El escritor gay Reinaldo Arenas fue uno de los autores latinoamericanos más importantes del siglo XX. Su vida y obra literaria como Celestino antes del alba, Antes que anochezca o El mundo alucinante se han convertido en uno de los principales referentes de la lucha contra el régimen cubano y contra la persecución de homosexuales.
Reinaldo Arenas nació en Aguas Claras, una pequeña localidad de la parte oriental de Cuba, el 16 de julio de 1943. Como hijo único de una campesina y madre soltera, vivió una infancia con problemas económicos, pero con mucho contacto con la naturaleza, donde se sentía en libertad. Una libertad que intentó reencontrar el resto de su vida.
En los años 50, durante la dictadura de Fulgencio Batista, su familia se mudó a la ciudad de Holguín. Ahí vivió más de cerca los abusos de la dictadura y siendo todavía un adolescente se unió al ejército revolucionario comandado por Fidel Castro. Sin embargo, poco después de que este llegó al poder, el escritor se decepcionó de la revolución y se asumió como anticomunista.
En 1961, Reinaldo Arenas se fue a vivir a La Habana, donde empezó a trabajar en la Biblioteca Nacional. Estando ahí también comenzó su carrera literaria y en 1967 publicó Celestino antes del alba, su primera novela y la única que publicó en Cuba.
Pronto empezó a ser perseguido, no solo por sus ideas contra el gobierno de Fidel Castro, sino por ser gay. Y es que en la Cuba de los años 60 había mucha homofobia social promovida desde el mismo gobierno, que consideraba a la homosexualidad una «conducta impropia» y contrarrevolucionaria. Esto dio pie a que los actos homosexuales se volvieran prácticamente clandestinos. Así lo expresó Reinaldo Arenas en su aclamada autobiografía Antes que anochezca:
«Creo que nunca se singó más en Cuba que en los años 60; en esa década precisamente cuando se promulgaron todas aquellas leyes en contra de homosexuales, se desató una persecución contra ellos y se crearon los campos de concentración. Precisamente, cuando el acto sexual se convirtió en tabú, se pregonaba al hombre nuevo y se exaltaba el machismo. Casi todos aquellos jóvenes que desfilaban ante la Plaza de la Revolución aplaudiendo a Fidel Castro, casi todos aquellos soldados que, rifle en mano, marchaban con aquellas caras marciales, después de los desfiles, iban a acurrucarse en nuestros cuartos y, allí, desnudos, mostraban su autenticidad».
A pesar de ese clima hostil, Reinaldo Arenas también se las ingenió para seguir publicando sus libros, pero fuera de Cuba. Logró sacar de manera clandestina los manuscritos de su novela El mundo alucinante, publicada en Francia en 1969. Y de la misma manera pudo sacar su libro de cuentos Con los ojos cerrados, publicado en Uruguay en 1972.
Estos actos de desobediencia y desafío al régimen aumentaron aún más la molestia del gobierno y finalmente lo encarcelaron, entre 1974 y 1976, en El Castillo del Morro.
En prisión, a Reinaldo Arenas le tocó vivir aún más de cerca los abusos de poder y el maltrato a los homosexuales. En su autobiografía son varios los pasajes donde describe la vida en la cárcel, donde los homosexuales eran continuamente humillados al grado de que algunos preferían suicidarse.
Cansado de esa realidad, Arenas se sintió obligado a traicionarse. Para salir de prisión tuvo que escribir una confesión donde se arrepentía de su «conducta impropia» y se comprometía a no escribir nunca más en contra del gobierno cubano.
Pero, a pesar de todos los intentos de controlarlo y silenciarlo, la fama de Reinaldo Arenas ya había trascendido las fronteras de Cuba. Se había convertido en un símbolo de la lucha contra el régimen y su persecución a los homosexuales.
En 1980, Reinaldo Arenas finalmente pudo salir de Cuba. Lo hizo en el llamado éxodo del Mariel, un puerto donde el gobierno expulsó a miles de personas que consideraba «antisociales», entre ellos muchos homosexuales.
Arenas salió rumbo a Estados Unidos, donde recuperó los manuscritos de sus novelas que había sacado de la isla a gracias a la ayuda de sus amistades. También comenzó a dictar conferencias en varias universidades y firmó contratos para publicar más novelas.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la vida en el exilio no era lo que esperaba. Así lo expresó en Antes que anochezca:
«Ahora estaba en un mundo plástico, carente de misterio y cuya soledad resultaba, muchas veces, más agresiva […] Cuando llegué a Miami hice unas declaraciones que creo a la gente no le gustaron mucho, pues dije: “Si Cuba es el infierno, Miami es el purgatorio”».
Y es que para Reinaldo Arenas, el sistema capitalista, al cual consideraba «sórdido y mercantilizado», estaba lejos de ser el mundo de libertades que soñaba. Sin embargo, lo consideraba menos asfixiante que el comunista:
«La diferencia entre el sistema comunista y el capitalista es que, aunque los dos nos dan una patada en el culo, en el comunista te la dan y tienes que aplaudir, y en el capitalista te la dan y uno puede gritar. Yo vine aquí a gritar».
Después de vivir una temporada en Miami, Reinaldo Arenas se fue a Nueva York, donde se sintió más integrado. Ahí comenzó a tener una vida sexual casi tan activa como en Cuba, pero esos pocos años de auténtica libertad sexual se vieron empañados con la aparición del sida.
En 1987 se enteró de que vivía con VIH y pronto desarrolló sida. Al no haber tratamientos efectivos en esos primeros años de la pandemia, el escritor comenzó a ver como su cuerpo empezaba a debilitarse. Arenas ya no se sentía joven ni deseable, junto con el sida llegó también la depresión.
A pesar de esto, siguió escribiendo los siguientes cuatro años de su vida y continuó manifestándose en contra de Fidel Castro y su gobierno. En 1990, Reinaldo tomó la decisión de quitarse la vida a los 47 años, pero antes terminó de escribir su autobiografía Antes que anochezca. Al final de la misma incluyó una carta en la que declara a Fidel Castro como único responsable de su muerte:
«Ninguna de las personas que me rodean están comprometidas en esta decisión. Solo hay un responsable: Fidel Castro. Los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades que haya podido contraer en el destierro seguramente no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país».
A partir de la década de 1990, el gobierno cubano comenzó a cambiar su postura respecto a la homosexualidad y terminó las persecuciones a la comunidad LGBTQ. Incluso, en 2010, el propio Fidel Castro declaró que dicha persecución fue una total injusticia y asumió la responsabilidad de dicha política de estado.
A pesar de esto, es imposible borrar ese capítulo oscuro y vergonzoso de Cuba en el que la homosexualidad era considerada una «conducta impropia». Una época de la que Reinaldo Arenas y su obra literaria se han convertido en el principal referente para no olvidar.
Además de Celestino antes del alba y Antes que anochezca, te recomendamos leer El portero y Viaje a La Habana del escritor cubano Reinaldo Arenas.