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De: cubanolibre (Mensaje original) |
Enviado: 08/01/2023 13:26 |
SE BUSCA PATROCINADOR CON DINERO
ASÍ COMO EL QUE NO TIENE PADRINO NO SE BAUTIZARÁ, EL QUE NO TENGA PATROCINADOR JAMÁS ATERRIZARÁ EN MIAMI
La Habana, Cuba-. Es el tema del momento y lo será por mucho tiempo porque emigrar a los Estados Unidos continuará siendo el sueño de muchos cubanos, sin importar cuánto pueda mejorar la economía de la Isla en los años venideros. Si el problema de fondo —que es esencialmente político— no se resuelve, estaremos durante años hablando, bromeando y hasta maldiciendo de las mil y una manera que nos hemos inventado para ponernos a buen resguardo del comunismo, pero en la lejanía.
Los caminos de los cubanos han sido diversos: desde el “trapicheo” de visas en los consulados —donde el de México quizás sea el paradigma de la corrupción— hasta tomar el camino más largo por Rusia y cruzar por el inhóspito estrecho de Bering; desde robar una avioneta de fumigación o encerrarse en las bodegas o el tren de aterrizaje de una aeronave hasta lanzarse al mar en una tabla de surf. Y entre tales artimañas, no hay que olvidar el “jinetear un yuma”; “desertar” de una misión médica, comercial o diplomática después de fingir “probada” lealtad política. También es usual inventarse un increíble “miedo creíble” y, por supuesto, el “cambalache” de pasajes a una Nicaragua que solo fue abierta al libre visado cuando nuestra olla de presión estuvo a punto de explotar.
Pero en el meollo de todos esos “procesos migratorios” siempre han estado, de manera obligada, las figuras de esos “intermediarios imprescindibles” —bajo la figura de revendedores, estafadores, funcionarios corruptos, abogados, socios, facilitadores, traficantes, guías y coyotes— a los que en estos días se viene a sumar la figura del “patrocinador”, palabra que estaremos oyendo hasta aburrirnos porque es eso lo que
toca, de manera irrenunciable, si en la escapada persistimos en tomar rumbo al Norte.
De modo que si, hasta los minutos previos al anuncio de Biden, solo escuchábamos de volcanes, selvas, desiertos y coyotes, después de cerradas las fronteras e implementadas las nuevas medidas que intentan eliminar el flujo irregular de migrantes, hoy es diferente. No habrá otra palabra que “enamore” o “desilusione” más a un cubano o a una cubana que esa que, en las horas posteriores al cubetazo de agua helada que nos echaron encima, ha comenzado a ser carne de memes y demás publicaciones en las redes sociales.
“Tener un patrocinador es el único modo de ser libre”, parodiaba alguien la famosa frase de José Martí. “Madre es cualquiera, patrocinador es uno solo”, es otra muy graciosa que he leído también.
“Se busca patrocinador”, han publicado algunos solo a modo de chiste, porque en realidad la posibilidad de encontrar uno no es nada chistosa, mucho menos para quienes acepten el “reto” de “adoptar a un cubano” y “salvarle la vida”. Porque en estos términos —con el que algunos nos han hecho reír en medio de tanta tristeza— es que se interpreta la nueva vía para obtener el dichoso “parole”.
¿Pero, conociendo la responsabilidad que adquiere el “patrocinador”, cuántos estarán dispuestos a jugar esa riesgosa carta de convertirse en uno, incluso para beneficio de algún familiar cercano? No creo que abunden los valientes. Una cosa es enviar cien dólares como remesa regularmente y otra muy diferente es cargar a la espalda durante dos años el maletín ajeno.
A partir de ahora habrá que estar al tanto de las estadísticas para conocer si la estrategia será fructífera pero no es difícil adivinar que está hecha no solo para separar la paja del grano; sino para que cuando esta semilla selecta logre pasar el tamiz de las investigaciones y el papeleo, sea una especie de “producto gourmet”. Es decir, un “emigrante de lujo”, porque así como el que no tiene padrino no se bautizará, el que no tenga patrocinador jamás aterrizará en Miami.
Mentablemente a una mayoría de cubanos el “sueño americano” se les transformó en pesadilla, así como a unos pocos, gracias precisamente al mecanismo del “patrocinador”, se les hará más “dulce” y alcanzable, más real. Pero eso no quiere decir que todo acabó para los “despatrocinados”. No solo porque los más desesperados por tal de salir de la Isla-prisión se largarán a donde sea, sino porque, aunque lo han puesto bien difícil, algo se inventará por el camino.
En ese sentido también los memes y publicaciones en redes sociales van presagiando las formas que pudiera adquirir el codiciado “patrocinio”. Solo hay que darle tiempo al tiempo para que el astuto anide en las grietas del nuevo procedimiento. Nada es infalible.
Lo cierto es que, además del dólar que rige nuestras vidas condenadas por la poco útil moneda nacional, de las remesas que marcan la diferencia entre barrigas llenas y vacías, de las desventajas discriminatorias de un carnet de identidad frente a un pasaporte extranjero, ahora nos llega este otro “privilegio” de contar con un patrocinador para recordarnos que en Cuba cada día se hace más difícil dejar de ser ciudadanos de segunda clase.
