)
Bolsonaro ha repetido esta idea decenas de veces, a pesar de que durante su gestión la deforestación y los incendios en la selva tropical han batido todos los récords. También suele repetir que la vegetación nativa de Brasil está intacta, tal cual la encontró el portugués Pedro Álvares Cabral en 1500.
“Juntos, con fe, conseguiremos nuestros objetivos. Es una misión que tengo y solo Dios me saca de esa silla (de la presidencia de la República)” (Mayo de 2022)
Las citas bíblicas y las menciones a Dios están en el ADN del bolsonarismo, así como el desprecio por las reglas del juego democrático. En otras ocasiones también ha dicho que solo baraja dejar el poder “preso o muerto”.
“Los resultados de las urnas se respetarán si las elecciones son limpias y transparentes” (Agosto de 2022)
Cuando intenta dar una tregua en su escalada para cuestionar sin pruebas la fiabilidad del sistema de voto electrónico, Bolsonaro dice que aceptará el resultado “si” las elecciones son limpias, dando a entender que a día de hoy no se dan esas condiciones.
“¿Hay gente que lo pasa mal? Sí, hay gente que lo pasa mal en Brasil. ¿Alguien ha visto a alguien pidiendo pan en la puerta de la panadería? Eso no existe, joder” (Agosto de 2022)
En las calles de las principales ciudades de Brasil no es difícil ver a personas que hasta rebuscan en la basura en busca de comida. Casi 33 millones de brasileños pasan hambre, según un informe publicado en junio por la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria.
“‘¡Imbrochável, Imbrochável!” (Septiembre de 2022)
De difícil traducción al español, un “imbrochável” sería un hombre que no tiene problemas de disfunción eréctil. Bolsonaro coreó a favor de su supuesta potencia sexual en un acto ante miles de seguidores durante los festejos del bicentenario de la Independencia, el 7 de septiembre. A su lado, su esposa, Michelle, su gran activo electoral para atraer el voto de las mujeres evangélicas.