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General: La Unión Europea prepara el deshielo con Cuba
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De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 16/01/2014 17:24
La UE prepara el deshielo con Cuba
Bruselas negociará un acuerdo con la isla que ponga fin a años de bloqueo
Los países más reacios aceptan a cambio de más exigencia en derechos humanos
  
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Dos mujeres celebran que una de ellas ha obtenido un visado para EE UU, este miércoles La Habana.
 
LUCÍA ABELLÁN /  Bruselas
La Unión Europea se dispone a dar un vuelco a su relación con Cuba. Los Veintiocho están en la recta final de un proceso que permitirá superar el bloqueo institucional que afecta a la isla desde 1996 y negociar un acuerdo bilateral con el régimen de Raúl Castro. Tras años de debate, los diplomáticos europeos han pactado lo esencial: la idea de estrechar lazos con Cuba. Con esa base, los ministros de Exteriores prevén autorizar en este trimestre a la Comisión Europea para que abra el diálogo formal con las autoridades cubanas, según explican distintas fuentes diplomáticas y comunitarias. El objetivo es que Europa cuente con un nuevo marco de relación en 2015.

Cuba se ha convertido en una rareza en la política exterior de la UE. Se trata del único país latinoamericano con el que Bruselas no tiene entramado institucional —aunque sí colaboraciones concretas— y prácticamente el único del mundo regido por lo que Bruselas denomina posición común. Ese instrumento, ideado por el Gobierno de José María Aznar en 1996, cierra las puertas al diálogo is no se producen avances en la defensa de los derechos humanos y las libertades de la isla. "La posición común tampoco ha sido muy eficaz en este tiempo", admiten dos fuentes diplomáticas.

El convencimiento de ese fracaso y las continuas muestras de cambio que se han producido en Cuba desde la llegada de Raúl Castro al poder, especialmente en los últimos meses, han animado a los países europeos a propiciar un cambio en las relaciones. Para ello, aspiran a negociar lo que denominan un acuerdo político y de cooperación que entierre las enemistades. Se trata de una fuerte señal política respecto a la nueva mirada que tienen sobre la isla.

Fuentes diplomáticas en Bruselas
"Es mejor abordar las diferencias que pueda haber con el régimen en un marco de acuerdo", explican fuentes diplomáticas, que no obstante subrayan la importancia que seguirán otorgando al respeto a los derechos humanos. Los expertos consultados advierten del grado de politización que encierran estos términos y que contamina todo el proceso. Eso explica que aún no se haya logrado normalizar la situación con el régimen de Castro, a pesar de que España ya lo planteó en 2010, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La paradoja es que ese deshielo pueda lograrse finalmente bajo el mandato del Partido Popular.

Más allá de España, que siempre ha guiado la actitud europea hacia la isla, hay países con profundos recelos históricos a suavizar la posición común. Dentro de la antigua órbita soviética, Polonia y República Checa han sido los más persistentes, aunque las fuentes consultadas aseguran que la desconfianza está superada y los ministros se disponen a adoptar por unanimidad, ya el mes que viene, la decisión de negociar con Cuba. "La República Checa no tiene ninguna preocupación; todas las condiciones relativas a los derechos humanos estarán incluidas en el mandato negociador que se dará a la Comisión y por eso lo apoyamos", explica un portavoz de la representación checa ante la UE.

La clave del consentimiento que han otorgado Praga y otras capitales reacias reside en la evaluación permanente de la situación de derechos humanos y libertades individuales que se realizará durante todo el proceso de diálogo con Castro.

Como adelanto de esa voluntad de los Veintiocho, el jefe de la diplomacia holandesa, Frans Timmermans, declaró, en una reciente visita oficial a la isla, que es el diálogo, y no el aislamiento, la mejor forma de avanzar. Por eso la UE "intenta estrechar lazos con Cuba", aseguran fuentes oficiales holandesas.

Hace mucho tiempo que la Comisión Europea se siente incómoda con la llamada posición común. Porque este instrumento diplomático impide a las instituciones comunitarias cualquier tipo de diálogo bilateral. Pero al mismo tiempo los Estados lo transgreden en muchas ocasiones y firman acuerdos (o visitan la isla sin reunirse, por ejemplo, con la oposición y la Iglesia católica).

Bruselas es la primera interesada en iniciar unas negociaciones que ya ha mantenido una fase exploratoria

Así que Bruselas es la primera interesada en iniciar unas negociaciones que ya ha mantenido una fase exploratoria pero que necesitan el visto bueno de los Estados para arrancar. "Hemos observado cambios positivos en los últimos años, sobre todo en los últimos meses", explican fuentes comunitarias. La UE, además, quedaría en una posición de clara desventaja is la eventual transición del régimen cubano hacia un modelo democrático se produce sin que Bruselas tenga un canal abierto para participar.

