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General: UCRANIA NO ESTÁ EN VENTA
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De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 14/02/2025 15:21

 
UCRANIA NO ESTÁ EN VENTA
  Una llamada telefónica entre Donald Trump y Vladímir Putin habría iniciado un acuerdo de paz sin incluir a Ucrania ni a los aliados de la OTAN. EE.UU., al margen de una cumbre de la OTAN en Bruselas, afirmó que corresponde a Europa salvaguardar Ucrania y su propia seguridad. Europa debe implicarse a fondo para impedir que Trump y Putin negocien una paz impuesta a espaldas de Kiev.
 
EL PAÍS
Una sensación amarga entre el desasosiego y el desen­gaño recorre las cancillerías de la Unión Europea desde que el miércoles por la noche el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, revelara con insultante informalidad que había hablado por teléfono con el autócrata ruso, Vladímir Putin, para iniciar una negociación que ponga fin a la guerra de Ucrania. A punto de cumplirse tres años de la invasión rusa, más de 12.000 civiles ucranios muertos después y tras incontables llamamientos solemnes a la defensa del orden mundial basado en reglas, Ucrania y Europa se asoman a la posibilidad real de una resolución humillante: una llamada de teléfono, un reparto de territorio ajeno negociado por potencias y un final impuesto por decreto, a espaldas de la historia, de los principios y de los muertos.
 
La solución trumpiana es la soñada por Putin. Los términos de salida adelantados por la Casa Blanca suponen que Kiev debe asumir que va a perder parte de su territorio; deberá renunciar a unirse a la OTAN tal como exige Putin como garantía de seguridad, y deberá compensar a EE UU dándole acceso prioritario a la explotación de sus tierras raras. La seguridad de Ucrania, a partir de ahí, dependería de Europa. Ucrania queda así como un territorio tapón entre Rusia y la UE, con su soberanía en entredicho, al servicio de la explotación norteamericana de sus recursos y bajo la amenaza permanente del expansionismo ruso. Un país al que se le niega cualquier ambición de incorporarse al bloque europeo de seguridad y prosperidad, como sus ciudadanos ansían masivamente.
 
Trump informó de sus intenciones primero a Putin y después al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, un orden de factores significativo por sí mismo. No habló antes con sus teóricos aliados europeos. La UE fue informada por el secretario de Defensa, de visita en Bruselas. Trump pretende llevar a cabo las negociaciones en Arabia Saudí, sin concretar un papel para Kiev y la UE. Es inevitable el sabor a traición de una alianza que ha definido el equilibrio de poder en el mundo durante seis décadas. Estados Unidos no se comporta ya como un aliado de Europa. Irónicamente, tienen razón Washington y Moscú cuando afirman que nadie puede hacerse el sorprendido.
 
Europa no puede aceptar que su seguridad futura —porque es lo que está en juego junto a la soberanía de Ucrania— se negocie a sus espaldas entre una potencia que ya no comparte sus valores y otra que los desprecia. Es el momento de sacudirse complejos. La UE debe asumir poner fin a su debilidad en defensa, una debilidad autoinfligida tras décadas de complacencia bajo el paraguas estadounidense. Pero tiene fortalezas importantes, es el mayor bloque comercial y de derechos del mundo. Esa no es una palanca menor y debe usarse con audacia para defender la libertad de Ucrania y la seguridad del continente. Las primeras reacciones europeas permiten intuir una sintonía en la estupefacción ante Trump. Esta debe traducirse inmediatamente en una posición negociadora unida.
 
El mantra de la diplomacia europea es que cualquier paz debe ser “justa y duradera”. El comienzo de esta cuenta atrás para el fin de la guerra de Ucrania no augura ni una cosa ni otra. No será real sin la participación de Ucrania y la UE en esta negociación, y la aceptación plena y libre de su resultado por parte de los ucranios. La última palabra sobre el futuro de Ucrania la debe tener Ucrania. La paz decimonónica de apretón de manos que buscan Trump y Putin no puede ser justa, porque será impuesta; ni será duradera, porque Putin, con un ojo puesto en Lituania y otro en Polonia, se irá con el convencimiento de que invadir países merece la pena.
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La paz de Trump: cesiones, bilateralismo y cero garantías que dejan a Ucrania vendida
El norteamericano se convierte en el rey de la 'realpolitik' facilona al iniciar los primeros contactos con Putin para acabar con la guerra, olvidando tres años de invasión. Sus primeras valoraciones tiran por tierra la resistencia insólita de Kiev.
 
