Por Eileen Truax
Marihuana: ¿legalizarla o seguir prohibiéndola? Esta es la pregunta que quedó en el aire tras pasar la euforia de la elección presidencial del pasado 6 de noviembre en Estados Unidos; Barack Obama sigue siendo presidente, hay congresistas nuevos y algunas proposiciones locales fueron aprobadas, entre ellas las que legalizan la venta de marihuana con fines recreativos en los estados de Washington y Colorado.
La aprobación dio pie para que regrese a la mesa el debate sobre la conveniencia o no de legalizar la marihuana. Lo interesante es que habiendo ocurrido el asunto en Estados Unidos, es en México en donde el tema ha recibido más eco durante la última semana. Las opiniones han ido, desde quienes consideran que es buen momento para retomar la discusión y considerar la legalización en México como una alternativa para detener la vorágine de violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno de Felipe Calderón, hasta quienes opinan que la legalización en Estados Unidos perjudicará a México porque se incrementará la demanda.
El segundo argumento es una falacia, debido a que la legalización del consumo trae consigo regulaciones que implican el control no sólo de la venta, sino la producción y la distribución de marihuana, de manera que el comercio clandestino realizado por los carteles del narcotráfico se vería afectado: el narcotráfico sólo es un negocio redituable si no existen regulaciones para la compra y la distribución de la droga en cuestión, en este caso la marihuana. La legalización otorga al consumidor -que de cualquier manera ya la está consumiendo, si no el problema del narcotráfico no tendría la magnitud que tiene- la certeza de saber de dónde viene y qué calidad tiene el producto que consume.
Por lo que toca al primer argumento, la legalización como solución a la situación que se vive en México, éste tiene muchas aristas. Aunque la marihuana ha sido durante años una mina de oro para quienes la producen, la trafican y la distribuyen, el mercado dominado por los carteles se ha expandido a otras drogas, principalmente la cocaína, cuyo tráfico es el delito más lucrativo del mundo según Naciones Unidas; aunque ciertamente tendría un impacto en la operación de los grupos del narcotráfico la legalización de la marihuana, el mercado de estupefacientes ya es muy grande y variado como para pensar que por esta razón se podrían desarticular los carteles.
Esta actividad no solamente beneficia a quienes trafican. Según un estudio de la Cámara de Diputados en México, el narcotráfico en México "lava" unos diez mil millones de dólares al año, de los cuales 90% se quedan en territorio estadounidense. Se estima que en ese país el mercado es de 100 mil millones de dólares, de los cuales la mitad se genera en la operación al menudeo, de tal manera que estos recursos se incorporan a la economía formal del país. De esta manera, el impacto económico tras una legalización, de existir alguno, se sentiría no sólo del lado donde operan los carteles, sino también en los mercados vinculados con el consumo. Sin embargo, de existir la venta regulada, ésta generaría impuestos. Un documental sobre el consumo de drogas en Estados Unidos presentado por la cadena CNN señala que si la marihuana fuera gravada podría generar hasta siete mil millones de ganancia neta para el gobierno estadounidense. A través de la reglamentación adecuada, estos nuevos ingresos podrían ser "etiquetados" para, por ejemplo, ser invertidos en el sistema de salud.
Mientras en ambos países continúa el debate, en California el consumo de marihuana tiene sus propias características. En este estado, la venta con fines terapéuticos es legal: cualquiera puede acudir con su médico y, en caso de que éste lo considere conveniente, obtener una receta para abastecerse de marihuana en uno de los muchos dispensarios que existen para este efecto. Es bien sabido que el grueso del abasto de estos dispensarios se realiza con marihuana de alta calidad cultivada en el llamado "triángulo esmeralda", tres condados al norte de California que basan dos terceras partes de su actividad económica en el cultivo legal de marihuana. Es por esta razón que a la marihuana medicinal también suele conocérsele como "Cali bud". Los consumidores expertos buscan este tipo de marihuana, no la que viene de México. Y en los últimos años un razonamiento ético se ha sumado a esta preferencia: algunos consumidores, conscientes de la situación en la que se encuentra la sociedad mexicana, han hecho un compromiso de verificar que la marihuana que consumen no provenga del mercado del narcotráfico clandestino.
Parece difícil poder emitir de un solo vistazo un veredicto sobre la conveniencia o no de la despenalización o de la legalización completa de la marihuana; sin embargo una cosa ha quedado clara en los últimos días: la legalización en dos estados de la unión americana tomó por sorpresa a México y tanto sus autoridades como su sociedad no saben cómo reaccionar. Esta ha sido la constante en la relación de México con Estados Unidos: una política reactiva a las decisiones e iniciativas que se toman en el país del norte en lugar de una política propositiva y de negociación por parte del país del sur. Lo ocurrido hace una semana es una buena señal para que en México se vuelva a abordar el tema y se tome una postura al respecto; para que el día en que por parte de Estados Unidos llegue una alternativa similar a la legalización, no agarren al gobierno mexicano con los dedos en la puerta.
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