Ha cumplido 83 años y reina con una elegancia insólita, desde la distancia, sin ponerse en evidencia. Retirada en su mansión de Zurich, con un marido 16 años más joven que ella, Tina Turner ya no parece sentir la necesidad de ser el centro de atención de los medios. Aunque su música sigue estando muy presente en nuestra actualidad, como comprobamos durante la cuarentena.
El día que Tina Turner se liberó de su marido maltratador tiene una épica dramática que ningún guionista podría haber imaginado. Tras recibir una paliza en una limusina, Tina acompañó a Ike a la habitación de su hotel en Dallas, le masajeó la cabeza como solía hacer y cuando se durmió salió huyendo. Corrió hasta que la carretera se acabó, tuvo que atravesar una autopista, estando a punto de ser atropellada por varios camiones, y llegó a un motel llamado Ramada Inn. “Soy Tina Turner”, le dijo con la cara aún ensangrentada y sin peluca al recepcionista, “Solo tengo 63 centavos en el bolso pero le prometo que, si me ayuda, le pagaré en cuanto pueda”.
Las emisoras retro programan una y otra vez sus clásicos, no son pocas las artistas jóvenes que se inspiran en ella, ya sea en su mítica peluca cardada (véase a Jillian Herby de Lion Babe) o en su garra rockera (véase la querencia de Ruth Lorenzo por Proud Mary, que ha interpretado en The X Factor, en eventos pre-Eurovisión o en Shangay Pride). Sin olvidar el reciente musical inspirado en su vida, y bendecido por ella, que ha entrado en sus últimas semanas en Madrid.
El legado de Tina Turner resulta inabarcable en un artículo de extensión limitada como este, pero no está de más repasar cinco momentos clave de una dilatada trayectoria, que se expande a lo largo de cinco décadas. Y aunque podríamos seleccionar un momento musical por década, nos centraremos en su (segunda) carrera, a partir de 1983.
Atrás habían quedado casi veinte años de éxito y tortura junto a Ike Turner –estuvieron juntos de 1960 a 1978–, y cuando ya pocos se acordaban de ella, llegó su gloriosa resurrección y su consagración como superestrella pop. El resto es historia de la música, como lo es también su atribulada primera etapa.
Tina Turner cumple todos los requisitos para ser una diva LGTB de primera división, siempre ha estado sobrada de pros: garra, originalidad, sensibilidad, una voz única, unas piernas de infarto y unos pelucones inigualables contribuyeron a forjar un mito que sigue fascinando.
No es ningún secreto que Beyoncé es hoy día quien es porque supo canalizar con extremado talento lo mejor de Tina Turner en beneficio propio. Nunca lo ha ocultado, lo cual le honra. Claro, que aunque no lo hubiese dicho lo sabríamos, porque es evidente que de Tina ha tomado prestado mucho: por ejemplo, su capacidad para pisar el escenario con una determinación que causa respeto, su magia para absorber y actualizar lo mejor del soul y el r&b clásicos y la soltura para ejercer de reina sin despeinarse.
La irregular saga Mad Max –con estupendo reboot– ha dejado para el recuerdo no solo a un sexy Mel Gibson, también una enorme influencia estética. Si Holly Johnson confiesa que se inspiró en la segunda parte a la hora de forjar la estética de los legendarios Frankie Goes to Hollywood, Tina Turner marcó un antes y un después en cuanto a looks apocalípticos con su pelucón rubio en la tercera, Mad Max. Más allá de la cúpula del trueno (1985). Aunque lo verdaderamente memorable sigue siendo su tema central, We Don’t Need Another Hero.
En 1986 confirmó que había vuelto para quedarse. Publicó su autobiografía, I, Tina, donde aireaba todos sus trapos sucios (recordemos que en 1993 Angela Bassett la interpretó con mucho arte en el biopic What’s Love Got To Do With It), y publicó un álbum cuyo título era toda una declaración de intenciones, Break Every Rule.
El primer single de dicho disco es una joya atemporal, Typical Male, que sigue sonando igual de bien en un club de modernas que en una boda. Escuchar a Tina que tiene ganas de enrollarse con un abogado de lo más recto que poco tiene que ver con ella nos recuerda lo ligona y apasionada que ha sido siempre, sin calibrar las posibles consecuencias de sus relaciones. Una diva se deja llevar siempre por el amor, por imposible que este sea a los ojos del mundo, ya sabes.