Donald Trump ha declarado que desea ser recordado en el futuro como un "pacificador y unificador". El problema es que el presidente de Estados Unidos no se ha debido de enterar aún de que la paz no es simplemente la ausencia de guerra. El silencio de las armas no sirve si no va aparejado de obligaciones duraderas, de justicia, de reparación y rendición de cuentas, de compromisos generales antepuestos a los particulares.
 
La conversación de 90 minutos que este miércoles tuvo con su homólogo ruso, Vladimir Putin, rompiendo tres años de aislamiento internacional por su orden de invadir Ucrania el 24 de febrero de 2022, ha sido el pistoletazo de salida a los contactos para acabar con la "operación militar especial", como la llama Moscú, que no ha declarado formalmente la contienda en este tiempo. "Acordamos trabajar juntos, muy de cerca", añadió el magnate.
 
El duro golpe lo es también para la Unión Europea (UE), a la que Washington quiere dejar toda la responsabilidad de la defensa de Ucrania cuando se vayan las tropas del Kremlin. El balón está en su tejado porque a EEUU no le interesa invertir efectivos, dinero y tiempo en el otrora bloque aliado. Se resume en vengo, paro la pelea, me llevo mi beneficio (esas tierras raras que Trump reclama a Ucrania) y que cada palo aguante su vela después. El atlantismo ha explotado por los aires. El multilateralismo no entra en el nuevo mundo de Trump.
 
Vayamos a lo que se sabe por ahora de las negociaciones de paz. Trump llamó a Putin, estuvo hora y media hablando con él (no sólo de Ucrania, lo que demuestra que va recuperando también su papel en el escenario internacional con la nueva puerta abierta), la charla fue "larga y muy productiva" y en ella se produjo una invitación mutua a verse y a visitar el país del otro. Hace más de una década que un mandatario de EEUU no pisa Rusia, una postura consecuente si se entendía que Putin era "un dictador asesino" y un "puro mafioso", como lo llamaba Joe Biden, el presidente hasta hace menos de un mes. Este tiempo se había llenado de ataques y de sanciones, no de llamadas.
 
Trump obvia que Putin está siendo buscado incluso por la Corte Penal Internacional por supuestos crímenes de guerra (tampoco le importa que lo sea el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu) y se le acerca a las claras, sin reprocharle el "uso ilegal de la fuerza" en Ucrania condenado por Naciones Unidas. De momento, se espera que ambos se encuentren en breve en territorio neutral, Arabia Saudí, amigo de Washington y de Moscú. "No se deben perder más vidas", enfatizó el republicano, que vio al mandatario ruso dispuesto a la "paz".
 
Desde el Kremlin no hablaron de negociaciones abiertas, sino de una conversación en la que se llamó a buscar "una solución" a la guerra y un canje concreto de presos, según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. "Putin, por su parte, recordó que es necesario eliminar las causas iniciales del conflicto y acordó con Trump que es posible lograr una solución a largo plazo por medio de negociaciones de paz", añadió.
 
Luego vino la llamada a Zelenski. El orden, en este caso, altera el producto. "Acabo de hablar con el presidente Volodímir Zelenski de Ucrania. La conversación fue muy bien. Él, como el presidente Putin, quiere la paz", escribió Trump en su red social Truth Social. Zelenski parecía optimista en X: "Como dijo el presidente Trump, hagámoslo". Nadie sabe cuándo ni cómo van a acabar estas negociaciones.
 
Esta madrugada, Trump ha confirmado que hoy "habrá una reunión en Múnich", en el marco de la cumbre de seguridad anual. "Rusia estará allí con nuestra gente. Por cierto, Ucrania también está invitada. No estoy seguro exactamente de quién estará allí de cada país, pero habrá gente de alto nivel de Rusia, Ucrania y Estados Unidos", afina.
 
Tras ese "por cierto", tan esclarecedor, Kiev ha asegurado que no tiene previsto reunirse con su invasor en dicha cumbre. "Ahora mismo, no hay nada sobre la mesa. No hay conversaciones previstas con los rusos en Múnich", declaró Dmitró Litvin, asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, al periódico Kyiv Independent y a la agencia UNIAN. Recalcó que la posición de Ucrania no ha cambiado, ya que el país invadido por Rusia hace casi tres años "debe hablar primero con EEUU" y además "Europa debe formar parte de cualquier conversación seria para una paz genuina y duradera".
 