No obstante, a la vista de fracasos y retrasos anteriores, las fuentes consultadas insisten en que hasta que el pacto llegue, la posición común regirá la política exterior hacia Cuba. Hace más de un año que los ministros decidieron dar un empuje a este asunto, sin que aún se haya rubricado. Si no hay más retrasos, el respaldo definitivo llegará a principios de febrero, en el Consejo de Asuntos Exteriores.

Los datos económicos contribuyen a orientar el debate a favor de la cooperación. La UE es el primer inversor extranjero en Cuba y su segundo socio comercial (después de Venezuela), con casi 2.000 millones de euros en exportaciones europeas a la isla, según datos de la Embajada española en La Habana. Las importaciones cubanas pesan mucho menos (más de 700 millones anuales). El turismo también crea fuertes vínculos entre los dos territorios. Más de la mitad de quienes visitan cada año Cuba proceden del club comunitario.

Aparte de lo que cada país negocia por su lado, la UE dispone de un marco de cooperación, muy limitado. Cuba se beneficia del llamado sistema de preferencias generalizadas, que permite a los países en vías de desarrollo introducir en el mercado europeo algunos productos. Pero precisamente este año la isla dejará de ser beneficiaria por haber rebasado el nivel de renta exigido. También hay fondos europeos que financian proyectos de desarrollo, poco relevantes.

La dimensión del acuerdo tendrá que ser pactada con las autoridades cubanas, de entrada muy receptivas a abrir las puertas a Europa. Pero la prudencia se impone hasta el último momento, dados los giros de timón que el régimen cubano ha dado históricamente en su relación con la UE.

Atrapados en un corsé diplomático

La llamada Posición Común es un insólito instrumento diplomático que la Unión Europea ha empleado en contadas excepciones en su política exterior. Consiste en una decisión unilateral que impide el diálogo institucional con un determinado país u organización porque se considera que no respeta los derechos humanos ni las libertades individuales.
 
El problema de esta herramienta es que no permite influir en aquello que pretende lograr, el desarrollo de los derechos humanos. Sin diálogo oficial con Cuba, la UE ha renunciado también a participar en el proceso de democratización de la isla, que ya se está produciendo sin presencia bruselense (aunque en la práctica los Estados miembros mantienen numerosos vínculos con el régimen castrista).

En la actualidad, no hay ningún otro país en el mundo afectado por esta Posición Común comunitaria, según confirma la Comisión Europea. Ni siquiera alguno con los que Bruselas puede tener más choques diplomáticos como Venezuela o Irán. En los últimos años la UE ha ido retirando esta etiqueta a Estados como Congo o Zimbabue.
La Posición Común rige, eso sí, para organizaciones terroristas como Al Qaeda. Una analogía que anima a los europeos a superar este marco con Cuba.
 


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De: cubanet20 Enviado: 16/01/2014 17:32
Las espinas de la Posición Común
Aznar logró en 1996 que Bruselas condicionase cualquier 
avance
en su relación con La Habana al respeto a los derechos humanos y la democracia

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POR MAURICIO VICENT
Las relaciones entre Cuba y la Unión Europea en el año 1996 eran más o menos titubeantes, un pasito para adelante, dos pasitos para atrás, y en los vínculos bilaterales con La Habana entonces primaba lo que decía España, igual que en las excolonias de Francia en África se hacía lo que decía París. Pero en eso llegó José María Aznar.

Hasta que el anterior líder del Partido Popular llegó al poder en España, a Bruselas le interesaba Cuba un poquito, pero no demasiado, y viceversa. El Gobierno de Estados Unidos era el más interesado en sugerir o presionar cíclicamente para que la UE endureciese su política hacia la isla, pero ni la España de Felipe González ni la Europa de entonces apoyaban el embargo norteamericano, ni la ley Helms-Burton —que hacía extraterritorial el embargo— ni estaban por la labor requerida de incrementar el aislamiento de Cuba.

En ciertos momentos la UE estuvo cerca de incluir a Cuba en el acuerdo del club de los países ACP (África, Caribe, Pacífico), que implicaba generosas ayudas europeas al desarrollo de las naciones firmantes, pero siempre, por un motivo o por otro —la mayoría de las veces relacionado con la famosa cláusula del respeto a los derechos humanos, que los que ingresaban al grupo debían firmar— el acercamiento se fastidiaba en el último momento. Y solía ser el Gobierno de Fidel Castro el que decía no y declinaba tener mayor relación con Europa.

