El 16 de octubre último, el cantautor Silvio Rodríguez publicó el artículo Sobre “nuestro modelo” en su página digital Segunda Cita. En el breve artículo, Silvio cuenta cómo y cuándo llegó a la conclusión de que “nuestro modelo” no servía. Luego de leerlo, queda claro que se refiere al modelo soviético adoptado por el gobierno cubano una vez sellada la alianza política, ideológica y económica entre Cuba y ese imperio extinto.
Lo que Silvio confiesa es revelador y de escándalo. Sin embargo, he revisado una buena parte de los medios periodísticos digitales de temática cubana dentro y fuera de Cuba y no he encontrado comentario al respecto. Incluso, todavía hoy el artículo no ha sido comentado en Segunda Cita, lo cual es raro, por lo que Silvio dice allí y porque él suele recibir entre 100 y 200 comentarios cada vez que publica en su página digital. Creo que vale un comentario al respecto.
Por ejemplo, el trovador cuenta que:
“Mi idea personal —esto no me lo ha dicho nadie, sino que fui llegando a esta conclusión luego de ver situaciones diversas— es que desde hace muchos años la máxima dirigencia de la Revolución tenía total conciencia de lo mal que funcionaba nuestro sistema, de sus torpezas, de su rigidez burocrática y sobre todo de su ineficiencia”.
“…todo esto cristalizó en mi cabeza hace 30 años, cuando fue aprobada la construcción de los estudios Abdala y Fidel me preguntó que cómo pensaba construirlos”.
Silvio respondió que pretendía construir los estudios siguiendo “la estructura estatal”, pero Fidel Castro se lo cuestionó diciendo:
“—¿De esa forma?… ¿Tú quieres que se demoren mil años y que al final corran, para hacer en unos días lo que no hicieron en el tiempo que debieron hacerlo, y que por último te entreguen un adefesio? Qué va, Silvio, tenemos que buscar quienes lo hagan bien y en el tiempo debido”.
Y para rematar, el autor de Ojalá y Unicornio Azul apuntó:
“Por eso al cabo de los años Fidel le dijo a aquel periodista norteamericano que nuestro modelo ya no nos servía ni a nosotros.”
Tres puntos a considerar. Primero, Silvio omite el nombre del periodista, el título de la entrevista, y el medio donde ésta se publicó. Segundo, Silvio también omite el hecho de que Fidel desmintió al periodista. Tercero, Silvio, con su confesión, de carambola desmiente a Fidel, y veamos por qué.
Silvio se refiere a Jeffrey Goldberg y su conversación con Fidel, titulada Fidel: Cuban Model Doesn’t Even Work for Us Anymore y publicada en The Atlantic el 8 de septiembre del 2010. En dicha conversación, Goldberg le preguntó a Fidel si el modelo cubano aún tenía valor exportable, a lo que Fidel respondió: “el modelo cubano no nos sirve ya ni a nosotros”.
Goldberg cuenta que se quedó tan sorprendido por la respuesta, que le pidió una aclaración a Julia E. Sweig, quien servía de traductora. Sweig explicó que “él (Fidel) no estaba rechazando las ideas de la revolución. Yo lo tomé como un reconocimiento a que, bajo el modelo cubano, el estado tiene mucho, un papel demasiado grande en la vida económica del país”.
Goldberg publicó ambas, la respuesta de Fidel exactamente como él (Goldberg) la había entendido y la aclaración de Sweig. Pero Fidel desmintió a Goldberg días después durante un discurso en la Universidad de La Habana. Fidel declaró que él había sido parafraseado correctamente pero que en realidad había querido decir lo opuesto a lo que los periodistas habían interpretado. Y agregó: “mi idea, como todo el mundo sabe, es que el sistema capitalista ya no funciona para los Estados Unidos o el mundo. ¿Cómo esa clase de sistema podría funcionar para un país socialista como Cuba?”.
Obsérvese que la pregunta de Goldberg fue sobre el modelo cubano, pero Fidel les dijo a los cubanos que él (Fidel) había hablado del capitalismo y de Estados Unidos. Cómico, ¿verdad?
Entonces, ¿a quién creerle? ¿A Goldberg, Fidel, Silvio, a los tres o a ninguno?
Jeffrey Goldberg es editor en jefe del legendario The Atlantic, uno de los magazines más prestigiosos en Estados Unidos, con más de 160 años de fundado. Fidel, en su desmentida a Goldberg, reconoció su calidad periodística. Además, Fidel no solía conceder entrevistas a periodistas norteamericanos, así que otorgársela a Goldberg debe considerarse una señal de respeto profesional.