Cesiones y concesiones
Públicamente, tanto Trump como el nuevo jefe del Pentágono, Pete Hegseth, han explicado ya algunos de los principios de partida de esta negociación. Y todos son, por ahora, cesiones de Ucrania -o concesiones a Rusia, según se mire-. Kiev siempre ha reclamado que para acabar con la guerra tenía que poder quedarse con todo el territorio que hoy tiene ocupado Rusia (un 20% del país), pero no sólo desde la andanada de 2022, sino desde la de 2014, cuando se anexionó la península de Crimea y ayudó a levantarse a los rebeldes independentistas de Donetsk y Lugansk, que han autoproclamado repúblicas no reconocidas como tales por la comunidad internacional. Ahora, EEUU dice que es "poco probable" mantener el territorio intacto y da ya por seguro que habrá cesión. O sea, Ucrania ve tocada su tierra y su soberanía, no se sabe aún en qué medida.
 
El Kremlin presentó el pasado año un plan de paz que era casi un ultimátum y que justo reclamaba conservar todo el territorio ocupado y añadir las tierras que aún están bajo control legítimo ucraniano en Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Se trata de cuatro regiones que Rusia se anexionó unilateralmente en septiembre de 2022 pero que, pese a ello, no domina por completo y donde los combates son diarios. Putin, que plasmó su incorporación ilegal en la Constitución, exige el reconocimiento de esas zonas como parte inalienable de la Federación Rusa.
 
Además, Washington dice que no es "práctico" que Ucrania pase a ser un estado miembro de la OTAN. Esto supone que tendrá que renunciar a una de sus máximas aspiraciones, a un escudo en el que confiaba para repeler ataques futuros del país vecino. Los acercamientos a la Alianza Atlántica fueron esgrimidos por Rusia en su momento para tratar de justificar la agresión. Ahora dice Hegseth que entrar es "un objetivo ilusorio", que sólo ayudará a "prolongar la guerra y el sufrimiento".
 
Los medios rusos insisten en que Putin está dispuesto a hablar pero "en sus términos" y los ahora conocidos son, realmente, muy parecidos a los empleados por el líder ruso, de ahí la duda de si lo que plantea Trump es una negociación en sí o una cesión. No hay ni traición ni concesiones, defiende la Casa Blanca, sino realismo. "Simplemente apuntar al realismo, como que las fronteras no volverán a ser las que todos les gustaría que fueran, previas a 2014, no es una concesión a Putin. Es un reconocimiento de las duras realidades del poder sobre el terreno", ha dicho esta tarde Hegseth.
 
Sorprende la contundencia de la Casa Blanca a la hora de obligar a los pueblos a bajar los brazos en sus batallas domésticas, de la soberanía a las fronteras; lo ha hecho por segunda vez en pocos días, tras presentar el plan por el que quiere sacar de Gaza a 2,3 millones de palestinos a los que se les ha reconocido su tierra como propia, internacionalmente. Si fueran los derechos adquiridos de EEUU, otro gallo cantaría, seguramente.
 
Más cosas que ha aclarado ya EEUU: que no habrá tropas de su país en Ucrania una vez que acabe el conflicto, una garantía de seguridad al menos temporal que reclamaba Kiev. Este es un problema europeo y los europeos deben resolverlo, sostiene rompiendo el consenso de asistencia a los dos lados del Atlántico instaurado tras la Segunda Guerra Mundial.
 
Sus prioridades son domésticas, como la frontera sur, los migrantes y la droga, y de fuera sólo le interesan las guerras comerciales y, en lo geopolítico, el Indo-Pacífico. "Los europeos tendrán que aportar la mayor parte de la futura ayuda a Ucrania", dijo ayer el secretario de Estado de Defensa.
 
Los grandes perdedores
Tenemos, de partida, dos perdedores en todo esto: Ucrania, por encima de todos, y Europa. Todo ocurre muy rápido pero ni Kiev ni Bruselas están al mando. El primero sí está en la mesa, pero de segundón, hoy por hoy no en las mismas condiciones que Rusia. Anoche, un periodista le preguntó expresamente a Trump si Ucrania era un socio igualitario en el proceso de paz. "Es una pregunta interesante -respondió-. Creo que tienen que hacer la paz. No fue una buena guerra en la que entrar". Suena casi como si los estuviera culpando de su propia invasión.
 
