Las sorprendentes revelaciones autobiográficas
del saltador olímpico gay, Matthew Mitcham
La revelación de que el saltador olímpico australiano, Matthew Mitcham, ha sido adicto al crystal meth, un derivado de las anfetamina, desvelado en su autobiografía publicada la semana pasada, ha sorprendido a muchos, pero ésta ha sido sólo una de las duras pruebas que ha tenido que superar en sus 24 años. Criado por una madre soltera en Brisbane, Mitcham no conoció a su padre hasta que fue adulto. Su madre, Vivienne, pasó muchas dificultades económicas, hasta el punto de llegar a vivir 6 meses sin la luz eléctrica cuando Mitcham tenia 6 años.
Un trampolín de segunda mano, regalo de la novia de su abuelo, le sirvió para comenzar a entrenar cuando tenía 8 años. A los 11 años fue descubierto por un entrenador de salto cuando, jugando en la piscina, le enseñó los movimientos que había aprendido en el trampolín.
Durante su adolescencia, cuando descubrió sus primeros sentimientos gays, tuvo que pasar por la dura lucha de buscar la autoestima, superar depresiones, ansiedad, ataques de pánico y hasta se autolesionó. Tuvo un duro entrenador que lo endureció a base de criticas. Empezó a frecuentar los bares de ambiente gay con 14 años. Los siguientes años fueron una etapa de desenfreno para el deportista: salía de fiesta todos los fines de semana y se enganchó al extasís, speed y LSD, todas drogas de diseño. Matthew salía de los clubs a las 5:00 de la mañana y empezaba a entrenar a las 6:00.
En 2006 Mitcham conoció a su actual pareja, Lachlan Fletcher, en un club de Sidney. La fuerza de esta relación le ha ayudado a labrarse la autoestima y a encontrar la felicidad. Cuando cumplió los 18 años, Mitcham dejó de nadar porque su entrenador le presionaba demasiado. Esta decisión fue seguida por seis meses de descontrolor y de fiestas. Al despertarse una mañana se dio cuenta que echa de menos el entrenamiento y la piscina. Un mensaje de texto del entrenador mexicano, Chava Sobrino, le animó a tomar la decisión de volver a este deporte, esta vez, con un estilo de entrenamiento diferente.
Mitcham salio del armario públicamente en las Olimpiadas de Bejing 2008. En sus memorias cuenta que no recibió ni una pizca de negatividad. Su autobiografía se titula "Twists and Turns" (Giros y Vueltas) y, en el, Mitcham describe el entusiasmo olímpico de Bejing y como Sobrino, su entrenador, le ha animó a relajarse y disfrutar de la experiencia. Mitcham se fue a los juegos con el pensamiento de que lo mejor que podría traer a casa sería un bronce, pero terminó su actuación con la mayor puntuación de salto en la historia olímpica, rompiendo la tradición china como ganadores de las medallas de salto y llevándose el oro para Australia.
En el libro, Mitcham revela que la secuela del triunfo Olímpico le llevó a automedicar su depresión con cristal meth (un derivado de la anfetamina) y a ocultar su adicción a su novio, a su entrenador y hasta su manager. Cuando finalmente se lo confesó a su manager, Robin Watson, le insistió para que hiciera rehabilitación y asistiera a las reuniones de narcóticos anónimos. En rehabilitación Mitcham exploró las raíces de su depresión y confía en que ahora, con la medicación preescrita, pueda combatir la adicción.
Mittcham no ha podido repetir el éxito de Bejing en Londres 2012, ni siquiera ha llegado a las finales. Fuertes lesiones y una dura competencia le han alejado del podio. Estaba considerando retirarse después de Londres pero el entusiasmo olímpico le ha convencido para formar parte del mundo de salto. Además, ha renunciado a la disciplina con la que logró la medalla de oro en Bejing: 10 metros plataform, sustituyéndolo por los 3 metros trampolín.
Así que, Mitcham ha vuelto a entrenar duro con Sobrino, teniendo como objetivo el oro en Los Juegos de la Commonwealth que se celebrarán en Glasgow en 2014 y las Olimpiadas de Río en 2016. Asegura que ya ha vencido a sus demonios: "Pensaba que la única manera de sentirme bien conmigo mismo es ser el mejor del mundo en algo", escribe en su libro, "pero, aún consiguiéndolo seguía teniendo una autoestima de pena. He conseguido superar este tipo de pensamientos y me siento bien conmigo mismo. No le tengo miedo a a lo que pase".