Irene Hdez. Velasco (enviada especial) | La Habana
«Benedicto XVI: Bienvenido a Cuba», proclaman los carteles colocados por todo Santiago, la ciudad en la que hoy Benedicto XVI inicia su viaje a Cuba. Hay banderas con los colores amarillo y blanco del Vaticano y pósters con la imagen del Papa por todos lados, incluida la sede provincial del Partido Comunista. En la Plaza Antonio Maceo, el héroe de la resistencia cubana, ya se respira un clima de excitación mientras se ultiman los detalles finales.
No es sólo que Cuba se haya engalanado para dar la bienvenida a Benedicto XVI en su primer viaje a esta isla después de la histórica visita que Juan Pablo II realizó en 1998. Entre la población es palpable el entusiamo que despierta el viaje del Papa, que está previsto que aterrice en Santiago a las 14.00 hora local (las 21.00 en España).
«Yo no soy creyente, pero es un orgullo para Cuba que el Santo Padre venga a visitarnos», nos cuenta Elías Marquez, empleado de una agencia de alquiler de coches. «Para los cubanos es un gran honor que Benedicto XVI venga a visitarnos y a traernos su mensaje de amor y de esperanza. Demuestra que está interesado en lo que ocurre en Cuba y su visita servirá para darnos ánimos a los que estamos tratando de cambiar este país de manera pacífica para conseguir que sea un país libre, democrático y respetuoso con los derechos humanos», asegura a ELMUNDO.es Oswaldo Payá, uno de los principales opositores al Gobierno castrista, un católico que lidera un grupo de disidentes políticos que ha recogido 25.000 firmas pidiendo al Parlamento cubano que celebre elecciones libres.
En Cuba se calcula que sólo un 5% de sus 11 millones de habitantes es católico practicante. Pero para muchos la visita de Benedicto XVI supone un motivo de ilusión, ante la posibilidad de que el Papa pueda de alguna manera impulsar cambios y avances en un país marcado por un fuerte crisis económica (el salario medio de un cubano equivale a 12 euros al mes) y por la represión que sufren los que se atreven a poner en cuestión al Gobierno castrista o a defender pacíficamente que se respeten los derechos humanos y las libertades.
De hecho, un informe de Amnistía Internacional que acaba de ver la luz señala como en los últimos 24 meses la represión contra los opositores al régimen se ha endurecido. Por no hablar de las 70 personas, todas ellas disidentes pacíficos, que según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) han sido detenidas en los últimos días de manera arbitraria para impedir que acudan a las misas que el Papa oficiará en Cuba: una esta misma tarde en Santiago y otra mañana martes en La Habana. «A propósito de la visita papal, el régimen castrista ha aumentado sus acciones represivas y de intimidación contra pacíficos disidentes», asegura CCDHRN.
Benedicto XVI, por su parte, tampoco lo tiene fácil. Sobre su viaje pesa la sombra de la visita del que Juan Palo II realizó en 1998, y que efectivamente sirvió para impulsar algunos cambios. Además, el hecho de que el programa oficial de su viaje a Cuba no incluya una reunión con miembros de la disidencia política o simplemente de la sociedad civil cubana (blogueros, periodistas, activistas...) está suscitando no pocas críticas. Sobre todo si se tiene en cuenta que, aunque tampoco está en la agenda del viaje, el Papa sí que podría mantener un encuentro con Fidel Castro. «Es posible que esa reunión tenga lugar», reconocía hace unos días Federico Lombardi, el portavoz de la Santa Sede. «SI Fidel desea encontrar al Papa, el Papa estará disponible».
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