Este jueves, tratando de mostrarse firme, Zeleski ha dicho: "Lo formulo muy claro para nuestros socios: cualquier negociación bilateral sobre Ucrania, y no hablo sobre otros temas, en los que son libres, cualquier negociación sobre Ucrania sin nosotros, no la aceptaremo". Lo ha afirmado durante una visita a una central nuclear en la región de Jmelnitski, al oeste del país, informa Ukrinform.
 
Kiev intenta no levantar la voz en estas horas de incertidumbre por no incomodar a Trump, pero llevamos tres años sabiendo qué quiere y qué no quiere Zelenski y esto, definitivamente, no es. El presidente ucraniano ya planteó su plan de 10 puntos para salir adelante, que incluye "la implementación de la Carta de la ONU y restauración de la integridad territorial de Ucrania y del orden mundial", lo que no se daría con una Rusia tomando bocados de su territorio y volviendo a la política planetaria como un interlocutor válido.
 
También planteaba la obvia retirada de las tropas rusas y el cese de las hostilidades, pero es que tampoco confían en esto. Kiev ha repetido insistentemente en que no puede haber un "Múnich 2", o sea, una reedición del acuerdo de 1938 que permitió a Adolf Hitler dominar regiones checoslovacas como los Sudetes. El nazi se quedó con esos territorios con presencia de alemanes étnicos, una especie de caramelo para que se contentara, pero aquello no lo frenó, sino que lo alentó a ir a más. Lo de invadir Polonia al año siguiente ya sabemos en qué acabó.
 
Entregar tierra a Rusia, como ha alertado Ucrania en estos meses, dará alas al expansionismo de Putin, que sueña con una Rusia imperial o soviética en tamaño, por lo que peligrarían los países bálticos, Moldavia, Georgia, lo que quede de la propia Ucrania... Sueños de más y más que también tiene Trump en Groenlandia, Panamá o Canadá o China en Taiwán.
 
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, sostiene que la evaluaciones de inteligencia "advierten en particular de que un cese o congelamiento de la guerra en Ucrania en términos favorables a Rusia liberará importantes recursos militares rusos para su participación en otro futuro conflicto convencional". En la línea de los miedos expresados por Zelenski.
 
Luego está la UE, a la que no han llamado siquiera para coordinar posturas y ya se le avisa de que tendrá que asumir unas responsabilidades para las que no está lista. En un momento en el que trata de reivindicar su papel geopolítico y cuando ha hecho un esfuerzo sin precedentes para ayudar conjuntamente a Ucrania e imponer sanciones (15 paquetes), parece ser prescindible. Tampoco se cita que Ucrania está en proceso de ser parte de la UE, cumpliendo las fases para la membresía. No es que esta guerra le coja cerca, sino que le coge dentro y estaba haciendo un enorme esfuerzo defensivo para ponerse al día, pero que no ha sido suficiente.
 
EEUU quiere que los demás socios de la OTAN, europeos sobre todo, eleven al 5% el porcentaje del PIB que dedican a Defensa, cuando antes de la guerra su aspiración era de un 2%. Hay ocho países, España entre ellos, que no llegan a ese porcentaje más bajo. Va más allá de Ucrania pero, si la Unión tiene que asumir un papel exclusivo en la Ucrania de posguerra, el esfuerzo debería dispararse. Hoy parece inasumible en solitario. Europa asiste atónita, pues, a un jaque con el que se relame Trump, al que le encanta debilitar a otros, incluso aunque sean socios históricos.
 
Putin, a todo esto, encantado también porque uno de sus objetivos era sacar a Europa de cualquier mesa negociadora. Las declaraciones de esta tarde de Peskov, su portavoz, no dejan lugar a dudas: "Nuestro principal interlocutor en este proceso es Washington (...). "Durante la conversación de ayer no se habló de eso, los asuntos europeos no se abordaron". Fin de la cita. Luego añadió que son los propios europeos los que deben hablar con Washington para "marcar de alguna manera su lugar" en las negociaciones de paz.
 
En la OTAN, mientras, su secretario general, Mark Rutte, usa un tono cada vez más conciliador con Trump para no enervarlo. Teme perder empuje, financiación, medios. Hoy ha recordado que nunca se prometió a Kiev ingresar en la Alianza (lo pidió por primera vez en 2008 y, de nuevo, en 2022), y es cierto, su postura siempre ha sido la de insistir en que se aceptaría su entrada cuando los aliados lo decidieran y el país cumpliera con los requerimientos necesarios, pero eso no era un sí y punto.
 
