Hubo un momento, hace miles y miles de años, en que los lobos se acercaron a los seres humanos y, por causas que sólo podemos intuir, abandonaron sus instintos depredadores para coexistir con ellos y transformarse poco a poco en perros. Con todo, fechar ese momento es muy difícil en la actualidad. De hecho, hasta hace unos pocos algunos expertos consideraban que este proceso de domesticación pudo suceder hace unos 30.000 años, pues los primeros cráneos de canes hallados sobre la faz de la Tierra databan de dicha época.
Sin embargo, una nueva investigación dirigida por expertos del «Skidmore College» niega esa teoría y sugiere, mediante una serie de pruebas, que los supuestos cráneos de perros son en realidad de lobos. Este descubrimiento ha provocado que la domesticación de los canes se haya retrasado hasta hace 15.000 años, época de la que datan los siguientes cráneos más antiguos de estos animales. Así pues, y basándonos siempre en este estudio, los sabuesos hicieron su aparición por primera vez cerca del Neolítico, época en la que llegó al mundo la agricultura.
El estudio
El estudio ha sido realizado por los biólogos Abby Gracia Drake y Michael Coquerelle, quienes publicaron su trabajo el pasado día 5 en la revista «Nature Publishing Group». Para hallar sus conclusiones, estos dos científicos usaron un escáner 3D con el que analizaron la morfología de dos cráneos (uno ruso y otro en belga) que, hasta ahora, se utilizaban como pruebas fehacientes de la existencia de perros domesticados en la época del Paleolítico (hace 30.000 años, cuando los hombres eran cazadores y recolectores).
Tras analizar de nuevo los cráneos, llegaron a la conclusión de que –aunque era factible confundirlos con cabezas de perros- pertenecían a lobos. «Los científicos estaban ansiosos por poner un collar a estos supuestos perros. Desafortunadamente, sus análisis no eran lo suficientemente sensibles como para determinar con precisión la identidad de estos fósiles. Las diferencias entre –por ejemplo- un cráneo de un pastor alemán y un cráneo de lobo son muy sutiles y hace falta analizarlos con un escáner en 3D para estar seguro», explica Drake.
Entre esas diferencias destacan, por ejemplo, que las órbitas de los ojos de los perros están orientadas hacia delante, una característica que, según los investigadores, no se ha hallado en estos fósiles. Por ello, según ellos, es imposible que sean canes que hubieran habitado en el Paleolítico. «La domesticación del perro se produjo durante el Neolítico, cuando los lobos comenzaron a pasear cerca de los asentamientos humanos. En el establecimiento de asentamientos permanentes en el Neolítico se habría creado un ambiente donde se integró este animal», completa la experta.
En palabras de los investigadores, las mediciones en 3D proporcionan resultados mucho más precisos que los obtenidos por los métodos tradiciones (sobre todo en término de toma de medidas). En su caso, Drake ha utilizado uno de los primeros digitalizadores de este tipo –el cual solicitó al Smithsonian- y que, según explica, les ha permitido hallar diferencias sutiles que no podrían haberse obtenido mediante los sistemas tradicionales.
Dos siglos desde la «explosión canina»
Mientras que los canes podrían –según este estudio- haber sido domesticados hace «sólo» 15.000 años, lo que se sabe con certeza es que no hace ni 200 desde que se introdujeron los estándares de raza y comenzó la «fiebre» de los perros a nivel social. «Hemos visto una explosión en la diversidad de los perros en los últimos dos siglos. Desde entonces la gente está interesada en ellos y eso ha influido en su evolución. Ellos son una parte importante de nuestras vidas. Saber cuándo se produjo la domesticación de los perros es importante para nuestra historia y para la suya», añade Drake.
El perro fue probablemente el primer animal en ser domesticado. Y ha acompañado al ser humano durante unos 10.000 años. Algunos científicos afirman que todos los perros, tanto domésticos como salvajes, tienen un antepasado común en el pequeño lobo del sudeste asiático.
Hoy en día, los hombres han cruzado cientos de razas de perros domésticos, algunas de las cuales jamás podrían sobrevivir en libertad. Pese a la gran diversidad de razas, formas y tamaños, todos los perros domésticos, ya sean terranovas o caniches, son miembros de la misma especie:Canis familiaris. Aunque su forma de vida sea doméstica, están emparentados con los lobos, los zorros y los chacales.
Los perros domésticos aún comparten muchos patrones de conducta con sus parientes salvajes. Tanto unos como otros defienden sus territorios y los marcan orinando en árboles, piedras, vallas y otros lugares apropiados. Estas señales informan a otros perros de que ese territorio está ocupado por otro animal.
Muchos perros también entierran huesos o sus juguetes favoritos con la intención de guardarlos para el futuro, del mismo modo que sus parientes salvajes a veces entierran sus presas muertas para asegurarse un banquete más adelante.
Los perros se comunican entre sí de distintas maneras. Una de ellas es dejar rastros de olor, otra son los gestos físicos. La postura corporal, el modo de moverse y la expresión de la cara a menudo expresan mensajes directos. Muchas de estas señales son reconocibles incluso para los humanos, que sabemos que un perro está contento cuando mueve la cola alegremente o que está enfadado o se siente amenazado cuando enseña los dientes. Vocalmente, los perros se comunican mediante una cacofonía de sonidos que incluye ladridos, gruñidos y aullidos.
Pero los perros domésticos no sólo sirven de compañía, muchos también se ganan el sustento trabajando duro. Los perros cuidan rebaños, ayudan a los cazadores, guardan viviendas y realizan tareas policiales y de rescate. Incluso algunos de ellos, especialmente entrenados, sirven de guía a los invidentes; un conmovedor símbolo del antiguo papel del perro como el mejor amigo del hombre.