Una base yanqui en las narices del comunismo Bravuconerías aparte, Fidel Castro nunca se atrevió con la Base Naval de Guantánamo
Por Roberto Jesús Quiñones Haces | Guantánamo, Cuba | Cuentan los viejos la historia del perro Leal. A finales de la década de los sesenta, el can, un pastor alemán perteneciente a las tropas guardafronteras cubanas, se escapó de su cuidador y se adentró en el área que rodea a la Base Naval de Guantánamo. A su regreso, sus antiguos dueños le hicieron un juicio en el que actuó un fiscal y un tribunal. Parecería una broma, pero no lo fue. A Leal lo ahorcaron. Su cuerpo estuvo balanceándose varios días frente a la posta americana, junto a un cartel que decía: Por traidor.
La euforia triunfalista, que desde el día 17 de diciembre del 2014 se replica en los periódicos gubernamentales, ha tenido repercusiones en Guantánamo, donde muchos creen que el gobierno de Estados Unidos devolverá el pedazo de territorio cubano que desde 1902 y hasta la fecha ha marcado indeleblemente la vida de esta región del país.
Establecida luego de finalizada la guerra hispano-cubana-norteamericana, a partir del 23 de febrero de 1903 el gobierno norteamericano obtuvo el derecho de arrendamiento perpetuo sobre el lugar, un área de 117,6 km2, de los cuales sólo 49,4 son de tierra firme. El artículo 3 del Tratado estableció que Cuba conservaba la soberanía sobre el territorio bajo jurisdicción norteamericana, creándose así un estatus jurídico especial.
Antes de 1959 la Base influyó positivamente sobre la economía de la ciudad de Guantánamo. Después de ese año, fue la causa de su atraso, pues las autoridades cubanas consideraron que en caso de guerra esta zona quedaría arrasada y por tal razón no se hicieron grandes inversiones en ella. De región próspera antes de 1959 pasó a ser una de las más atrasadas del país.
De vilipendiados a nuevos ricos Desde 1959, trabajar en la Base se convirtió en una marca. Los trabajadores debían soportar la humillación de desnudarse en el punto de control cubano y pasar desnudos por una especie de muro elevado a la parte americana. Desde abajo un oficial de la seguridad del estado los obligaba a hacer cuclillas para cerciorarse de que no ocultaran nada en el esfínter. El mismo procedimiento era realizado a la salida.
Cuando se despenalizó el dólar a inicios de los noventa, las autoridades cubanas trataron de convencerlos de que continuaran entregándoles el dinero ganado, petición que fue rechazada unánimemente por los trabajadores, quienes se convirtieron en los nuevos ricos de Guantánamo pues ganaban salarios por encima de los mil quinientos dólares en una época en que esa moneda llegó a cotizarse hasta en 150 pesos.
Hoy ningún guantanamero trabaja en la Base.
El delirio por el control
El gobierno cubano no sólo cercó todo el perímetro alrededor de la Base, sino que lo convirtió en un campo minado muy peligroso, donde ha perdido la vida varios cubanos.
También se estableció un punto de control en la autopista de entrada a la ciudad, y otros en zonas aledañas a la mal llamada frontera. Cualquier ciudadano que no resida en la provincia puede ir a parar a la cárcel, acusado por el delito de Salida Ilegal del País.
Si un cubano quiere visitar Caimanera, el municipio más cercano a la Base, debe dirigirse a una oficina del Ministerio del Interior para que lo autoricen. La bahía esta dividida por una red de alambre metálico, para impedir las fugas a nado. Esto ha perjudicado al medio ambiente, pues las algas, bolsas de plástico y otros objetos se adhieren a la red impidiendo el libre flujo de peces y agua.
Surrealismo puro a la cubana ¿De qué frontera puede hablarse cuándo el propio tratado que concedió el arrendamiento de ese espacio al gobierno norteamericano reconoce que Cuba conserva la soberanía sobre ese territorio?
Miles de cubanos han purgado condenas de ocho y más de diez años de cárcel, sancionados por el delito de Salida Ilegal del País al ser descubiertos en las cercanías de la Base. La contradicción radica en que si el gobierno cubano reconoce esa área como propia entonces no se debe sancionar por tal delito a un nacional que vaya hacia el territorio de su país, mucho menos cuando los que son interceptados en el mar no son acusados por el mencionado delito. Tampoco son acusados los que logran llegar a la Base y son devueltos por las autoridades norteamericanas.
Anécdotas imprescindibles más allá de las muertes
El día en que se escriba la historia de la Base y salgan a relucir las muertes, seguramente tendrá su lugar lo ocurrido con la rastra que en la década de los sesenta penetró en el enclave norteamericano con varias decenas de personas adentro.
También tendrá que hablarse de los entierros simulados, en la periferia de la Base, donde los dolientes, una vez sepultado el cadáver, corrían hacia las postas del tío Sam.
No podrá faltar la historia de la boda en la cual, luego de haber estampado la firma ante el notario, la pareja de recién casados embulló a los amigos presentes a bañarse en la bahía. Quizá por el efecto del alcohol o porque todo había sido planificado cuidadosamente, esa noche más de veinte jóvenes llegaron a nado hasta la famosa “patana” de la parte americana. Roberto Jesús Quiñones Haces
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