Cuesta creer que Bono y The Edge de U2 dejaran a un lado sus enormes egos y compusieran a medida para Tina Turner un tema tan glorioso como GoldenEye, la canción central del film de James Bond protagonizado por Pierce Brosnan en 1995. Uno de los temas Bond más recordados de la historia, que fue producido por Nellee Hooper y es también uno de los hitos del repertorio de Tina. Mucho menos recordada –y celebrada– fue la versión que grabó Nicole Scherzinger en 2010 para el videojuego GoldenEye 007…
A finales de 1983, Tina Turner regresó a lo grande con una versión del clásico soul Let’s Stay Together de Al Green que iguala, si no supera, el original. Una sublime interpretación de la diva, que contribuyó a popularizar esta joya entre el público de una nueva generación, a la vez que ella también volvía a recordar al respetable que ahí seguía, y con más ganas de triunfar que nunca.
Su Let’s Stay Together se convirtió en inmejorable avance del histórico álbum Private Dancer, repleto de singles de éxito, que justo acaba de cumplir 35 años, y que sigue sonando tan necesario como cuando se publicó. Porque, efectivamente, Tina Turner sigue siendo una reina del pop, el rock y el soul de lo más relevante, desde su elegante silencio actual.
Tina Turner: cómo reconstruyó su vida después de haber sido víctima de violencia de género
Tina Turner cumplió 83 años junto a su gran amor, el empresario discográfico alemán Erwin Bach, 16 años menor que ella. La Reina del Rock pudo escapar con las piernas más hermosas del mundo del matrimonio violento con el músico Ike Turner y reinventarse para brillar como una estrella.
Con el nombre de Anna Mae Bullock nació el 26 de noviembre de 1939 en Brownsville, Tennessee. Arrancó su carrera musical cantando en bares nocturnos de St. Louis en los ‘50 y grabó sus primeros temas en 1958 con el nombre de Little Ann. Saltó a la fama cuando conoció al músico Ike Turner y se convirtió en Tina a su lado, hasta que muy pronto lo superó.
Tina y Ike Turner: una historia de violencia
Todo empezó una noche de 1962 en que Anna Mae fue con su hermana Ruby Aillene a escuchar al grupo Ike Turner and his Kings of Rithm en el Club Manhattan de St. Louis. Ambas se subieron al escenario para hacer los coros -como hacían otras muchas chicas- y, cuando Ike le pasó el micrófono a Little Ann, quedó tan deslumbrado con ella como todo el público.
La chica se sumó al grupo, que pasó a llamarse Ike & Tina Turner, con éxitos como “Proud Mary” y “A fool in love”. Cuando la banda captó la atención del productor Phil Spector, fue invitada como telonera nada menos que de los Rolling Stones, en una de sus giras por Gran Bretaña.
Así dio inicio a la leyenda: la Reina del Rock, con su voz descomunal, su sensual energía y las piernas más hermosas del mundo, se convirtió en un ícono de la música.
Pero a medida que su fama y su fortuna eran cada vez mayores, también lo eran tanto la adicción a la cocaína de Ike Turner como los golpes que le daba a ella. El músico, que estaba casado cuando la conoció, dejó a su esposa y se convirtió en su marido cuando nació el primer hijo de ambos, Craig. Luego llegó Ronald y también adoptaron a Ike Jr. y Michael.
Ike Turner empeoró de su adicción a la cocaína a medida que pasaba el tiempo, lo cual disparaba su violencia doméstica. Su apellido fue lo único que quiso conservar Tina Turner de ese matrimonio abusivo, del cual le costó muchísimo escapar finalmente en 1978.
Tina Turner y un amor para siempre
“Jamás he tenido una relación sentimental genuina. Ni una. Me han roto el corazón miles de veces”, se lamentó la Reina del Rock en una oportunidad. Pero el destino le hizo un guiño y en 1985 le envió el amor incondicional del empresario discográfico alemán Erwin Bach, dieciséis años menor que ella.
Lo conoció en una fiesta de su sello musical en Londres y sintió que Cupido había lanzado un flechazo directo a su corazón, mientras las manos le temblaban. Así lo contó en una entrevista: “Este hombre era claramente diferente a todos los que había conocido, relajado, acogedor y cero pretencioso”.
Tina Turner agregó que la enamoró que no sólo él nunca se mostró intimidado por su carrera, sino que además le enseñó que el verdadero amor no pretende apagar la luz de uno para que el otro brille, sino que busca que ambos brillen en sus distintas actividades. Hace casi cuatro décadas que están juntos, pero se casaron en 2013, cuando la cantante dejó la ciudadanía estadounidense para mudarse definitivamente a Suiza.
La estrella vive con su marido en la mansión Chateau Algonquin junto al lago de Zürich, retirada hace diez años de las luces de los escenarios que la vieron brillar durante más de cinco décadas. Tina Turner ganó doce premios Grammy y es una de las pocas cantantes que logró ingresar dos veces al Salón de la Fama del Rock and Roll.
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