No obstante, su antecesor, el noruego Jens Stoltenberg, sí se comprometió a acelerar los plazos para optar a la membresía, lo que se entendía como una aceptación tácita del proceso. Hasta se lanzó el Consejo OTAN-Ucrania para engrasar las relaciones entre ambos.
 
"Hoy, si Vladimir Putin se arriesgara a atacar a la OTAN, perdería. Pero si nos limitamos al 2% del PIB para nuestro gasto militar, ya no podremos defendernos en cuatro o cinco años. Tenemos que tomar decisiones ahora", indica Rutte. "Los miembros de la Alianza tendrán que tomar decisiones difíciles, porque los recursos son limitados", dijo ayer en una rueda de prensa. "Habrá que llegar a un acuerdo sobre una cifra superior al 3% del PIB y el calendario tendrá que ser creíble", insistió.
 
Hoy el neerlandés ha añadido: "Tenemos que asegurarnos de que se conducen esas conversaciones de tal manera que el resultado no sea visto como una derrota para Occidente". Palabras que internamente han escocido porque parece que busca una pantalla, una apariencia, pero no una realidad. Y Occidente lleva ya unos cuantos fracasos recientes, por ejemplo, en intervenciones defensivas, de Irak al Sahel, pasando por Afganistán.
 
"No se puede decidir nada sobre Ucrania sin Ucrania y no se puede decidir nada sobre la seguridad europea sin Europa porque la agresión rusa a Ucrania afecta claramente a la seguridad europea", ha declarado el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, uno de los más contundentes al respecto del ostracismo europeo y ucraniano en nuestro continente, aunque no tanto como el titular de Defensa belga, Theo Francken, quien denuncia directamente que el plan de Trump es "toda una victoria" para Putin y "malas noticias para Occidente".
 
La Comisión Europea dijo esta mañana que Putin "no puede obtener una recompensa por su agresión" a Ucrania. "Hay que tener en cuenta que Rusia es la agresora y no puede obtener una recompensa por su agresión", dijo la portavoz del Ejecutivo comunitario, Paula Pinho, en la rueda de prensa diaria de la institución. Añadió que "cualquier proceso de paz debe ser duradero porque un mal acuerdo conducirá a una nueva guerra".
 
"Trump es un gran negociador, sin duda, pero para el Kremlin”, remarca en EEUU el senador demócrata Adam Schiff, una de las pocas voces de su partido que han surgido con fuerza contra los planes de Trump, aletargado como parece estar aún tras su derrota en noviembre. "No andemos con rodeos sobre lo que esto representa: una rendición de los intereses de Ucrania y de los nuestros, incluso antes de que comiencen las negociaciones", reconoce. Incluye a Europa.
 
Va a ser un problema llegar a un acuerdo entre los Veintisiete, con estados como Hungría encantados de seguir a Trump y olvidar la causa ucraniana. "Las capacidades europeas son superiores a las de Rusia, pero los estadounidenses son el pegamento que permite a los 27 ejércitos europeos funcionar juntos", comenta un responsable europeo de la Alianza a La Matinale Européenne. Puede haber más "deserciones". Se viene un test de unidad impresionante.
 
El "sueño húmedo" de Putin
 
Carmen Claudín, investigadora sénior asociada del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), entiende este giro de guión en la guerra se debe a que Putin y Trump son dos "cómplices con una misma visión del mundo y de cómo deben ser resueltos los grandes problemas del momento". Ya no estamos ante el reparto que se hizo en la Conferencia de Yalta, en 1945, con presencia de Iósif Stalin, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill. "Falta Churchill, falta su equivalente de ahora, Europa", señala gráficamente. Una conexión bilateral es lo que resta.
 
"Quedan sólo Trump y Putin. No diría siquiera que quedan EEUU y Rusia, porque quiero pensar que ninguno representa del todo a su país, pero en este momento, ellos mandan, manda mucho y pueden imponer mucho", destaca.
 
A su entender, el republicano está "cometiendo una traición" a los ucranianos. "un pueblo que ha demostrado su valor, defendiéndose contra un enemigo infinitamente más potente que él y que gracias ha eso ha impedido que Rusia gane". Puede que se le impongan condiciones espinosas a a Kiev, pero la experta tiene claro que eso "no es una victoria" de su ocupante. "A lo que aspiraba, lo que pretendía desde un principio, era a acabar con la Ucrania independiente y soberana y esa Ucrania sigue en pie, mermada por una parte de su territorio, clarísimamente, pero en pie", expone.
 