Por su parte, Julia E. Sweig ha tenido una carrera sólida y exitosa. Ha publicado varios libros y ha sido miembro honorifica de varios centros académicos y de investigaciones. Sweig es directora del Centro de Estudios Latinoamericanos en el Council for Foreign Relations.
Entonces, si asumimos que Goldberg y Sweig son periodistas serios, digamos que aceptables, ¿para qué mentir? ¿Por qué decir algo que Fidel no dijo? ¿Por qué arriesgar carreras tan consolidadas y de prestigio?
Conocemos las intenciones sensacionalistas de algunos medios de difusión. No creo que The Atlantic sea uno de ellos,pero es posible que Goldberg y Sweig exageraran un poco para atraer más lectores y vender más ejemplares, suscripciones y anuncios. Goldberg, Sweig y The Atlantic necesitan dinero para hacer lo que hacen y pagar facturas. De hecho, hicieron mucho dinero con lo que Fidel dijo, porque medios como Reuter, AP, EFE, Bloomberg y CNN lo comentaron copiosamente.
Por otro lado, es probable que Sweig haya entendido y traducido mal ya que el español no es su lengua materna. No obstante, los periodistas, sobre todo a ese nivel tan alto, suelen grabar las entrevistas, y seguramente Goldberg y Sweig lo hicieron. De modo que ambos pudieron haber escuchado la entrevista una y otra vez hasta rectificar la traducción y corregir públicamente lo que habían publicado.
En cuanto a Fidel, voy a servir como abogado defensor del diablo. Puede que Fidel no haya entendido la pregunta de Goldberg. Puede que se haya expresado mal, que no se haya explicado bien. Después de todo, Fidel estaba más que chocho en 2010, año en que ocurrió dicha conversación. Se enredaba al hablar y le costaba coordinar sus ideas, monólogos y diatribas. Aún lloro de risa con las imitaciones que Eddy Calderón hacía de Fidel en La mesa retonta.
Todo eso es posible, pero no. No creo que Goldberg y Sweig se hayan equivocado. Creo que escucharon y tradujeron correctamente lo que Fidel dijo. También considero que Fidel dijo lo que dijo y sabía muy bien lo que estaba diciendo. Todo eso lo confirmó Silvio Rodríguez con la anécdota que contó en Sobre “nuestro modelo”.
Hago full disclosure al referirme a Silvio Rodríguez. Lo considero un gran poeta, entre los mejores de Hispanoamérica. Escuché su música hasta que me fui de Cuba en el año 1991, pero hace un par de semanas compré Causas y Azares y Oh Melancolía. Sí, ya sé. Quizás tenga yo algo de masoquista, aunque considero que es nostalgia por lo feliz que esa poesía me hizo durante mi juventud.
Pero volvamos a lo que nos ocupa. En primer lugar, como ya dije, en Sobre “nuestro modelo” Silvio no solo confirma lo que Fidel dijo a Goldberg y Sweig, sino que también desmiente la desmentida que Fidel había dado a Goldberg y Sweig. En segundo lugar, ahora sabemos que desde hace 30 años Fidel y Silvio sabían que “nuestro modelo” no servía, y lo ocultaron a pesar del sufrimiento causado por dicho modelo.
Fidel está muerto, y eso ya no tiene remedio. Pero Silvio aún vive. Es bueno que nos diga que “nuestro modelo” no sirve. ¿Es suficiente eso?
Más vale tarde que nunca, solo que “nuestro modelo” ha provocado mucho llanto y dolor, mucha miseria y destrucción. Ese modelo ha incitado muchas broncas y enemistades, y ha destruido matrimonios y familias. Ese modelo es responsable de los miles de balseros muertos en el Estrecho de la Florida, porque esos balseros se tiraron al mar huyendo de él, de “nuestro modelo”. ¿Es perdonable eso?
Resulta interesante e increíble que gente supuestamente tan inteligente como Silvio y Fidel —este último lo sabía todo, absolutamente todo— les haya tomado desde 1959 hasta la década del 90 para percatarse de que “nuestro modelo” no servía. Mi madre media analfabeta se dio cuenta mucho antes de 1980, año en que se coló en la Embajada del Perú y abandonó Cuba para siempre. Y mi abuela, mucho más analfabeta que mi madre, maldecía a “nuestro modelo” cada vez que se ponía a cocinar o iba a la carnicería a ver si el pollo o el huevo habían llegado.
