Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: Severo Sarduy, el autor gay que renegó del castrismo
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 15/10/2022 15:18
Severo Sarduy, el autor gay que renegó del castrismo
A pesar de ser uno de los más importantes escritores cubanos del siglo XX  -algunos lo comparan con Lezama Lima-, Severo Sarduy no ha tenido en su país el reconocimiento que merece. Ha sido relegado de la cultura oficial. Y es que Sarduy resulta un autor sumamente incómodo para el castrismo: abiertamente homosexual, irreverente, burlón, Sarduy desarrolló toda su obra, experimental y transgresora en el exilio.
 
Luis Antonio de Villena
Severo marchó a París tras el estallido de la Revolución Cubana, apenas sobrepasada la veintena, y no regresó a su país. Su obra, políticamente agitada y activista, trató con fervor temas controvertidos en la Cuba de mitad de siglo como la homosexualidad y el travestismo. Si bien se rodeó en gran medida de intelectuales franceses —en particular de aquellos que formaron la revista Tel Quel—, no perdió el vínculo con autores cubanos contemporáneos suyos como Lezama Lima o Cabrera Infante.
 
Se enroló en poco tiempo en una relación de pareja con el filósofo François Wahl, que duraría hasta el final de su vida. Tuvo acceso, de la mano de este, al grupo Tel Quel, especialmente a Roland Barthes. Sus estudios fueron en la escuela de formación de críticos de arte del Museo del Louvre y escribió una tesis sobre la “retórica visual” en los retratos romanos del período Flavio, los del rococó y los del art nouveau. Este coctel de referencias no podía haberlo llevado a otra cosa que no fuera escribir una novela como De donde son los cantantes o caligramas y textos experimentales como los que aparecen en los poemarios Mood Indigo y Flamenco.
 
Como muchos escritores, el cubano Severo Sarduy empezó su literatura como poeta, publicando en revistas varias, al inicio en su Camagüey natal. Severo (temo que bastante olvidado hoy día) nació en 1937 y murió en París de sida en 1993. Aunque en varios poemas y declaraciones dejó ver su simpatía por la revolución castrista, se marchó de Cuba en 1960 y no regresó jamás. El castrismo no era su estilo, marcadamente gay, inteligente y no poco exhibicionista de sí propio; aquella Cuba no podía ser su mundo y no lo fue, pese a su continua admiración por el clima y la sensualidad caribeños y su fascinación hacia Lezama Lima, un esplendor neobarroco.
 
Tras pasar fugazmente por Madrid, Severo en 1960 se asienta en un París todavía gran capital cultural y allí, a través del psiquiatra François Wahl, amigo de Lacan (Wahl fue oficialmente siempre la pareja de Severo, pese a la muy notoria promiscuidad del cubano) entra en contacto y casi forma parte del mundo cultural de la Rive Gauche, que pronto será la semiología llevada al texto –postulados de la revista Tel Quel– y su cercanía a una novela experimental con una rara mezcla entre esa neovanguardia semiótica, que hoy no ha revalidado su éxito grande de ayer, y el mundo cubano caribeño y afrooriental.
 
Entonces, años 70, esa combinación fue muy exitosa, otros la creyeron siempre difícil, fallida de algún modo, y de ahí su preterición actual. Pero las novelas de Sarduy, siempre en español, triunfaron en París –que era su residencia– y pronto en España y América. Aunque se inauguró con Gestos (1962), acaso las más famosas novelas de Severo fueron De donde son los cantantes (1967), Cobra (1969) –un hito de modernidad en esos años– o Maitreya (1978), donde va tomando más cuerpo su senda orientalista.
 
En esos años 70 finales, cuando lo conocí, Sarduy venía mucho a España, donde tenía editores y amigos y donde en aquel libérrimo Madrid, recorría jubiloso todas las estancias y antros gays. Como a Manuel Puig, entre amigos o conocidos, al poeta/novelista le gustaba hablar en femenino. Sus dos novelas finales (con un éxito levemente en declive) fueron Cocuyo (1990) y la por pocos meses póstuma, Pájaros de la playa (1993), donde es visible su despedida vital.
 
Poco antes de morir apareció –en Madrid– el último de sus libros de versos, Un testigo perenne y delatado junto a Un testigo fugaz y disfrazado, ambos libros juntos, plenos de sonetos y décimas barroquizantes. El soneto y la décima, desde sus inicios, fueron sus estrofas cuidadas y predilectas.
 
Severo nunca había dejado de publicar poesía (Mood Indigo, Daiquiri) a menudo en cuidadas y mínimas ediciones. Porque, digámoslo ya, si el éxito del Severo novelista fue notorio y grande, su poesía –en apariencia– nunca pareció pasar de la anécdota deleitosa de un aficionado.
 
El problema de Severo desde hoy –cuando urge tanto su revalorización y su ubicación definitiva– es saber si el cóctel cubano-parisino funcionó de veras, o tuvo algo de trampantojo. Personalmente creo en el poder renovador de sus novelas, hoy con otros ojos, y en el encanto de su lírica, esta mucho menos afrancesada que su novelística notable. Cobra me fascinó a mis veinte años. ¿Ocurriría ahora lo mismo?
 
Los poemas inaugurales de Sarduy, nunca recogidos en libro hasta hoy, este El silencio que no muere, son una notable curiosidad, a veces en exceso incipiente donde no está el mejor Severo, aunque no falten décimas o sonetos muy notables.
 
