Un papa con piel de cordero
Francisco no es Papa, sino un lobo vestido de piel de oveja
Parece ser que el soltero papa Francisco lamenta la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en los Estados Unidos, eso es lo que ha dicho en Filadelfia ante 300 obispos solteros, a los que también ha tenido que recordar que el abuso sexual por parte de sacerdotes solteros (y obispos solteros también) no puede mantenerse en secreto. Así que los católicos y católicas que se aferraban a la idea de que el nuevo papa traería aíre nuevo a la familia católica (que según el papa no coincide con el matrimonio civil), ya saben lo que escucharan en el Sínodo de la Familia que este mes de Octubre se celebrará en el Vaticano.
Decía Lutero que “nadie puede ser tan estúpido como para creerse que el papa y todos sus romanistas y pelotilleros hablan en serio cuando dicen que su poderosa autoridad es por orden divina. Esto lo puedes apreciar por el hecho de que en Roma no se cumple ni el más pequeño trazo de letra de todo cuanto ha sido ordenado por Dios”. Pero Lutero se equivocaba, hay mucha gente estúpida que todavía piensa que cuando el papa Francisco arremete contra los matrimonios entre personas del mismo sexo, lo hace con autoridad divina. Y esos estúpidos y estúpidas se olvidan de que tras esos matrimonios hay personas que se aman, y en muchas ocasiones hay hijos e hijas a los que educan en la fe cristiana. Y consideran, porque así lo dice el soltero papa Francisco, que esas familias no deben tener el mismo reconocimiento que las familias tradicionales porque así Dios lo ha querido.
Según el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales y inalienables de todos los miembros de la familia humana”. Pero el papa Francisco parece que no está de acuerdo con esta afirmación, para él, por voluntad divina, o no todos los miembros de la familia humana tienen los mismos derechos, o simplemente no todos los seres humanos forman parte de esa familia, y por tanto no deben tener los mismos derechos. Quizás sea esa la razón por la que la Iglesia Católica no ha suscrito jamás la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y ese papa que con su tradicional hábito blanco predica, cual cordero que sigue al maestro, el respeto a la dignidad de todas las mujeres y todos los hombres; sigue en la práctica sin asumir lo que muchos de nosotros entendemos como Derechos Humanos básicos. De hecho la autodenominada “Santa Sede” no ha ratificado ninguna de las convenciones sobre la supresión de las discriminaciones basadas en la sexualidad, la enseñanza, los derechos de las mujeres, la defensa de la familia o el matrimonio. Tampoco las convenciones contra los genocidios, los crímenes de guerra o los crímenes contra la humanidad.
Pero aunque en países occidentalizados pueda parecer poco relevante lo que la Iglesia Católica piense, y lo que su blanco cordero predique, es evidente que si el papa Francisco predicase que todos los seres humanos independientemente de su orientación sexual tienen derecho a ver reconocidas legalmente sus parejas y sus familias con la misma dignidad, esto ayudaría a paliar parte del sufrimiento y la injusticia que padecen las personas LGTBI en muchas familias cristianas. Sin embargo al no ser esto así, el papa Francisco junto a todos sus voceros son corresponsables del odio y de la muerte que esparcen con su homofobia. Tras su imagen estudiada que le hace parecer un cordero que ha venido a cambiar de arriba abajo la Iglesia Católica, hay un lobo dispuesto a despedazar la vida de millones y millones de personas LGTBI.
Quizás por eso no aceptó la invitación del centro de personas sin hogar New York’s Ali Center, porque no le interesaba conocer, ni que se visualizase, el testimonio de cientos de jóvenes LGTBI que han tenido que abandonar su hogar por que sus familias cristianas no les aceptan. No quiso ver los estragos que producen sus discursos de exclusión en la vida de muchas personas. De hecho, se estima que en Estados Unidos hay 200.000 jóvenes LGTBI sin hogar, y que muchos de los hogares de los que proceden, son maravillosos hogares cristianos homófobos a los que el papa Francisco acaba de dar su bendición. Más que un cordero, para estos jóvenes el papa es un lobo que está decidido a seguir haciéndoles daño.
Mientras el papa Francisco no se sume a la petición cada día más unánime de respeto por todas las formas de amar, y por todas las familias, estará lejos de ser un verdadero discípulo de Jesús. Ya puede vestirse de blanco, autodenominarse sucesor de Pedro o santo padre; su mensaje más que liberador, para muchas personas LGTBI es claramente diabólico, y no porque no diga lo que ellas quieren escuchar, sino porque saben en carne propia las consecuencias inhumanas que produce. Y como dijo el maestro, al que los cristianos y cristianas seguimos: “Por sus frutos los conoceréis”.