Una de las leyendas del cine, Marlon Brando, tenido como símbolo de la masculinidad merced a sus interpretaciones ya históricas, que como en La ley del silencio o Un tranvía llamado deseo están aún en el recuerdo de millones de cinéfilos de todo el mundo, resulta que lo mismo se llevaba a la cama cuantas mujeres podía, como asimismo varones. No a la vez, desde luego. En eso, era más tradicional. Ninguna importancia le suponía ese comportamiento, en unos años en los que aún la sociedad no había admitido que un tipo como él fuera bisexual. Y menos en el mundillo cinematográfico donde cualquier conducta considerada entonces escandalosa en cuestiones sexuales era inmediatamente postergada. Pero Marlon Brando era distinto. Diferente, por supuesto. Y hacía lo que le salía.
Muere el 1 de julio de 2004 en California, cuando contaba los ochenta, natural de un pueblo de Nebraska. Puede que su infeliz infancia, con una madre alcohólica en un hogar sin padre marcara sus rasgos posteriores en la adolescencia y juventud. Un paisano suyo llamado Wally Cox influyó en el destino profesional del joven Marlon como también en su condición sexual, pues lo violó sin reparo alguno. Ello contrasta con lo que le sucedió después, ya encontrándose en Nueva York. Por consejo de Cox recibió clases de una maestra de interpretación, Stella Adler, con la que entre lección y lección "hacía el amor" ardientemente. En esa historia compareció una hija de la profesora, a la que también Brando tuvo en la cama.
El sexo masculino lo practicó con intensidad en los días que permaneció en la academia militar de Shattuck, con un jovencito llamado Steven Gilmore. Y con esas credenciales homosexuales hay que decir que Marlon Brando no era para nada racista, pues se encamó con dos negros muy cualificados en sus cometidos: el actor Richard Pryor y el cantante de "soul" Marvin Gaye.
Francamente, la lista de hombres que estuvieron entre las sábanas junto a Marlon Brando resulta interesante, sin contar, imaginamos, la de otros individuos sin fama alguna que, por puro azar, la incrementaron en noches donde el gran actor sólo buscaba sexo, sin importarle la naturaleza de su acompañante. Porque, aparte de sus conocidos romances con Ava Gardner, Marilyn Monroe, Grace Kelly y otras luminarias de la pantalla, amó a Cary Grant, Rock Hudson, Montgomery Clift y James Dean. No estaba mal esa lista de guapos "de la acera de enfrente". Con este último experimentó escenas de sadomasoquismo impensables: quemaba algunas partes del cuerpo del protagonista de Al este del Edén con un cigarrillo encendido, que a James le producía por lo visto un infinito placer. Otras veces, cuando Dean acudía a la casa de Marlon, lo hacía esperar un buen rato, en días de frío invernal, hasta que le franqueaba la entrada y el muchacho caía en brazos del oso peludo que era Marlon, y se iban furiosamente a la cama. Alguno de los dos debió contarlo desde luego, o amigos de ambos que estaban "en la pomada", pues de otro modo no habría llegado a nosotros semejante conducta.
Leonard Bernstein, célebre compositor al que se debe, entre otras maravillas la banda sonora de West Side Story, tenía a Marlon Brando como uno de sus mejores amantes, aunque fuera de modo ocasional. Ello no impedía que el actor se fuera a la cama con una de las protagonistas de dicha película, Rita Moreno, quien exaltada por el inmenso falo de su pareja, llegó a decir que nadie como él la había hecho tan feliz. A Marlon le encantaban las morenitas y de vez en cuando repetía con Rita. Ella esperaba mucho más, que él la visitara con más frecuencia. Y para darle celos decidió serle infiel con Elvis Presley. Brando, ni pestañeó cuando ella se lo hizo saber. No era celoso en esa aventura, pero sí en otras, cuando se casó varias veces. Y es que su carácter inestable y complicado formaban parte de su extraña personalidad.
Hubo escritores que estudiaron su caso. Truman Capote, uno de ellos, le dedicó un artículo: "El Duque en sus dominios". Bien sabía ese magnífico autor del "nuevo periodismo americano" los gustos amatorios de Brando, siendo él mismo notorio "gay". Y Norman Mailer pudo también escribir las pulsiones eróticas de Brando, a quien le presentó un amigo escritor, James Baldwin que en seguida hizo buenas migas con el actor; es decir, compartieron una íntima amistad.
Los intelectuales de los Estados Unidos, o mejor las celebridades de Hollywood, estaban "al cabo de la calle" de esa vida promiscua de Marlon Brando, que los cronistas más cotillas procuraban eludir en sus medios informativos por dos razones: eso no gustaba en los despachos de las grandes productoras y además existía una autocensura en periódicos, revistas o emisoras, de acuerdo con la moral de la época: como ya apuntábamos líneas atrás, nada de escándalos, y menos los de argumento sexual. Así es que si Marlon Brando se iba a la cama con quien le diera la gana no era incumbencia de nadie. Ni siquiera, por ejemplo, cuando su pareja era el mismísimo y laureado sir Lawrence Olivier, experto en el teatro de Shakespeare. Su mujer, la bellísima Vivian Leigh, la de Lo que el viento se llevó, era una conocida ninfómana, en tanto él, sobre todo cuando dejaba sus dominios en Londres y se iba a Nueva York o a Los Ángeles, buscaba en las madrugadas algún jovencito que apagara sus ardores. Hay testigos de esas nocturnas aventuras.
