Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: Crónica desde Cuba:Una nación Inmóvil
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 01/02/2011 02:09
 
Yoani Sánchez, Crónica desde Cuba: Una Nación Inmóvil
Los martirios que produce el sistema de transporte público cubano en
la población, narrados por la periodista Yoani Sánchez
 
Imagen
 
 Por: Yoani Sánchez. Desde Cuba
Siete de la mañana y la parada del ómnibus está ?desde hace una hora? atestada de gente. Un vehículo en dirección a La Habana Vieja pasa de largo dejando tras de sí una estela de gritos y gestos de ira. Algunos de los que vociferan emprenden su camino a pie, otros gastan sus últimos diez pesos en un taxi colectivo. Muchos de los frustrados pasajeros tampoco llegarán hoy temprano a sus trabajos. No es una escena aislada, en cada municipio de la capital las largas colas para el transporte se integran al paisaje urbano, ya la ciudad no puede imaginarse sin esas aglomeraciones alrededor de un cartel anunciando que ahí debe parar el P1 o el P14, el microbús hacia el aeropuerto o la ruta que llega hasta el Vedado.
 
Las dificultades para desplazarse condenan al inmovilismo a una nación donde el ferrocarril fue instaurado antes que en España.
PÉRDIDAS DE TODO TIPO
 
La parálisis incide negativamente en la vida productiva y empresarial, las pérdidas son incalculables. El hecho de que las personas no puedan moverse fluidamente por el territorio nacional lastra el desarrollo profesional, el intercambio familiar y hasta las relaciones de pareja. Cien kilómetros se convierten en un abismo difícil de cruzar, cuando la única forma de llegar es un medio de transporte sin horarios fijos, ni en buen estado. Se separan padres e hijos que viven en diferentes provincias, se retrasa la jornada laboral en una fábrica y una oficina de atención al público no puede abrir a la hora indicada porque su personal no ha llegado. El colapso del transporte marca toda nuestra cotidianidad, le imprime un ritmo entrecortado y lento, por momentos desesperante.
 
ADIÓS PROYECTOS
 
Atrás quedaron los tiempos en que se proyectaba construir un metro que resolvería muchas dificultades. Su construcción iba a ser subvencionada por la Unión Soviética y pasó al capítulo de los sueños al derrumbarse el socialismo en Europa. En una avenida que de-semboca en el Consejo de Estado se iba a levantar la sede principal del nuevo transporte metropolitano. Solo se hicieron los cimientos. Donde se iba a acoger la gerencia del vistoso metro se colocó un mercado de frutas y vegetales. Dijimos adiós a la ilusión de modernidad, mientras nuestras calles vieron aparecer enormes camiones de encorvada estructura que fueron bautizados por el humor popular como camellos. Volvimos a los rudimentos de la movilidad urbana, retrocedimos a los vehículos de carga pesada convertidos en improvisados autobuses.
 
BUSES CHINOS , CARROS VIEJOS
 
Así estuvimos hasta que el país comenzó a recuperarse tímidamente del colapso económico y un acuerdo millonario con China trajo a la isla centenares de ómnibus. El propio Raúl Castro les dedicó varios párrafos en sus discursos y anunció que los viejos camellos dejarían de circular por la capital, pues por su peso deterioraban las calles, aflojaban los balcones y provocaban accidentes. Parecía que La Habana iba finalmente a inscribirse en el siglo XXI , que trasladarse ya no consumiría largas horas y que los amigos que hacía años no se visitaban podrían volver a hacerlo. El impulso inicial se hizo notar, las carreteras sentían sobre sí el rodar de los nuevos vehículos marca Yutong. Pero el transporte público no pudo superar su contradicción más importante: no solo no es rentable, sino que para existir debe ser subsidiado en su totalidad por el gobierno. Con el simbólico precio de 20 centavos moneda nacional no se puede sufragar ni la reparación de sus parabrisas. Así que el deterioro comenzó a extenderse por el vandalismo y la falta de sentido de pertenencia que se tiene sobre los bienes sociales en un país donde "lo que es de todos no es de nadie". En menos de dos años, los resplandecientes autobuses eran engendros rodantes, arreglados con un alambre aquí y un remiendo allá.
 
VOLVER A LA CARRETA
 
Las paradas volvieron a verse repletas por quienes no tienen otra opción que apelar al transporte público. Los taxis privados comenzaron a hacer su agosto llevando a miles de pasajeros desesperados por llegar a destino, los viejos Chevrolet y Cadillacs del siglo pasado resultaron más eficientes y flexibles al trazar rutas. Sin embargo, para abordar una de esas reliquias con olor a kerosene se necesita pagar el salario de toda una jornada laboral. El triunfalismo que rodeó la llegada de los ómnibus chinos ha cedido espacio al deterioro y la frustración gana terreno entre los ciudadanos. El criterio más extendido es que nuestros problemas de movilidad no van a solucionarse con un par de barcos cargados de vehículos, pues tienen una raigambre más profunda, dependen de un modelo económico complicado de mejorar y pasan por la eliminación de ese centralismo que nos condena a transportarnos como en el Medioevo. La imagen de un carretón de caballos se nos ha vuelto recurrente. Bien lejos quedaron aquellas ilusiones de tener un metro suburbano, remotos parecen esos días en que nos adelantamos a la península y tuvimos nuestro primer ferrocarril.
 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados