¿Se afirma el legado de Obama?
Sergio Muñoz Bata - El Nuevo Herald
Hoy, después de una semana de triunfos, inédita y sorpresiva en algunos casos, el legado de la presidencia de Barack Obama da un enorme paso hacia su cimentación. Su perduración, sin embargo, dependerá del voto de los ciudadanos en la elección general de 2016.
Todo empezó donde menos se esperaba. Contando con la colaboración decisiva de sus acérrimos opositores en el Congreso y de un puñado de demócratas, el presidente logró que el Congreso aprobara el llamado “fast track” que le permitirá negociar un tratado de libre comercio con 12 países del pacífico, incluyendo a México, Perú y Chile. Después vendrá la batalla en el propio Congreso para conseguir la aprobación del Tratado en sí. El “fast track” solo faculta al Presidente a negociarlo con los posibles países socios.
Luego vino el fallo de la Suprema Corte de Justicia que declaró legales los subsidios para contratar los seguros médicos de quienes carecen de suficientes medios económicos. Con este fallo de la Corte, más de seis millones de personas podrán continuar con la cobertura sanitaria que posibilita Obamacare, y sin él la Reforma Sanitaria de Obama se habría venido abajo.
Al día siguiente sucedió el tercer golpe de suerte para Obama cuando el Tribunal Supremo declaró que no existe razón constitucional alguna para impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo en los cincuenta estados del país. Este fallo, no tan sorpresivo, se inscribe en la larga lucha de este país por los derechos civiles de las personas en tanto que reconoce la igualdad de derechos ante la ley independientemente de la orientación sexual de las personas.
La tragedia de Charleston también le brindó a Obama un foro adecuado para establecer con mayor claridad los términos de un debate crucial para el futuro del país: el racismo. El retiro parcial de la bandera confederada de monumentos y tiendas comerciales en los estados del Sur, bien podría conducir al país a una reflexión profunda sobre su verdadera historia. También podría ayudar a un mejor entendimiento sobre las implicaciones de la glorificación de un régimen social y económico que se basó en la esclavitud.
“Remover la bandera del Capitolio estatal de este estado (Carolina del Sur) no es una acto de corrección política,” dijo Obama en su encomio al Pastor Clementa Pincney, asesinado en el tiroteo de Charleston. “No es tampoco un insulto al valor de los soldados Confederados. Es solamente un reconocimiento de que la causa por la que lucharon –la esclavitud– era la incorrecta”.
¿Servirá la tragedia de Charleston y sus secuelas a que los estadounidenses hagan un reconocimiento público y profundo de las vergüenzas de su historia? ¿Ayudará a que los nietos y bisnietos de quienes pelearon por mantener la esclavitud asuman su responsabilidad histórica con el rigor y la integridad que amerita?
No lo sé pero no lo creo. Lo que sí sé con certeza es que si en las elecciones generales de 2016 los republicanos retienen sus mayorías en el Congreso y ganan la presidencia, la reforma sanitaria, la legalización del matrimonio gay, la demorada reforma migratoria y el debate sobre el racismo podrían sufrir un retroceso letal.
Paradójicamente, las decisiones de la Corte Suprema, una institución donde por lo general prevalece el conservadurismo, marcan el camino de la salvación porque la reacción del partido Republicano a los fallos de la Corte demuestra su total falta de sintonía con la agenda de las nuevas generaciones de estadounidenses.
Los jóvenes, recordemos, fueron una parte fundamental de la llamada coalición arco iris, formada por minorías raciales y étnicas de afroamericanos, hispanos, y asiáticos; mujeres y gays, sin la cual Obama no hubiera podido ganar la elección de 2008 y su reelección en 2012.
Estas nuevas generaciones de estadounidenses, según una encuesta publicada en la revista The Atlantic, pide la intervención del gobierno para hacer la educación universitaria más asequible, para ayudar a los pobres, para proteger el medio ambiente, los derechos de la mujer, de los consumidores, de las minorías, de los homosexuales y de la salud.
Datos que le permiten a Obama, al candidato demócrata a la presidencia, y a cuantos tenemos una visión progresista del presente y el futuro, tener un cauteloso optimismo que las cosas pueden seguir mejorando.