Pero ¿nadie se daba cuenta que Marlon Brando era para ambos sexos un "donjuán"? Él se definía como una bestia sexual, un adicto al sexo, sin más detalles. Pero jugaba a veces al disimulo. Así, en Reflejos de un ojo dorado, película que dirigió en 1967 John Huston, Marlon interpretaba un personaje "gay" cuando frente a él se hallaba una despampanante Elizabeth Taylor. No podemos asegurar que ésta cayera en sus brazos fuera del rodaje, aunque Marlon dio alguna pista: "No me convence… Tiene un culo pequeño". Tampoco simpatizó con Sofía Loren. Rechazó, al parecer, la posibilidad de "llevársela al huerto" con la explicación siguiente: "Su aliento es igual al de un dinosaurio". Nada de eso podemos atestiguarlo, pero ¿acaso no exageraba un poco? ¿No sería que la napolitana le dio calabazas como se dice que también al mismísimo Frank Sinatra cuando rodaban en Segovia Orgullo y pasión?
Viajó Brando por medio mundo, generalmente por razones profesionales. París era su capital favorita. Allí intimó con dos conocidos actores galos, Christian Marquand y Daniel Gélin. Con el primero sostuvo un romance prolongado a lo largo de los años, aunque se vieran sólo de vez en cuando. Tanta fue su complicidad sentimental que en homenaje a él bautizó Marlon a uno de sus hijos con el nombre de Christian, que no es muy usual en los Estados Unidos. Quiso Marlon ayudar a su amigo, recomendándolo para Apocalypse now, con nefasto resultado, pues en el montaje eliminaron las escenas en las que tomó parte el actor francés. Respecto a Daniel Gélin, se dio el caso que una hija suya ilegítima, María Schneider, fue pareja de Brando en la escandalosa película El último tango en París, de la que ha quedado en la retina de millones de espectadores la escena de "la mantequilla", que él untaba sobre donde la espalda pierde su casto nombre en el cuerpo de la sensual actriz.
Con todas esas idas y venidas de Marlon Brando con personas de ambos sexos puede que no se comprendan las hazañas que de él se contaron, como la noche en la que se llevó a su habitación a cinco mujeres y les hizo el amor a todas. O su obsesión por yacer con la niñera de uno de sus hijos, quien aceptó pero a cambio de dinero. Tampoco es fácil de comprender cómo se casó tres veces y tuvo once hijos. La primera de sus esposas fue Anna Kasfi, una belleza de Calcuta de origen irlandés, con quien contrajo matrimonio en 1959. Tuvieron un bebé, divorciándose en 1959. A continuación, su segunda mujer fue Movita Castañeda, actriz mexicana con la que coincidió en el rodaje de Rebelión a bordo. Dos hijos y un segundo divorcio. La tercera de sus bodas tuvo lugar en 1962, con Tarita Teriipaia, dieciocho años más joven que él. También fue madre de varios de sus retoños. Su último enlace fue con su ama de llaves, María Cristina Ruiz, que le dio tres hijos. En esos cuatro matrimonios hubo una constante: Marlon pasaba largas temporadas lejos del hogar. Sus cuatro esposas le fueron fieles, estaban locas por él, lo adoraban así como sus hijos. Pero Marlon llevaba su vida de forma desordenada, engañaba sin reparo a todas , y acabó siendo odiado, lógicamente, por ellas. Tarita escribió un libro dando detalles de su unión. Y las demás imagino que también contarían a los periodistas sus cuitas con el ídolo de la pantalla. Era, al decir de muchos cronistas, "el hombre más deseado por las mujeres", pero en segundo lugar, según varias encuestas norteamericanas en las que le ganaba por bastantes votos el rockero Elvis Presley.
Los últimos tiempos de Marlon Brando fueron patéticos. Estaba obeso pero no se privaba de sus comidas favoritas, las que más le engordaban como la manteca de cacahuetes. Parecía que su ocaso en el cine le había llegado en la década de los 70. Sin embargo le pagaron a precio de oro, más que a nadie, en sus últimas películas, aunque sus papeles no fueran de protagonista. Su interpretación en "El Padrino", con aquella voz queda, casi susurrante, y su mofletudo rostro, fue sublime.
Apenas concedió entrevistas a lo largo de su vida. En una de las pocas que admitió, de tipo personal, confesó: "No estoy avergonzado por haberme acostado con hombres, aunque haya amado solamente a tres: Wally Cox, Christian Marquand y Daniel Gélin". Su antiguo amigo de la niñez, primero de los citados, de profesión comediante y del que dijo que se hubiera casado con él… de haber sido mujer, dejó dicho que al morir, sus cenizas fueran aventadas en el llamado Valle de la Muerte. Eso mismo escribió en su testamento Marlon Brando cuando le llegó su última hora, ya dijimos que el 1 de julio de 2004. Ya es historia.
MARLON BRANDO
Nacimiento: 3 de abril de 1924, Omaha, Nebraska
Fallecimiento: 1 de julio de 2004, Ronald Reagan UCLA Medical Center, Los Ángeles, California