“Hay que borrarse de la mente eso de los siete años.
Por Alberto Méndez Castelló
Llevamos cincuenta años diciendo que hasta los siete años; hay que producir leche para todo el que quiera tomarse un vaso y hay tierra para producirla aquí” –dijo el entonces Presidente en funciones, Raúl Castro, en la plaza Agramonte, de Camagüey, en el lejano 26 de julio 2007, en alusión a que los niños en Cuba sólo tienen derecho a tomar leche hasta los siete años.
A unas cuantas cuadras de aquí, al igual que en toda Cuba, hay tierras para producir leche para todo el que quiera tomarla, si no estuviera el monopolio del Estado de por medio. También es cierto que desde que el General habló en Camagüey, y el Estado mejoró la paga a los vaqueros, la producción de leche aumentó en Cuba.
Como el precio estatal subió, en la misma medida aumentó el precio de la leche en el mercado negro. Con todo, todavía era posible a una pareja de ancianos, o a un padre de familia con hijos mayores de siete años, sin acceso al racionamiento, llevar a la casa un poco de leche para el desayuno; pero ya no. Ahora el vaso de leche está más distante de “todo el que quiera tomarse un vaso”, como dijo el General.
Resulta que con los monopolios, y más cuando son monopolios de capitalismo de Estado, no hay ventas al por menor, y menos consumidor que resista ¿Es cierto eso de que toda la leche que monopoliza el Estado es para los niños de hasta siete años y los hospitales? ¿Acaso es verdad que la leche racionada para los enfermos y los niños es subvencionada por el Estado?
Para fabricar una tonelada de leche en polvo se necesitan 10 mil litros de leche; supongamos que el Estado la paga a 2 pesos 30 centavos el litro; esto es, 23 mil pesos. Pero el kilogramo de leche en polvo lo venden en las tiendas recaudadoras de divisas a 5 pesos 25 centavos en moneda convertible. Esto significa que los 10 mil litros de leche pagados a 23 mil pesos devaluados, se transformaron en mil kilogramos de leche en polvo que, vendidos a 5.25 cada paquete, importan la bonita suma de 5 mil 250 pesos convertibles.
Nada menos que 131 mil 250 pesos obtenidos de esos 23 mil que pagaban al vaquero. Nada, que rinde plata la leche, luego de cubrir los gastos de producción.
Como en el mercado mundial una tonelada de leche en polvo se cotiza a unos 4 mil 200 dólares, mucho más que lo que costaría producirla aquí, ahora el Estado incrementará el precio de acopio, pagando al vaquero lo que cobraba en el mercado negro: 5 pesos devaluados (0.2 centavos de peso convertible por litro).
¿Esto significa que habrá leche para todo el que quiera tomarse un vaso? Nada de eso. Habrá más leche en polvo en las tiendas recaudadoras de divisas y, por supuesto, más helados.
No se debe olvidar que a nivel mundial el helado es el producto más rentable de la industria láctea. Según fuentes oficiales, en 2010 se produjeron en Cuba más de quince millones de galones, y este año la cifra debe mantenerse en el orden de los 36 millones de pesos convertibles, 900 millones de pesos devaluados, si tenemos en cuenta que cada galón cuesta 60 pesos en el mercado paralelo, y mucho más en la red de turismo y tiendas recaudadoras de divisas.
Eso de que en Cuba hay tierras para producir leche para todo quiera tomarse un vaso es un sofisma. Al menos, mientras el capitalismo de Estado, llamado acá revolución, ejerza el monopolio sobre los medios de producción. Luego, ¿por qué hablan de cambios en Cuba?