En 1996 Aznar ganó las elecciones y todo se precipitó. Unos días después de asumir la presidencia, a finales de mayo, pasó por España el entonces vicepresidente norteamericano Al Gore, y Aznar anunció muy ufano, a su lado durante una rueda de prensa en Madrid, que el Gobierno español interrumpía fulminantemente la cooperación oficial con La Habana, aunque mantendría la ayuda humanitaria. Gore felicitó al presidente español en aquella visita y dijo sentirse “reconfortado por la visión más ambiciosa del Gobierno Aznar para lograr una democracia en Cuba”.

Pocos meses después, Madrid propuso en Bruselas endurecer la política europea hacia Cuba y condicionar cualquier avance en las relaciones bilaterales al respeto a los derechos humanos y el desarrollo de las libertades democráticas en la isla. Aznar fue acusado de entreguista y diversos medios de prensa, incluido este diario, publicaron documentos que mostraban que la posición española “calcaba” y desarrollaba el grueso de las reivindicaciones que un enviado especial norteamericano, Stuart Eizenstat, había formulado en una gira por diversas capitales europeas en septiembre de 1996. Durante una ríspida conferencia de prensa en Roma, Aznar negó que su política hacia la isla fuera “dictada por EE UU” o respondiera a la “devolución de un favor” al exilio cubano por, supuestamente, haberle prestado apoyo financiero para su campaña electoral. Pese a las críticas y las denuncias, Aznar logró que la famosa Posición Común Europea hacia Cuba saliese adelante con el apoyo de los 15 países que entonces integraban la UE.

De ahí los actuales truenos. El Gobierno de Fidel Castro jamás aceptó la Posición Común de la UE por considerarla punta de lanza de su histórico enemigo “imperialista”. Como por supuesto La Habana ni cambió su política de no reconocimiento y persecución de la disidencia, ni permitió el pluripartidismo, ni fomentó las libertades económicas que le exigían, las relaciones bilaterales Cuba-UE se enquistaron y llegaron a un punto muerto. Pero con una diferencia importante: desde 1996, la iniciativa de las relaciones con Cuba ya nunca más sería de España, pues Aznar puso en manos de los Quince —hoy Veintiocho, y por lo tanto todavía más complicado cualquier consenso— cualquier posible cambio de rumbo hacia un país que antes nadie en Europa discutía que era “área de influencia” española, como el África francófona de París.

Así las cosas, apoyadas sobre arenas movedizas, durante los últimos 18 años las relaciones Cuba-UE sufrieron vaivenes diversos, muchas veces tormentas y hasta huracanes, y en algunas ocasiones —pocas— con pequeñas treguas y hasta tímidos momentos de acercamiento. La UE llegó a abrir una oficina diplomática en La Habana —eso sí, sin rango de embajada— que durante años ha distribuido decenas de millones de euros en ayuda de emergencia y para al desarrollo, pero siempre la Posición Común fue una espina atragantada en la garganta de La Habana.

El gran ciclón llegó en el año 2003, cuando como respuesta al encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros, la UE adoptó una serie de sanciones diplomáticas contra el régimen de Fidel Castro. La que más irritó a La Habana fue la decisión de invitar a los opositores y activistas de los derechos humanos a las recepciones diplomáticas de las embajadas europeas realizadas con motivo de sus fiestas nacionales.

Cuba respondió a las bravas, como en un cuartel: embajada que cumplía la orden de invitar a bebida y piscolabis a los disidentes, automáticamente quedaba congelada. Congelada significaba eso mismo: ni una invitación oficial, cero interlocución con las autoridades, etcétera. Empezó la llamada Guerra del Canapé, y los diplomáticos perjudicados fueron bautizados como los “embajadores Findus”, pues nadie oficial ni semioficialmente les dirigía la palabra ni les contestaba el teléfono.

El pulso se mantuvo cierto tiempo, hasta que llegó al Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero y su ministro de Exteriores Miguel Angel Moratinos, que desde el principio sostuvo que esa política era insostenible y que había que recuperar la interlocución con Cuba. España dejó de invitar a la disidencia y a remolque lo hicieron otros países europeos, y de este modo se desbloqueó la situación. Luego vino la enfermedad de Fidel Castro, la liberación de los presos del Grupo de los 75 por Raúl Castro y las medidas de liberalización económica y migratoria.

Moratinos trató de acabar con la Posición Común, convertida en escollo para cualquier avance bilateral, pero no lo consiguió por la oposición de los países más duros. Hoy, algunas naciones que antes se oponían a cualquier flexibilización, como Holanda, abogan por un cambio en la política europea hacia Cuba. Es cierto que en medio siglo el embargo norteamericano no ha logrado cambiar el statu quo en Cuba. Tampoco la Posición Común que ahora muchos quieren revisar.
 


 
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