¿Y Correa qué les parece?
Danilo Arbilla -- El Nuevo Herald Parece que los españoles han comenzado a darse cuenta que en Venezuela impera un régimen autoritario y arbitrario, sin garantías y con las libertades ciudadanas muy limitadas. Con presos políticos y además, con recesión, los índices de inflación y de asesinatos más altos del mundo, escasez creciente de los productos básicos y de medicinas y una moneda totalmente pervertida.
Les llevó su tiempo. Hasta no hace mucho eran los mayores defensores de Chávez, el chavismo y el socialismo del Siglo XXI. Ver como muestras José Luis Rodríguez Zapatero, Miguel Angel Moratinos, los “popes” de Podemos asesores del chavismo, y hasta las disculpas del Rey. Nicolás Maduro y la caída del intercambio y los negocios le han abierto los ojos a la Madre Patria.
Hace más de 500 años que vienen por acá. Tienen experiencia, ¿cómo pueden demorarse tanto? ¿Será que el brillo del oro de las Américas los encandila y no los deja ver el bosque?
¿Y cuánto más van a tardar en percatarse que hay otros países del hemisferio con situaciones similares a la de Venezuela? Entre ellos, y muy especialmente, Ecuador.
Por esos países, además de las visitas reales y oficiales y las páginas en colores, van y vienen expertos consejeros españoles, duchos en varias materias, que asesoran, acompañan, defienden y hasta dan muestras de amistad y simpatías por sus respectivos mandamases. Algún día se sabrá cuánto dinero de los sufridos pueblos se destinaron a estas asesorías. Esto es, se sabrá cuánto cobraron, como ya pasó con respecto a la gente de Podemos y Venezuela.
¿Cuánto más van a tardar los españoles y algunos otros como la OEA, la Unasur y la propia ONU, en denunciar lo que ocurre en Ecuador bajo el mando de Rafael Correa?
Es cuestión de asomarse un poco. Sin dudas el “bolivarismo” de Correa es el más perfeccionado. El que funciona mejor. El más totalitario, en una palabra. Congreso y Justicia totalmente manejados por Correa y el correísmo. Persecución y asfixia de la prensa independiente. Manipulación y manejo de la información desde el poder, con acción y participación directa del propio Correa auxiliado por su Comisión de censura y de la verdad, a cuyo servicio, es decir, a sus pies, están jueces y fiscales. Con un sistema así, difícil que los ecuatorianos puedan saber sobre niveles de corrupción o, por ejemplo, cuál es el patrimonio de su presidente. Cuán rico es. Si está o no para la lista de Forbes.
Mientras tanto Correa, con buenos asesores y promotores, propios y externos y bien recibido en casi todos los lugares, hace sentir su voz –le llamaban “ Bocazas”– y va a más: pretende modificar la Constitución, la que no viola porque la retoca a su gusto cada vez que lo necesita, para continuar en el poder sine die. Podrá ser reelecto una y otra vez. Qué maravilla; igual que Strossner, Trujillo, Somoza, Fujimori y los dictadores militares de los 70 y 80. Y no se queda ahí, pretende poner su hombre –una pica en Flandes o un quintacolumnista– en la Corte Interamericana.
Se siente seguro, pero es posible que en alguna medida se engañe. Se lo deben hacer creer sus asesores, o simplemente él se cree lo que dicen sus promotores y difusores, a los que él mismo ha pagado para que lo ensalcen.
El precio del petróleo ha caído, y va mostrando el desnudo de los reyes. También algún día habrá que agradecer la gran ayuda que la “caída del petróleo” le está prestando a la democracia y las libertades.
Correa ya no las tiene todas consigo. Hoy enfrenta crecientes manifestaciones populares en su contra. Su socialismo del Siglo XXI y su política de “redistribución de la riqueza” es rechazada en la calle y a las puertas del gobierno por ecuatorianos de clases altas, media y baja.
Ante ello Correa, cuyo autoritarismo ha sido disimulado y tapado por la escandalosa situación de Venezuela, aplica la fórmula socialista, neoprogresista y populista del chavismo: denuncia una conspiración y un intento de golpe de estado perpetrado por la derecha, el imperialismo, las oligarquías y por supuesto y sobre todo por los medios de comunicación.
Es probable que el caso Ecuador se demore un poco más. Que no sea tratado ya. Admitamos que puede que muchos no estén informados de lo que pasa efectivamente en Ecuador.
Pero ¿hasta cuándo?
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