Pero está bien. Se puede ser muy inteligente para algunas cosas y muy bruto para otras, y viceversa. No obstante, pregunto, ¿por qué no tiraron “nuestro modelo” a la basura al percatarse de que no servía? ¿Por qué confesaban en privado que no servía mientras públicamente insistían en que sí servía?
Responderán que, el bloqueo. Yo digo que, por arrogancia, egoísmo, cinismo, egocentrismo, mala voluntad y mucho capricho, aquello de no dar su brazo a torcer, de no reconocer errores, no aceptar que se equivocaron.
En el caso de Silvio: sí, se puede ser un gran poeta, mentiroso y mal ser humano, todo a la vez.
Comenté Sobre “nuestro modelo” con un amigo, y éste me dijo: “es un escándalo que Silvio quiera ahora desmarcar a Fidel y a si mismo del modelo que ellos crearon y defendieron”.
Pienso que es lo que Silvio está tratando de hacer: limpieza general de imagen, evadir toda responsabilidad y reescribir la historia reciente pensando en su legado histórico y lo qué las generaciones futuras dirán. Pero eso es imposible porque Fidel era el gobierno y el gobierno era Fidel. Y Silvio ha sido, es, cantor y vocero emblemático de ese gobierno, y fue diputado a la Asamblea Nacional durante muchos años, creo que quince. Así que Fidel era “nuestro modelo” y Silvio ha sido, es, parte intrínseca de él.
Tiempo suficiente tuvieron para deshacerse del maldito modelo cubano. Por ejemplo, en los años 90 del siglo pasado, mientras Silvio y Fidel concluían que “nuestro modelo” no servía, el modelo que los inspiró, el soviético, colapsaba y Cuba entraba en un periodo súper especial que todavía perdura. (En realidad, Cuba ha estado en período súper especial desde el 1959). De todos modos, ambos se abrazaron a “nuestro modelo” ciega y enérgicamente, en vez de cambiarlo por algo mejor, como lo hicieron en Polonia, Hungría, la República Checa y otras naciones ex comunistas. Vamos, que Fidel amenazó más de una vez con hundir la isla antes de renunciar a “nuestro modelo”.
Y mientras Fidel amenazaba con un Armagedón cubano, Silvio escribía El Necio, toda una oda al capricho, la testarudez y la rigidez, las cuales, dice él ahora, son características de “nuestro modelo”. Es más, el cantautor dedicó esa canción a Fidel en varias ocasiones, como si ser necio, caprichoso y testarudo a costa de la destrucción de un país fuese algo heroico, noble y digno de un canto.
Es cierto que hubo un proceso de rectificación de errores a mediados de los 1980s, y que se hicieron algunas reformitas a mediados de los 1990s, y más reformitas durante el mandato de Raúl. Pero después de cada ola reformista vino un tsunami de restricciones y persecuciones, y más torpeza, testarudez, rigidez, burocracia e ineficiencia.
También es cierto que Silvio ha exhortado públicamente a quitarle la r a la palabra revolución para evolucionar. Pero sucede que en Cuba, todavía hoy, te dan dos y tres palizas en plena vía pública y a la vista del mundo, y luego te tiran a una cárcel por 30 años, solo por decir que “nuestro modelo” no sirve, ¡algo que Fidel y Silvio dijeron hace 30 años! Y Silvio no lo denuncia. Cuando más, hace comentarios contradictorios, criticas absurdas, sobre todo tímidas.
El gobierno cubano exportó “nuestro modelo” a Angola, Venezuela y Nicaragua, entre otros países. Conocemos los resultados y las consecuencias. ¿Ya le dijo Silvio a su amigo López Obrador que “nuestro modelo” no sirve? ¿Lo alertó ya de sus resultados pésimos y secuelas desbastadoras? ¿Le pidió que no lo imponga en México?
Hoy por hoy, Silvio Rodríguez disfruta de una fachada política muy privilegiada en Cuba, España y Latinoamérica. Por tanto, Silvio está como nadie en posición de exigirle al gobierno cubano que desmantele “nuestro modelo” de una vez. Se lo debe al pueblo cubano. Es su deuda ética, moral e histórica para con su pueblo.
El autor de Testamento le debe una canción a “nuestro modelo”. Aquí va el título: Canción fúnebre para “nuestro modelo”.
Y por supuesto, “nuestro modelo” merece un reguetón bien malo. El bueno ya fue escrito: se llama Patria y Vida.