Con lo que sabemos hasta ahora, "Trump ha hecho posible el sueño húmedo de Putin". "Hay una complicidad entre ellos en la manera de resolver los casos", señala. Tanto se parecen que el ruso "debe tener celos" del norteamericano por la manera en la que está tomando decisiones tras su llegada al Despacho Oval, apenas el 20 de enero pasado. "Le encantaría poder hacer lo mismo".
 
Le parece "lamentable" que la UE no haya sabido de las llamadas aunque esto, "en gran parte, es culpa de la propia UE". "No hemos sido capaces, no hemos sabido estar a la altura de lo que Ucrania necesitaba", se duele. Aunque asume que se ha ayudado mucho financiera y militarmente, "nunca ha sido suficiente".
 
Las ayudas se han "supeditado al miedo de escalar" la guerra, ante las amenazas de Rusia de que podría usar armas nucleares contra la Europa, una amenaza recurrente en estos tres años cada vez que se anunciaban nuevos tanques o misiles. Un "farol", dice la analista, que ha retrasado los compromisos. Cuando han llegado las cosas, estaban "desfasadas" porque la contienda "había cambiado".
 
Recuerda que aunque la actitud de Ucrania ha sido "heroica" en su defensa, "con heroísmo no se pueden derribar tanques". Y aunque su industria de defensa ha fascinado al planeta, especialmente con la producción y el manejo de drones, con eso no se llegaba ante la todopoderosa Rusia.
 
En la OTAN, Europa también tenía que haber ganado cuerpo, entiende, para reducir la dependencia del factor USA. Por "ayudar al vecino y a sí mismo". No se ha ido lo suficientemente rápido y ahora Trump esprinta.
 
Los detalles por venir
Kiev y Bruselas se aferran aún a que faltan detalles del plan norteamericano, que podrían llegar este mismo viernes en esa Cumbre de Seguridad de Múnich, donde estará su jefe defensivo y también su vicepresidente, JD Vance. La prensa de EEUU dice que podría avanzar una hoja de ruta para involucrar tropas de países europeos y no europeos en Ucrania y, lo más esperado por Trump, otro plan para hacerse con tierras raras ucranianas.
 
EEUU recuerda que lleva años dando apoyo logístico, material y económico a Kiev y ahora reclama su libra de carne, en forma de lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio, escandio y itrio, un un conjunto de minerales y elementos químicos fundamentales para las innovaciones tecnológicas.
 
El 28 de febrero de 2022, cuatro días después de iniciarse la invasión de Ucrania, se produjeron ya los primeros contactos diplomáticos entre las partes para parar el conflicto. Empezaron en Bielorrusia y luego, con los días, pasaron a Turquía. En marzo hasta se vieron los ministros de Exteriores de los dos, pero no hubo resultados.
 
Kiev empezó pidiendo cosas esenciales, como un armisticio y corredores humanitarios. Rusia elevó el órdago pronto. Quería la neutralidad de Ucrania formalizada en su constitución (lo que impediría de facto el acceso a la OTAN), el reconocimiento de la anexión de Crimea y la estatalidad de Donetsk y Luhansk.
 
Llegó a cristalizar incluso un plan de 15 puntos, negro sobre blanco. Se habló de alto el fuego permanente, de retirada de tropas, de neutralidad ucraniana o al menos de limitaciones al ejército nacional, del veto a bases extranjeras en suelo ucraniano y de un plan de seguridad que correría a cargo de EEUU, Reino Unido y Turquía. Crimea y el Donbás era lo que no se lograba cerrar.
 
Al fin, ganaron las diferencias y el efecto de matanzas como la de Bucha, un punto de inflexión en cuanto a los crímenes de guerra rusos.
 
Ahora el mundo aguarda a los contactos, empezando por el de Múnich de hoy mismo, y los no especificados que dice EEUU que va a seguir manteniendo con las partes antes de que ese encuentro en Arabia Saudí con Putin tenga lugar. Se esperaba una visita de Zelenski a Washington esta semana, pero no parece que se vaya a producir al final. Este jueves, ha recibido en Kiev al secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, quien le ha entregado una propuesta de acuerdo en materia económica entre ambos países. Siempre la baza del dinero cuando hablamos de Trump.
 
Nadie sabe si la guerra, ahora, llegará o no a su tercer aniversario y en qué condiciones. Toca esperar.
 
FUENTE: EL PAÍS


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