POR JORGE LUIS GONZÁLEZ SUÁREZ
Los niños en Cuba no tienen la ilusión del Día de los Reyes Magos y sus regalos. Esa tradición de origen cristiano fue eliminada por el régimen comunista en sus primeros años.
Yo, que fui un niño humilde, no hubo un Día de los Reyes Magos en que no me regalaran juguetes. Mis padres, con sacrificio, lograban comprarlos para que yo los encontrara al despertar ese día.
La alegría indescriptible del amanecer de cada 6 de enero era contagiosa para grandes y pequeños, cuando estos últimos decían: “mira lo que me trajeron los Reyes”.
Semanas antes del 6 de enero, los comercios de las principales calles habaneras exhibían en sus vidrieras y departamentos miles de juguetes de todos los tamaños, precios y calidad.
Los padres paseaban a los menores por dichos establecimientos para saber qué juguetes eran los que les gustaban a estos y poder sacar cuentas y congeniar con la economía hogareña.
Había familias muy pobres que no tenían cómo comprar juguetes, pero iglesias, instituciones humanitarias y algunas personas adineradas se los donaban.
Es falso que todos los juguetes fueran caros. Algunos, los más pequeños y sencillos, podían costar menos de un peso. Los que llegaban a valer dos o tres pesos eran más grandes y mejores.
Lo más costoso eran las bicicletas, y se podían comprar a plazos.
En fin, de acuerdo a las posibilidades económicas de cada familia, había en las tiendas para escoger.
Un acontecimiento para mí inolvidable lo presencié de niño, maravillado, parado en la esquina de las calles Reina y Amistad: varias empresas comerciales unidas trajeron tres camellos, montados por personas disfrazadas como Melchor, Gaspar y Baltasar que paseaban por la ciudad.
En La Habana las jugueterías más famosas eran Los Reyes Magos y La Casa Blanca.
La mayor era Los Reyes Magos, que se encontraba en Galiano 315 entre Neptuno y San José, la cual tenía casi 50 metros de longitud, con un extenso salón final y mezzanine. Estaba abarrotada de juguetes todo el año. Hoy es el atelier Gaya que alquila vestidos y trajes para bodas y fiestas.
La Casa Blanca estaba ubicada en Amistad entre Dragones y Reina. Esta tienda ofertaba con exclusividad los fuertes apaches del Oeste. Los padres interesados en comprarlos iban con bastante antelación a reservar el pedido, pues este juguete se agotaba, y no alcanzaban para todas las peticiones. Ahora, donde estaba la tienda, hay una casa y varios negocios particulares.
En la larga conversación de Frei Betto con Fidel Castro recogida en el libro Fidel y la religión, el Comandante aseguraba que durante tres años consecutivos el Día de los Reyes Magos su padre le regaló una cornetica.
Me pregunto: ¿No tendría dinero suficiente el rico hacendado Ángel Castro para comprarle algo mejor, o sería otra de las mentiras del Comandante, en este caso, para desvirtuar el significado de los Reyes Magos? Porque a Fidel Castro le desagradaba esa tradición, como todo lo que tuviese que ver con la religión.
El 6 de enero de 1960, frente a los estudios de CMQ Radio y Televisión, se apareció Fidel con Raúl Castro y Juan Almeida, para hablar de la Reforma Agraria y la Reforma Urbana. El mensaje estaba claro: los Reyes Magos eran ellos.
En lugar del Día de los Reyes Magos, el régimen castrista estableció el “Día de los Niños”, que se celebraría el 26 de Julio.
Los tres juguetes que ofertaban para el Día de los Niños había que comprarlos mediante la Libreta de Productos Industriales. En los primeros años después de instituida la fecha, se efectuaba un sorteo, con el día, la hora y la tienda señalada donde comprarlos. Aquellos que alcanzaban un número bajo, lograban los mejores juguetes. Los demás tenían que conformarse con lo que quedara, que siempre era lo peor, sin opción para escoger.
A partir de la década de 1990, los juguetes se fueron haciendo más escasos, caros y en divisa, hasta que en los últimos años prácticamente desaparecieron.
Hoy, los niños en Cuba no tienen Día de los Reyes Magos ni tampoco juguetes.
Caminé en estos días por La Habana y no he visto juguetes a la venta en las tiendas estatales. Escasos particulares tienen algunas ofertas con precios prohibitivos que oscilan entre 1500 y 2500 pesos.
Los únicos pequeños que tendrán juguetes son los hijos y nietos de la privilegiada elite gobernante y quienes tengan familiares en el extranjero que se los envíen o dinero a sus padres para comprarlos.