El asombroso caso de travestismo en el siglo XIX:
Una mujer vivió 22 años como hombre y tuvo tres esposas
Ellen Tremaye
Ellen Tremaye no era como la mayoría de los otros pasajeros a bordo del Océano Monarch, un barco de emigrantes irlandeses que viajaba con destino a encontrar una vida mejor en Victoria, Australia, corría el año de 1856. Aunque la joven de 26 años de edad viajaba sola, trajo consigo un baúl lleno de ropa de hombre con la etiqueta "Edward de Lacy Evans", alimentando las especulaciones de que había sido abandonada por un pretendiente después de haber sido engañada para llevar sus pertenencias a bordo. No obstante, su comportamiento era inusual: Llevaba el mismo vestido verde todos los días, pero con pantalones y camisa de hombre debajo. Le dijo a sus compañeros de viaje que iba a casarse con Mary Delahunty, tan pronto como llegaran a Australia. Además, se chismorreaba en el barco que tuvo "amistades íntimas" con otras dos mujeres que compartieron su litera durante la travesía.
A finales de 1800, Australia era un país salvaje y casi inexplorado. Al igual que el oeste de Estados Unidos, que estaba en medio de una fiebre del oro, estaba invadida por ‘fueras de la ley’ y, poco a poco, un creciente número de personas de raza blanca. Estaba gobernada por cristianos y anglosajones con costumbres sociales muy asfixiantes y conservadoras.
Cuando Tremaye llegó, encontró un trabajo como empleada doméstica para un matrimonio en Bacchus Marsh, al noroeste de Melbourne. Un día, cuando el hombre de la casa estaba fuera de la ciudad, Tremaye pasó la noche con su mujer, y el marido montó en cólera cuando las descubrió.
Tremaye pronto dejó el trabajo y viajó a Melbourne. No se sabe cómo fue la transformación pero comenzó a usar el nombre de Edward de Lacy Evans, se vistió con ropa de hombre, y se casó con Mary Delahunty. Según los relatos de la época, la pareja "no vivía cómodamente juntos", y se separaron en 1862.
Ellen Tremaye alias Edward] de Lacy Evans, c, 1879
En las siguientes dos décadas, Evans se casó dos veces con sendas mujeres, a la vez que trabajó como minero y herrero por todo el sureste de Australia, según relata la historiadora Mimi Colligan. Parece que la masculinidad de Evans fue aceptada por sus dos esposas y vecinos, aunque sus compañeros de la mina que se referían en ocasiones a él como "vieja". Colligan sugiere que su condición física de mujer podría haber sido un secreto a voces.
La tercera esposa de Evans se llamaba Julia Marquand. Se quedó embarazada y tuvo una hija de su cuñado y su 'marido' repudió a ambas, lo que le provocó una profunda depresión. Tal fue su desequilibrio mental de Evans que, en 1879, fue internado en una institución mental donde le diagnosticaron una "amentia," un término anacrónico y generalista para las enfermedades mentales. Para evitar ser descubierto, Evans simplemente se negó a bañarse.
Después de seis semanas, le trasladaron a la Kew Asylum, un hospital psiquiátrico en los suburbios de Melbourne. Allí le obligaron a despojarse de la ropa y fue cuando descubrieron que no había nacido hombre. Los médicos le diagnosticaron "manía cerebral" y "debilidad mental" y le obligaron a llevar ropa de mujer. Se negó a vestirse y comer durante días. Durante tres meses, los médicos lo sometieron a degradantes sondeos vaginales y rectales.
Marquand afirmaba que jamás tuvo conocimiento del verdadero sexo biológico de su marido ya que nunca se desnudó delante de ella. La historiadora Mimi Colligan señala que podría ser una excusa para salvar la cara. Ella también afirmó más tarde que no sabía cómo se quedó embarazada y que debió confundir al intruso con Evans cuando se coló en su casa.
La historia de Lacy Evans causó un escándalo en una época en la que todo estaba prohibido y era tabú. Un fotógrafo local se coló en el hospital y tomó fotos de Evans vestido tanto con ropa masculina y femenina, así como con una en camisa de fuerza. Incluso una feria local le ofreció al hospital 5 libras australianas a la semana para que les permitieran mostrar a Evans como una rareza de circo.
Después de salir de la institución psiquiátrica, Evans apareció en una de esas ferias ambulantes. Los periódicos de la época señalaron que parecía "débil y medio tonto" por las duras pruebas a la que había sido sometido. Le presentaban como el "Maravilloso Imitador de Hombre". Era el año 1880 y todos los que acudían a verlo se le entregaban un folleto sobre su vida donde narraban la historia sobre el misterioso caso del hombre-mujer.
La opinión pública fue muy dura con Evans y lo tacharon de enfermo mental, en el mejor de los casos y de monstruosidad anti natura. Hasta una publicación local reflexionaba que las personas transgénero se dejaban guiar por un desmedido erotismo, en vez de estar atrapados en el cuerpo equivocado.
Un periódico atribuyó su travestismo a la ninfomanía asegurando: "Es evidente que la mujer estaba loca y confundía las relaciones sexuales desde el momento en que salió de Irlanda vestida como una mujer y, más tarde, retornó a la feminidad. Sus pechos casi han recuperado su estado normal; las arrugas en su cara han desaparecido, sus brazos son más carnosos y las cicatrices y marcas en ellos casi se han erradicado", publicaba la prensa. El hecho de que Evans había sido descubierto en una institución psiquiátrica solo reforzó la idea de que era un enfermo mental.
No era el travestismo de Evans lo que perturbaba a sus contemporáneos. Se habían producido otros casos de mujeres que se vestían como hombres pero lo habían hecho para gastar bromas y para ocasiones muy puntuales. El hecho de que Evans había engañado a la sociedad y, al parecer a sus tres esposas, durante 22 años era lo que les resultaba inadmisible.
Algunos periodistas especularon que Evans se quedó embarazada de un hombre casado y asumió una identidad masculina para ocultar su vergüenza en un país donde nadie le conocía. Después de su salida del hospital, los diarios informaron con satisfacción que había vuelto a usar vestidos, se le veía "muy femenina" y que no volvería a intentar a llevar su anterior vida unisex.
Evans no fue capaz de aprovechar la fortuna de sus apariciones de feria. Se mudó a una casa de un barrio obrero en Melbourne donde todos la conocían como "la señora de Lacy Evans" y allí vivió durante 21 años con su identidad femenina atendiendo un jardín, después de 22 años viviendo una vida como hombre. Murió de una gripe en el año 1901.
"La historia de Ellen Tremayne es un ejemplo de los extremos y sacrificios que algunas mujeres tuvieron que hacer para poder vivir a su antojo", asegura la historiadora Mimi Colligan. "Ella dijo lo que no era en sus matrimonios porque sino corría el riesgo al ostracismo y soportó la exposición a un público boquiabierto como si fuera una atracción de feria. Sin embargo, vestirse y vivir como los hombres tal vez le dio una sensación de poder que carecía en su papel femenino", concluye la escritora.