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Si bien muchos cubanos residentes en la isla podrían lograr sus sueños, en realidad el sur de Florida “no aguanta más”, desde las congestiones de tránsito hasta las quejas reiteradas de los recién llegados
Alejados de todo chovinismo, la situación de Cuba es muy particular
Francisco Almagro Domínguez
El gobierno demócrata de Joe Biden no ha encontrado otra forma para taponear la frontera sur que no sea abrirle un boquete a la frontera virtual de los mecenas norteamericanos. Desde hace unos días, quien tiene patrocinador se bautiza con el pabellón de las barras y las estrellas; o, dicho de otra manera, muchos serán llamados, pero pocos los elegidos para emigrar.
El sistema propuesto parece imitar la muy ordenada y fructífera emigración hacia Canadá. Estudiantes, trabajadores temporales, refugiados y familias en vías de reunificación pasan un rigoroso proceso de selección donde también hay patrocinadores, declaraciones de propiedades y recursos financieros. Para los canadienses siempre estuvo claro: no se puede ser misericordioso con el dinero ajeno; la emigración de un país pobre o en guerra debe servir para que los ciudadanos encuentren oportunidades, no para aprovecharse de las debilidades del sistema.
Puede que esta nueva forma de parar la emigración ilegal a través de las fronteras tenga una intención más política que compasiva, o legal. Las autoridades han buscado la manera de detener lo que, a todas luces, parecía una invasión pacífica; los costes políticos se han expresado en las elecciones de término medio. Por declaraciones de los entendidos, el proceso podrá ser expedito. Y ese sería el primer problema: nada de lo que se hace a la carrera funciona bien.
El Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos —equivalente al Ministerio del Interior— deberá “filtrar” miles de solicitudes en poco tiempo. La revisión de cada caso incluye al reclamado y a quien se hará cargo de él por dos años. Dos años es el tiempo que queda a esta administración por delante: es un reto y al mismo tiempo, si todo sale bien, un as en la mano para ganar el voto latino en las próximas elecciones.
Los países escogidos para el programa son distintos en el orden político, social y económico. Aunque en Venezuela y Nicaragua hay gobiernos dictatoriales disfrazados de demócratas, todavía subsiste un mediano tejido empresarial capitalista. Significa que patrocinados y patrocinadores pueden establecer ventajas mutuas. No todo emigrante será “huérfano económico” ni todo patrocinador “bienhechor quijotesco”.
De los cuatro jinetes del “patrocinato”, Haití es el país con más pobreza, aunque la antigua “Perla del Caribe”, como llamaban a Cuba, se acerca en niveles de inflación y miseria. No pocos haitianos pueden ser reclamados por familiares y amigos, muchos en estados como Florida. Sin embargo, habría que ver cuántos estarían dispuestos a asumir los gastos de los elegidos antes de empezar en trabajos habituales como los servicios, pequeños comercios y la agricultura.
Alejados de todo chovinismo, la situación de Cuba es muy particular. En comparación con las otras tres naciones, el poder económico y político de la comunidad cubana en Florida podrían darse el lujo de patrocinar cientos de miles en un solo mes. Y al mismo tiempo, habría cientos de miles, tal vez millones de cubanos, “locos” por ser patrocinados. Pero en la Isla todo el poder político y la toma de decisiones están en pocas manos. Habría que seguir de cerca cómo reaccionaran a la propuesta.
Una curiosa nota aparecida hoy en el Órgano Oficial habla de “mantener los compromisos migratorios” firmados entre La Habana y Washington. ¿Acaso el régimen, además de las 30.000 almas patrocinadas, quiere más, o sea, las 20.000 de los acuerdos firmados después en la administración Clinton?
Una cosa es clara: desde hace años el régimen comprendió que debido a su natural incapacidad productiva las remesas eran un factor esencial para la sobrevivencia. A más gente del “lado de allá” más comida y menos problemas “por acá”. Esta nueva oportunidad de hacer legal lo ilegal hasta hace muy poco —un “Mariel” terrestre a través de lagos y volcanes— podría aumentar el dinero de caja, tan necesario en momentos que los deudores —que no patrocinadores, chinos y europeos— están reclamando reembolsos.
Otra pregunta válida es si el régimen dejará salir de la Isla a todos los agraciados con el patrocinio. ¿Volverá la historia falaz y repetida mil veces de que “los americanos se llevaron de Cuba 3.000 médicos a principios de la llamada revolución, como si se tratara de un secuestro vil, malvado? ¿Pondrá el gobierno continuista condiciones a los favorecidos, como fue no poder vender las propiedades, desregular los regulados —profesionales de la política y las ciencias— e impedir deshacerse de la vajilla y los tenedores?
Habrá que esperar los primeros resultados. La intención, sin duda alguna, es buena, positiva. En el caso de Cuba, estar muy atentos. Si bien muchos isleños podrían convertir sus sueños en realidades —para algunos ya es una pesadilla en suelo norteño— el sur de Florida “no aguanta más”. Sin comenzar aun el proceso, el habitual caos del tráfico vehicular de Miami, accidentes incluidos, se ha multiplicado con miles de conductores nuevos, inexpertos y desesperados.
El patrocinado de estos nuevos tiempos puede ser alguien que ha vivido más de medio siglo de espaldas al mundo. No conoce sus luces, pero tampoco sus sombras, que no son pocas. Habla gritando, la palabra dueño mal suena, y cree que por venir de una Isla-cárcel lo merece todo. De ese modo desafía las leyes, no solo del tránsito, sino la de la gravedad —el pan no cae del cielo ni los dólares se desprenden de un manzano. Se queja de los bajos salarios, de la ausencia de sindicatos, de la burocracia que creía solo asunto de los comunistas. Pero como quiera que sea, en las próximas semanas este podría ser nuestro patrocinado favorito.
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