Sarduy es casi desconocido en Cuba, a pesar de ser uno de los más importantes escritores cubanos del siglo XX (lo han comparado con José Lezama Lima). Ninguno de sus libros ha sido publicado en la Isla. Ha sido relegado por los decisores de la cultura oficial. Les resulta un autor incómodo: homosexual, irreverente, burlón, desarrolló toda su obra, ferozmente experimental y transgresora, exiliado en Francia.
 
Severo Sarduy, nació en  Camagüey en 1937, colaboraba en Lunes de Revolución cuando en 1960 se fue a Francia a estudiar Historia del Arte, y decidió radicarse definitivamente allí.  Novelista, poeta, ensayista, periodista y crítico de arte, estuvo vinculado a la influyente revista francesa Tel Quel, dedicada a la teoría y la crítica literaria, donde se relacionó con varios de los más importantes intelectuales europeos de la época.
 
Es autor de las novelas Gestos, De dónde son los cantantes, Cobra, Maitreya, Colibrí, Cocuyo y Pájaros de la playa (publicada póstumamente, varias semanas después de su muerte), de los poemarios Flamenco, Mood indigo, Big Bang, Daiquirí, y de los ensayos Escrito sobre un cuerpo, Barroco, La simulación, El Cristo de la Rue Jacob, Nueva inestabilidad y Ensayo general sobre el barroco.
 
Severo Sarduy, con su narrativa recargada, exuberante, con su uso y abuso de la experimentación metaficcional, la intertextualidad y la desestructuración, es considerado un autor neobarroco, una clasificación que creó el propio Sarduy al analizar la obra de Lezama.
 
Sarduy, que se definía a sí mismo como “un marginal de cuello y corbata”, para su escritura, echaba mano lo mismo de refranes, slogans comerciales y estribillos de canciones que de la filosofía, las artes plásticas, las religiones orientales o las citas lezamianas. Pero sobre todo, del imaginario gay.
 
Esto último se puede apreciar en  este fragmento de la novela Colibrí, de 1984: “…Aquel cubil, que visto ayer y de frente, era un enérgico potrero de macharranes peleones, una verdadera cuadra de sementales en celo, visto hoy y de lado, no es más que un boudoir maniguero de locas anémicas, una parodia pintarrajeada del varonil emporio de ayer. ¡Qué decadencia, mi amiga! ¡Qué cansancio clásico! Aquel templo de camioneros, que perfumaba el tufo de las tuercas engrasadas, las mandarrias mohosas, el teipe y el macadán, donde las manos manchadas de nicotina y de nafta daban piñazos emberrenchinados contra los mostradores y no se bebía una sola cerveza que no se destapara con los dientes, aquel recio androceo donde florecían eufónicas blasfemias, bravuconerías, jactancias y palabrotas pesadas, se había convertido, believe it or not, en un inofensivo falansterio, o si se prefiere, en un sofisticado salón de té”.
 
Aunque no  explícitamente  politizada como la de Reinaldo Arenas, la escritura de Severo Sarduy es también  una muestra de la resistencia homosexual al régimen castrista. En ese sentido, se destaca la novela De dónde son los cantantes, publicada en 1967, donde Sarduy  se burla de las concepciones establecidas sobre “la identidad nacional”, y duda acerca de su perdurabilidad, al menos del modo en que es  planteada en el relato oficial.
 
La tercera  parte de dicha novela es una delirante parodia del recorrido triunfal  de la llamada “caravana de la victoria” que luego del derrocamiento del régimen de Batista condujo a Fidel Castro de Santiago de Cuba a La Habana durante los primeros ocho días de enero de 1959.
 
Sarduy relata como un Cristo de madera que es llevado en una multitudinaria procesión de oriente a occidente se va desintegrando a medida que se acerca a La Habana, a la vez que  Cuba se va convirtiendo en un país americanizado, donde nieva y hay  enormes tiendas por departamentos  y rascacielos.
 
El poeta y crítico  Emilio Bejel,  en su ensayo Cuerpos peligrosos en una nación de héroes (revista Encuentro de la Cultura Cubana, no. 41-42, 2006),  vio en  esa procesión del libro de Sarduy, “la desintegración de la nacionalidad cubana,  una especie de preámbulo de la llamada cultura global posmoderna”.
 
Teniendo en mente el recorrido de la caravana de Fidel Castro en 1959, Bejel argumenta: “Sarduy se refiere, al menos en una de sus posibles lecturas, a que el cuerpo de Fidel llega destrozado a la capital precisamente por haber entrado en el espacio urbano, ya que la ciudad se ha convertido en el espacio de la posmodernidad extranjerizante por excelencia, el espacio antiheroico que deconstruye el metarrelato moderno de la mitología nacional”.
 
Se me antoja pensar que en De dónde son los cantantes, Severo Sarduy se anticipó en décadas al prever que Fidel Castro, a pesar de su muy prolongado régimen que nadie pudo derrocar, fracasaría patéticamente en su enfrentamiento a las leyes de la historia y de la naturaleza humana. De haber vivido para verlo, imagino la alegoría que le pudo haber inspirado a Sarduy el recorrido del cortejo fúnebre de Fidel, en sentido contrario al de la caravana triunfal de enero de 1959, de occidente a oriente, hasta un peñasco del Cementerio Santa Ifigenia.
 
Severo Sarduy, murió enfermo de SIDA un 8 de junio del año 1993 a los 56 años en París Francia
 
De Dos décimas revolucionarias

Árboles de sangre estallan
en medio de las praderas,
doradas enredaderas,
de arterias los ametrallan.

Por donde quiera batallan
la sangre helada y la muerte,
me puse de pronto a verte
por tu propia sangre ahogada
y se iluminó la Nada:
me decidí a defenderte.
 
 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados